Ignacio Marco Gardoqui-El Correo

Le había prometido a mi jefe que no escribía sobre el coronavirus y ya ve. Bueno, lo del título tiene truco, pues es una burda manera de captar su atención y no desentonar con el tema que atesta las páginas del periódico de hoy. Si tiene la paciencia de seguir leyéndome ya verá como me alejo del bicho enseguida. La cosa viene de que la epidemia (¿es eso realmente?) va a incrementar los perfiles negativos de los planes económicos del gobierno, amenazados desde el principio por las dificultades internas de su propia aprobación.

Sabe de sobra que el gobierno de progreso necesita dinero para poder gastar más y que para ello ha decidido renegociar y expandir los límites del déficit público en Bruselas y, ¡cómo no! subir los impuestos a troche y moche. El listado de teclas a tocar es enorme: ‘tasa Google’, ‘tasa Tobin’, subidas del IRPF en los tramos altos, armonización del impuesto sobre el patrimonio (es decir implantación allí donde se bonifica), establecimiento de unas bases mínimas en el Impuesto sobre Sociedades e imposibilidad de deducir todos los impuestos pagados por las filiales en el extranjero, más impuestos para el diésel y para el tabaco, aumento de las cotizaciones sociales, impuestos verdes… ¿Cuál es el problema de esta voracidad? No, ninguno, todo es genial. Lo único que también es contractivo. Es decir, atentan contra la actividad y después lo harán contra el empleo.

¿Es eso lo que necesitamos? No parece. Piense que estábamos en una fase del ciclo económico ya de por sí contractiva. El crecimiento del PIB perdía fuelle y el empleo daba muestras de fatiga. Pues eso, todos los planes del Gobierno acelerarán el proceso una vez que no hay nada previsto para favorecer la inversión y empujar al consumo. Bueno, pues ahora el maldito bicho agravará la enfermedad que padecemos. No me refiero a la del coronavirus no, pienso en la del estancamiento de la economía que penará con una mayor caída del consumo, un serio parón de la inversión, problemas en las cadenas de producción y en los sistemas de distribución, etc. ¿Por qué cree que la Bolsa ha perdido en 15 días más de 100.000 millones de euros? Los sectores relacionados directamente con los movimientos de las personas, profesionales y de turismo ya sufren duramente el impacto del temor a la enfermedad y el de las restricciones impuestas por las autoridades sanitarias. Luego vendrán los demás si esto sigue así. Es decir, la coyuntura, que ya estaba débil tendrá que soportar las consecuencias de los planes del Gobierno y el impacto negativo del virus. Parece demasiada carga para unos hombros tan débiles y cansados.

Pero hay una esperanza. Obviamente, lo mejor es que la enfermedad remita y las cosas vuelvan pronto a la normalidad, que las personas se muevan otra vez, que los espectáculos, los congresos, etc., se puedan celebrar, que los colegios se abran y los allegados vuelvan a visitar a sus parientes en las residencias. Pero me refería ahora a las dificultades que le surgen al Gobierno para aprobar sus presupuestos. En el PNV saben mucho de estas cosas y sus líderes ya empiezan a lanzar mensajes aconsejando posponer el asunto hasta el año que viene, lo que de suceder derrumbaría el récord de longevidad de los presupuestos elaborados por Cristóbal Montoro hace dos glaciaciones.

En efecto, el Gobierno necesita el apoyo, probablemente pasivo, de ERC, quien quiere darlo pero igual no puede. Para facilitarle las cosas y conseguirlo ha ideado un sistema extravagante que consiste en reunir una mesa, de diálogo por supuesto, a la que ha arrastrado a JxCat y de la que renegaron inmediatamente en Perpignan sus líderes principales. No sólo eso. Para ganar tiempo plantea un sistema de negociación increíble ya que la mesa se reunirá una sola vez al mes, lo que no parece demostrar una urgencia excesiva para la solución de tan enorme problema. Quizás todo sea que, como aseguran los Torra, Ponsatí, etc, sabedores todos de que de la mesa no saldrá ningún acuerdo tangible, se trata simplemente de constatarlo lo más tarde posible, cuando ya se hayan podido aprobar los presupuestos.

¿Es viable este plan? Pues si le añadimos la posible convocatoria de las elecciones catalanas, que está en manos de alguien tan sensato y razonable como el ‘molt honorable’, hay que ser muy optimista para responder afirmativamente. Lo cual, como le he dicho antes, abre la posibilidad de que no se aprueben y el Gobierno tenga que modificar y posponer sus planes fiscales. ¿Victoria? No se haga ilusiones. Simple supervivencia un rato más.