Tonia Etxarri-El Correo

Después del nombramiento de la socialista balear Francina Armengol como presidenta del Congreso, por una inesperada mayoría absoluta de 178 escaños gracias a los siete votos de Junts, la derecha convendrá en que tiene mucho que aprender de los nacionalistas. Ya no sólo de la capacidad de Pedro Sánchez de alimentarse de una amalgama de fuerzas políticas a las que, a cambio, nutre con prebendas para saciar sus exigencias rupturistas, sino de la habilidad de los secesionistas para atar en corto al presidente más ambicioso de los últimos años de la democracia. Puigdemont, el fugado de la Justicia del que Pedro Sánchez dijo en un día de necesidad electoral que lo traería a España para que rindiera cuentas ante los tribunales, ha jugado a la goma con el candidato socialista. Estirando con su tabla de máximos hasta soltarla minutos antes de que empezara la sesión parlamentaria para acabar apoyando a Armengol a cambio de unas normas de uso parlamentario.

La utilización del catalán en el Congreso y una comisión de investigación sobre los atentados yihadistas del 17-A en Barcelona y Cambrils. La comisión sobre las supuestas escuchas ilegales a independentistas por medio del sistema Pegasus y avanzar en la desjudicialización (un eufemismo de la amnistía) del ‘problema’ catalán es mérito de ERC, que está compitiendo con Junts en el concurso del mercadeo con Sánchez. ¿Ésa era la subasta de la que alardeaba el prófugo de la Justicia?

Sánchez promete fomentar el uso de las lenguas cooficiales cuando en realidad el reto de un presidente democrático es defender a los ciudadanos catalanes en su derecho a estudiar en las dos lenguas cooficiales. En Cataluña se incumple la Constitución con el uso del castellano. Una realidad que ha preferido ignorar para congraciarse con los independentistas.

Pero no está todo dicho. Junts ha desplegado sus desconocidas artes pragmáticas al estilo ERC en esta primera etapa. La investidura tendrá más aristas. Su posición para apoyar a Sánchez como candidato a presidente será más exigente ¿Qué hay de la amnistía inviable y el referéndum de autodeterminación que tampoco cabe en la Constitución?

El caso es que, después del puyazo de Vox al PP dejando a su candidata Cuca Gamarra sin su apoyo, se le complica a Feijóo el panorama para proponerse en una investidura. El PNV no consiguió un puesto en la Mesa y, sin embargo, votó por la candidata socialista. Vox tampoco lo logró y, sin embargo, decidió castigar al PP. No aprenden. No es lo mismo presentarse ante el Rey con 172 escaños que con los 139 de ayer, aunque Vox insista ahora en que ellos apoyarían a Feijóo como candidato a presidente. El caso es que nadie tiene todos los cabos atados ante una investidura, aunque Sánchez abrigue más posibilidades de reunir más apoyos si Junts siguiera en la misma actitud. Depende de lo que le siga dando a Puigdemont. La incierta gobernabilidad de este país sigue en manos de un delincuente que tiene atado en corto a Sánchez. Todo en orden ¿no?