- Una vez que el festejo haya concluido, Casado deberá ponerse a la faena, esta vez sí, de demostrar que ha despejado las brumas que le ciegan para coronar su misión
Nada más tedioso y estéril que una Convención política. Los partidos las frecuentan con la idea de relanzar la marca, fortalecer lo que denominan ‘cohesión interna’ y pregonar las virtudes de su líder, siempre necesitado de vítores y aplausos. Apenas logran lo primero, casi nunca lo segundo y siempre lo tercero. Un baño de fervorín, que se decía antaño. «La culminación del poder es que el pueblo esté obligado no sólo a soportar, sino a elogiar las acciones de su señor», proclamaba Séneca.
El Partido Popular inauguró este lunes su anunciado concilio que tiene algunas particularidades. Se trata de una muestra itinerante, como las ferias de antaño, una caravana que pondrá una pica en cada una de las regiones en las que el partido gobierna. Un peregrinaje de autoafirmación, una variante de ‘estos son mis poderes’ a tambor batiente dentro de la prudencia y el recato que caracteriza a a esta familia. Empezó la peregrinación en Galicia con muy mal pie. Mariano Rajoy dista mucho de ser un motor de arranque, un factor de impulso, más bien lo contrario. Su actitud es premiosa y retardataria, cansina y disuasoria. Anunció, en forma inconveniente, una radical reforma de pensiones que erizó el cabello de los presentes y se largó nada más concluir su pieza, en muestra palpable del escaso aprecio que le dispensa a su líder, a quien dicen que no soporta. Tampoco el anfitrión de la jornada, Alberto Núñez Feijóo, le dispensa un afecto sincero. Preferiría quizás verlo de concejal en alguna aldea de Palencia, su tierra. Tocó luego viajar a Valladolid, con los brillantes Vidal-Quadras y Girauta, después Cartagena, Madrid, Sevilla y así sucesivamente hasta desembocar en la plaza de Toros de Valencia, escenario totémico del viejo y poderoso PP de Aznar.
Durante estas jornadas, que se avizoran tan tediosas y prescindibles como la filmografía de Almodóvar, desfilará por el estrado un ejército de oradores de todo pelaje, nivel y condición, desde pensadores inquietos, creadores con brillo, dialécticos con gracia, artistas desgraciados, ministros sin cartera y una amplia nómina de personajes jubilados, algunos de ellos guiris, que componen un muestrario abigarrado y de desigual nivel, como siempre ocurre en estos casos. La sublime perfección tan sólo se logra en muy contadas ocasiones. Dios no permite que nadie sino Él se enorgullezca, como muy bien señalaba Heródoto.
Una nube de jubilados, altos cargos en situación de retiro, personeros periclitados, una especie de enorme conglomerado de ex-algo, como el club de las primeras esposas, todas arrebatadas de júbilo y deponiendo frente a un fatigado atril
Salvo la lideresa de Sol y los baroncillos regionales, la mayor parte de la concurrencia está formada por un ejército de cesantes, una nube de jubilados, altos cargos en situación de retiro, personeros periclitados, un enorme conglomerado de gente que fue algo, de magníficos ex con nombre y prestancia que ahora se pasean por este tipo de encuentros y ofrecen su curriculum, su trayectoria y su apellido al servicio de nobles causas. Una especie de club de las primeras esposas, todos ex de algo, que se mostrarán jubilosas y felices mientras deponen, ante un fatigado atril, sobre asuntos diversos que quizás, nunca se sabe, a alguien interesen.
Aparecen en la copiosa alineación, entre otros, los siguientes: Fátima Báñez (exministra), José María Fidalgo (ex secre. gral. de CCOO), Román Escolano (exministro), José María Abad (execonomista jefe del ICA), Juan Costa (exministro), Isabel García Tejerina (exministra), Antonio Tajani (expresidente del Parlamento Europeo), Donald Tusck (expresidente del Consejo Europeo), Felipe Calderón (expresidente de México), Andrés Pastrana (expresidente de Colombia), Marcelino Oreja (exministro), Alejo Vidal-Quadras (ex presidente de Vox y del PPC), Juan Carlos Girauta (exportavoz de Cs), Juan Manuel Barroso (expresidente de la Comisión de la UE), Nicolas Sarkozy (expresidente de Francia), Anders Fogh Rasmunsen (exsecretario general de la OTAN), amen de los expresidentes Aznar y Rajoy, ya mencionados.
La titular del Gobierno madrileño tendrá, por lo tanto, ocasión de aplaudir a su jefe, sonreir con serenidad a sus colegas, pisar con tiento para evitar un resbalón con los restos de las navajas que estos días habrán arrojado contra sus espaldas
En el equipo de las presencias aún en actividad o con cargo están Mario Vargas Llosa (escritor) y Sebas Kurz (canciller de Austria). Y también un nutrido grupo de politólogos y profesores que protagonizarán amenas charlas y apasionados debates, cual corresponde en este ámbito. Buscarán, nadie se engañe, un selfie con Isabel Díaz Ayuso, el nombre del momento en el espectro conservador nacional, de rutilante brillo en los medios y de presencia creciente en los ámbitos internacionales. La presidenta madrileña aterrizará desde Washington el propio sábado, casi al final del gran party/show, justo cuando la mascletá en honor al presidente amague los primeros estruendos. La titular del Gobierno madrileño tendrá, por lo tanto, ocasión de aplaudir a su jefe, sonreír con serenidad a sus colegas, pisar con tiento para evitar un resbalón con los restos de las navajas que estos días habrán arrojado sobre su espalda y, finalmente, recibirá algún mensaje de ánimo por parte de un alcalde despistado. En Génova no agradan las lisonjas a Ayuso salvo cuando tocan. La militancia partidista, como el matrimonio, tiene de bueno que es asunto voluntario y se acaba cuando uno quiere.
Driblar zancadillas, esquivar trompadas y asumir con dignidad el control y el poder en la organización regional del algo que Génova le retacea aunque le corresponde. Como es tradición y como está mandado
Empujar al líder en su peregrinaje hacia la Moncloa y eclipsar en lo posible el brillo rutilante de Ayuso figuraban entre los principales objetivos de esta semana fantástica de Génova, por la que circularán ideas, propuestas, proyectos, sugerencias para reconstruir la casa grande de la derecha nacional. La presidenta madrileña tiene claro su papel. Driblar zancadillas, esquivar trompadas y asumir con dignidad el control y el poder en la organización regional del algo que Génova le retacea aunque le corresponde. Como es tradición y como está mandado.
Concluidas las charlas y las ceremonias, una vez que el festejo haya concluido y el coro de los ex haya emprendido el vuelta a sus cuarteles, Casado deberá ponerse a la faena, esta vez sí, de demostrar que ha despejado las brumas que le ciegan, los celos que le inquietan, las dudas que le atornillan y que ha dado al fin con la fórmula para coronar su misión. Recuperar La Moncloa. «Sólo tú sabes si eres cobarde y cruel, o leal y fiel; los demás tan sólo te ven, aunque te adivinan mediante conjeturas inciertas. Así pues, no te atengas a su sentencia sino a la tuya». Este es el consejo que pareció dedicarle Cicerón hace unos cuantos siglos. Oídos sordos a las consejas tóxicas y a por la victoria. Tiene una oportunidad, pero una sola.