EL PAÍS-EDITORIAL

  • Las nuevas cuentas darán estabilidad al precio de abonar una peligrosa polarización

Esta cesión, junto con el pacto de Podemos con Bildu y Esquerra para forzar al PSOE en el tema de los desahucios, proyecta una sombra preocupante sobre la gobernanza en España. El eje Podemos, Esquerra y Bildu cimienta una alianza sobre un proyecto desarticulado de país que los socialistas no pueden ni deben avalar. Tratar de desinflamar conflictos largamente enquistados es positivo. Pero hacerlo a costa de dinamitar el diálogo con la otra mitad del espectro político no lo es. El coste de hacerlo será mayor a largo plazo, en términos de gobernanza y estabilidad institucional. Mientras, resulta evidente que estas tres formaciones se han apresurado a avalar el presupuesto, con la gesticulación adecuada, para cerrar el paso a cualquier pacto con Ciudadanos. Su deseo —y el gran riesgo de fondo para el conjunto del país— es que los presupuestos consoliden esa geometría política, haciendo imposible cualquier otra.

Pese a ello, el primer tramo de enmiendas ha sugerido que la mejora del proyecto de presupuesto y la ampliación de alianzas es posible. Ahí está la que aplaza el impuesto al diésel (promovida por el PNV) y la que implanta la tarjeta sanitaria única (por C’s). El PSOE debería insistir en esa vía: la que entiende el presupuesto como un documento abierto, susceptible de mejoras ahora en las enmiendas y después, en su ejecución. En el otro lado de la ecuación, igualmente, C’s no debería rendirse en su apuesta por el diálogo. De momento sigue en la mesa. Es improbable que acabe dando su apoyo, pero ya ha marcado el presupuesto y puede influir todavía más.

Esa dinámica constructiva por ambas partes debe seguir en el interés de la colectividad. La coalición PSOE-Podemos es legítima y sus planes de política social pueden ser coherentes. Pero no dispone de la visión compartida y la fuerza suficiente para un proyecto de país. La cooperación con ERC y Bildu no puede vertebrar ese proyecto. En consensos de Estado debe también acometer su parte el PP: puede entenderse que quiera ser alternativa en materia presupuestaria. Pero en lo demás es hora de que sustancie el giro anunciado y abandone la oposición destructiva que ha practicado desde que perdió el poder.