El desconcierto de ETA

FLORENCIO DOMÍNGUEZ, EL CORREO 12/05/2013

· Cuadros de la izquierda abertzale reclaman a la banda que dé pasos unilaterales para romper el bloqueo de la actual situación.

·  Los servicios antiterroristas esperan que la banda trate de presionar al Gobierno durante los próximos meses.

· Uno de los detenidos esta semana en Montpellier profiere gritos en favor de ETA durante la operación policial que golpeó el aparato de zulos.

Los presuntos miembros de ETA Ekhiñe Eizagirre y Kepa Arkauz llegaron a la localidad de Blois pocos días antes de su arresto el pasado martes. Se instalaron primero en un hotel mientras buscaban vivienda de alquiler. Al final encontraron dónde alojarse: una segunda planta de una pequeña casa, casi aislada en la margen izquierda del Loira, encima de Chez Sandrine, el negocio de arreglo de uñas y extensiones de pelo que se anuncia con el curioso lema de «Bella desde todos los ángulos».

Una vez instalados comenzaron a recorrer la ciudad para conocerla sin darse cuenta de que tras ellos estaban los agentes del servicio de información francés (DCRI) y de la Guardia Civil. Uno de los días recorrieron la parte de Blois situada en la orilla derecha del río. Al volver fueron fotografiados cuando atravesaban el puente Jacques Gabriel. Otro día los policías grabaron a la pareja en la esquina de la Avenida Presidente Wilson con la calle de la Cadena, delante del bar Le Pavillon. Acababan de comprar un bocadillo para los dos y se lo iban comiendo mientras regresaban camino de casa.

Eizagirre y Arkauz acababan de hacer el «salto», es decir que habían abandonado el coche y su anterior domicilio en otra ciudad para buscar un nuevo escondite y un nuevo coche. Los etarras hacen el «salto» cuando sospechan que están vigilados o cuando llevan demasiado tiempo en un mismo lugar. Lo hacen por razones de seguridad, pero a los supuestos encargados de falsificar documentos para ETA no les sirvió de nada.

A Josu Ternera, David Plá e Iratxe Sorzabal el «salto» se lo impusieron las autoridades de Noruega cuando les hicieron abandonar la seguridad de Oslo el 18 de febrero tras comprobar su negativa a dar pasos hacia el desarme o la disolución. Ese cambio forzoso puso de manifiesto que se había acabado el esquema con el que se había movido ETA desde el anuncio de renuncia a la violencia de octubre de 2011, un esquema que contemplaba una negociación con los gobiernos de España y Francia como contrapartida por abandonar el terrorismo. Desde entonces ETA y los suyos se encuentran en una encrucijada compleja sin saber por dónde tirar.

Habían confiado en que la movilización popular y la presión internacional forzarían a París y Madrid a reunirse con la dirección de la banda, pero se han encontrado con que han fracasado en un terreno y otro. Muchos presos llevan tiempo reprochando a la izquierda abertzale su incapacidad o su falta de ganas para poner en marcha movilizaciones sostenidas en el tiempo y ETA se ha hecho eco de esta inquietud en su último comunicado y en el documento final de su debate interno para meter presión a Sortu y a sus socios. La banda, además, ha tensionado sus relaciones con la Comisión de Verificación, ha acabado con la paciencia infinita de las autoridades noruegas y ha fracasado en su intento de atraer al Gobierno francés a una negociación particular. ETA no quiere reconocer responsabilidad alguna en esa acumulación de fracasos, pero manifestó su irritación en el comunicado publicado el 27 de marzo dando cuenta de su expulsión de Noruega.

Diferentes informes

El documento fue analizado por los servicios antiterroristas con todo detalle. El CNI llegó a la conclusión de que no existía peligro de que la banda diera marcha atrás y volviera a los atentados y que la propia ETA tenía interiorizado que sus representantes iban a ser expulsados de Noruega. El servicio de inteligencia consideró que no es previsible que ETA vaya a cambiar de forma radical su estrategia. Los analistas de la Ertzaintza están en una línea parecida. No descartan por completo la eventualidad de una ruptura en el seno ETA –el propio director de la Policía vasca, Gervasio Gabirondo, lo manifestaba en declaraciones públicas–, pero en este momento no tienen datos sobre ese riesgo.

La Guardia Civil advertía un aumento del tono amenazador en el comunicado, aunque sin riesgo inmediato de una acción terrorista que le enfrentaría a la izquierda abertzale. A medio plazo no descartaban esa posibilidad, pero estaría precedida antes por una escalada de movimientos intimidatorios. Por su parte, el Cuerpo Nacional de Policía considera que ETA y la antigua Batasuna transitan ahora caminos independientes y no descarta la posibilidad de que, en una situación de bloqueo sostenido, la banda optara por atentar de nuevo para forzar la negociación que no consigue de otra manera.

Los servicios policiales franceses observan que los miembros de ETA en la clandestinidad, como los seis arrestados esta misma semana, carecen de información sobre lo que están haciendo sus jefes. Ignoran todo sobre los movimientos de Ternera, Plá o Sorzabal porque las decisiones estratégicas las está tomando un núcleo muy reducido de etarras. Así se adoptó, por ejemplo, el anuncio de renunciar a la violencia que sólo fue consultado con algunos miembros del Zuba-hitu, el grupo asesor formado por antiguos miembros de la dirección de ETA ahora encarcelados. Esa decisión parece haber sido avalada en el reciente debate interno todavía sin acabar. Las informaciones que llegan sobre los miembros de ETA es que predomina entre ellos una aceptación resignada del final de la violencia. No hay un especial convencimiento, pero no ven viable una vuelta atrás. Más resistencia hay ante la idea de entregar las armas o disolver la organización terrorista.

Debilidad crónica

Todos los servicios antiterroristas coinciden en que ETA está en una situación de debilidad crónica. En los últimos seis meses, por ejemplo, han sido detenidos diez de los catorce miembros que formaban el aparato logístico. No obstante, los analistas de la lucha antiterrorista dan por hecho que ETA va a tratar de presionar al Gobierno. Unos creen que lo hará con movimientos propagandísticos que se verán en las próximas semanas o meses y otros consideran que buscará tensionar la situación con declaraciones, buscando un incremento de movilizaciones callejeras, con kale borroka o empujando a la izquierda abertzale a endurecer su discurso como ha ocurrido en las últimas semanas o, incluso, sus actuaciones.

Ante la situación de bloqueo, desde las filas de la izquierda abertzale en público se acusa al Gobierno, pero en ámbitos internos dirigentes cualificados consideran que se están equivocando al separarse de la estrategia de los tres años anteriores, la estrategia de realizar movimientos unilaterales. Piensan que si hubieran esperado a que hubiera actuaciones acompasadas del Gobierno, como mantenía ETA en 2010 que condicionaba la tregua a obtener contrapartidas, todavía seguirían en la ilegalidad. Consideran un error la vuelta a planteamientos de reclamación de actuaciones bilaterales, como hace ETA, porque quedan en manos de lo que decidan los Estados. Su receta para romper el bloqueo es seguir desarrollando iniciativas unilaterales, pero los llamamientos internos a insistir en la unilateralidad no terminan de calar en ETA, que exige negociar con París y Madrid, ni en los portavoces de los presos que condicionan cualquier paso por su parte al fin de la dispersión.

Entre los presos pasa como entre los miembros de ETA en la clandestinidad, que la mayoría no están informados de lo que está ocurriendo y tienen la sensación de no pintar nada. Los críticos, cuyo máximo referente es ‘Txikierdi’, ven en el bloqueo la confirmación de su desconfianza a la nueva estrategia que llevó al fin de la violencia, pero numéricamente son los menos. La mayoría está con las tesis que impulsó Batasuna. Todos están pendientes de lo que resuelva el Tribunal de Estrasburgo sobre la ‘doctrina Parot’ y miran a la calle continuamente para ver si las movilizaciones van a más: el ‘aske gunea’, la concentración de San Sebastián para impedir la detención de seis miembros de Segi, ha supuesto una inyección de moral en el alicaído ánimo de los reclusos. Sin embargo, algunos recelan de Sortu y temen que se centre sólo en el papel institucional y se olvide de la lucha de masas.

El mismo desconcierto que afecta a los líderes de ETA se aprecia en las cárceles donde no pocos presos admiten que se han quedado sin hoja de ruta y se preguntan qué va a pasar ahora con su situación.

 

LAS CLAVES

· Desconocimiento
Francia observa que los miembros de ETA, como los seis arrestados esta semana, carecen de información sobre lo que están haciendo sus jefes.

· El estado de ánimo
Entre los etarras predomina una aceptación resignada del final de la violencia. Sin especial convencimiento, no ven viable una vuelta atrás.

· Reticencias internas
Algunos recelan de Sortu y temen que se centre sólo en el papel institucional y se olvide de la lucha de masas.

FLORENCIO DOMÍNGUEZ, EL CORREO 12/05/2013