Javier Elorrieta-Editores
Aún no he leído el resto de artículos de la página. de la Fundación para la Libertad de hoy. Pero destaco el de Jon Juaristi, porque toca un asunto fundamental en la pugna de ideas para la libertad y el desarrollo del bienestar del conjunto de individuos diferentes que conforman la sociedad d. Porque la política que salvaguarda la libertad y el progreso es la que sitúa al individuo como sujeto de derechos, incluso en su contemplación social o colectiva. Lo que hace de la política su complejidad.
Ayer estuve viendo una charla entre dos comunistas , Santiago Armesilla y Diego Ruzzarín. Dos de los youtubers más cualificados dentro del comunismo. No era un debate, era una charla de reafirmación mutua en sus ideas . Me sorprendió que de la casuística del fracaso y de las enormes consecuencias de liberticidio y miseria que se ha generado en nombre del comunismo, simplemente en cuanto a datos y realidad ya tasada e incontrovertible, sus reproches y réplicas a que el número de cadáveres dejados en la historia no eran tanto como los críticos les achacan.
Llegado aquí les recomendaría algunos textos y conferencias, incluidos de autores que fueron comunistas en su adolescencia y juventud, como Federico Jiménez Losantos, Vargas Llosa, Plinio Apuleyo, Gabriel Albiac……..O los chilenos Mauricio Rojas o Roberto Ampuero, en su libro «Diálogo de Conversos». Y especialmente a Antonio Escohotado, o al profesor Miguel Anxo Bastos. Sin olvidar a otros. Por ejemplo a Fernando Díaz Villanueva.
Ese tema de evaluar como exageración las cifras de muertes provocadas, entre represiones y hambrunas en la historia del comunismo, ya lo vi como réplica en una conferencia de Escohotado en la Fundación Gustavo Bueno. Y pudiera ser que haya una tendencia crítica a exagerar ese dato. Aunque todo el mundo intenta una argumentación plausible en su contabilidad particular. Pero lo que más me sorprende es que al margen de ese dato, controvertible, sujeto a posibles causas diferentes, es que hay datos a mansalva en el desarrollo comparativo entre los paises de las llamadas «órbitas» comunista y capitalista.
Por más que intento comparaciones justas y no subjetivas, sigo convencido que no hay retórica posible en su relato para matar todos los datos, que definen al comunismo como generador principal de miseria y liberticidio en la historia moderna. Sólo viendo el desarrollo de la URSS, Corea del Norte, Nicaragua, Cuba, Venezuela… Dónde en la última década han huido millones de personas de sus regímenes socialistas. Sólo de Cuba en lo que va de año han salido más de 200.000 personas a USA. Cuba está hoy peor, en todos los parámetros comparativos, que antes del 1 de enero de 1959 en el que entró Fidel Castro en La Habana. Venezuela ha expulsado millones de personas, cuando era un país tractor de emprendedores. Si lo sabrán españoles y sus hijos que ahora han vuelto escapando a España porque allí no se puede vivir bajo el Chavismo.
Cuando el comunismo inventó las» naciones cárceles», levantando muros para impedir salir, no para impedir entrar, define la indecencia moral de todo el sistema.Todos los flujos migratorios que en la historia han existido han sido en busca de oportunidades y libertad. Nunca los paises comunistas han atraído buscadores de «igualdad». Cuando cayó el muro. Nadi fue hacia el comunismo.
Sólo eso hace que todas las retóricas de los comunistas, por muy alambicadas y de tono intelectual que pretendan, sean hueras, justificadoras de una subjetivad afectiva a régimenes inmorales, en los que ellos ni viven, ni vivirían, salvo que formaran parte de la casta gobernante.
Es fundamental la batalla cultural. El Comunismo, en lo que Axel Kaiser definió como la «Tiranía de la Igualdad» es generador de totalitarismo y pobreza. No diré con demasiada contundencia que «El comunismo ama tanto a los pobres que los multiplica», aunque objetivamente lo ha hecho dónde ha tenido el poder. Pero sí está en su ADN político el ser gestor de la pobreza. No está el eliminarla. Por eso quieren eliminar la riqueza. Con la enorme falacia política de decir que hay que repartirla, en lugar de crearla.