EL MUNDO – 14/02/16
· El partido de Rivera varía la estrategia amable hacia el líder del PP por los casos de corrupción.
· En el juego de la seducción de la negociación nada es casual. El beso o la bofetada siempre tienen un por qué. Los matices encierran las claves. Y lo que no se dice es más importante que lo que se dice.
· Los casos de corrupción en Valencia y Madrid han condicionado los recientes encuentros de Mariano Rajoy con Albert Rivera y Pedro Sánchez.
Ciudadanos se ha autorretratado como el «mediador» en la «guerra fría» del bipartidismo. Una suerte de arriesgado ejercicio en el alambre de la equidistancia, sobre todo con Rajoy, que provocó que en un mismo día el partido tuviera que cambiar radicalmente su estrategia: de un tono amable a la contundencia en un par de horas, operación de la Guardia Civil en la sede del PP mediante. Es el complejo rol de la equidistancia, decirlo sin decirlo.
La cita entre Rajoy y Rivera se celebró el jueves por la mañana, mientras la Guardia Civil y el juez de la Audiencia Nacional Eloy Velasco ponían en marcha registros en la sede del partido en Madrid. Tras la cita, el líder de Ciudadanos ofreció un tono más amable y benévolo de lo mostrado días atrás con Rajoy. «El Gobierno y el PP no han hecho lo suficiente contra la corrupción», dijo. «La insuficiente labor de los últimos años ha hecho que la gente no confíe en el PP y el Gobierno». No citó al candidato del PP, hasta que fue cuestionado explícitamente por él. «El Gobierno no ha hecho lo suficiente y él es el presidente del Gobierno», se limitó a decir.
Rivera y su discurso quedaron desubicados ante la precipitación de los acontecimientos. Su apuesta fue una estrategia de mano tendida, que quedó fuera de juego con la presencia de la Guardia Civil en el interior de Génova. Por eso, horas después, en una entrevista en televisión, se vio obligado a endurecer su tono, ser más contundente y volver a poner en el punto de mira a Rajoy. «No tiene credibilidad. Rajoy no puede encabezar la lucha contra la corrupción, como Mas. Una cosa es que no estén imputados y otra que no pueden abanderar esta lucha», dijo. Golpe de timón sobre la marcha.
Fuentes conocedoras de la cita con Rajoy señalan, no obstante, que su tono fue «más duro y contundente» que el mostrado ante la prensa, y confiesan que si la operación de la Justicia se hubiera conocido antes, el escenario habría cambiado, no habría sido tan amable y sí más contundente.
Ciudadanos ha decidido caminar por el alambre de la equidistancia con el PP y Rajoy. Ha abierto la puerta a Rajoy, pero no se atreve a invitarle a salir. Emplea la táctica del a buen entendedor…, del contigo (PP) pero sin ti (Rajoy). En la formación emergente lanzan el mensaje de que no apoyarán un Gobierno de Rajoy, que «no está capacitado para liderar una nueva etapa política», pero se cuidan de no romper la relación con el PP, y a la vez dejan claro que no serán ellos el obstáculo para que haya un Gobierno. Es el terreno de los matices, donde el hilo nunca se corta del todo, que domina Albert Rivera, pero donde el resto de portavoces del partido aún reciben adiestramiento.
La clave de su estrategia política es que siempre haya una llave que pueda abrir la puerta. Sirva como ejemplo una frase lanzada por Rivera en un desayuno informativo: «España no puede esperar ni estar pendiente de que el PP deje de ser el PP que se cae por la corrupción». El líder de Ciudadanos, en una reciente reunión de su grupo parlamentario, recordó a sus pupilos que la estrategia de comunicación es insistir en que Rajoy «no puede abanderar la regeneración», pero sin pedir explícitamente su cabeza y tendiendo el puente del diálogo al PP. Y así lo hacen. «El PP se regenerará donde determinen las negociaciones. Es una labor que deben decidir ellos», dijo también el viernes Toni Roldán, portavoz económico.
«El tiempo de Rajoy ya ha pasado», completó Miguel Gutiérrez, secretario general del grupo parlamentario. Matices. Apelan a la conciencia del PP para que sean ellos y no Ciudadanos quien entone eso de «Váyase señor Rajoy».
PP, PSOE y Ciudadanos saben que lo más importante es la percepción de lo que está pasando y que ésta y las negociaciones se ven afectadas por los acontecimientos que se suceden. Esto es lo que obligó a los estrategas de Ciudadanos a variar de forma evidente su discurso en los últimos días, en apenas horas. No quisieron quedar como benevolentes ante la corrupción del PP. De la caricia a la colleja en el mismo día. Fuentes de las tres formaciones saben que la corrupción determinará que las próximas negociaciones con el PP sean más bruscas y tensas.
¿Por qué esa dualidad, esa equidistancia? La formación naranja insiste en que el PP debe formar parte de la negociación para un posible acuerdo de Gobierno. Los equipos de ambas formaciones tiene previsto reunirse en los próximos días. Ciudadanos es consciente de que necesita de los populares para sacar adelante en el Congreso grandes reformas como la constitucional (se necesitan dos tercios de los votos de la Cámara) y que el PP cuenta con mayoría absoluta en el Senado que le faculta para frenar cualquier iniciativa.
Y un dato demoscópico a tener en cuenta: según el último CIS, los votantes que Ciudadanos podría perder se irían al PP (5,6%), mientras que un 2,4% del electorado popular emigraría a la formación emergente. En ambos casos se trata de los porcentajes más altos. Pero la equidistancia o indefinición tiene fecha de caducidad.
EL MUNDO – 14/02/16