El descrédito sindical

EL MUNDO 18/10/13
VICTORIA PREGO

También CCOO está metida en este aquelarre andaluz de sangrar a la Junta dinero de subvenciones para luego destinarlo a asuntos propios de la más diversa índole, como pagar los traslados de una dirigente sindical desde Sevilla a su casa en Almería.
Lo que hoy publica este periódico es una muestra más del desgobierno de la Junta de Andalucía en lo que al dinero público se refiere, y a la desvergüenza de los sindicatos en el uso del dinero recibido a espuertas y gastado de manera inaceptable.
Hizo muy bien anteayer su líder Fernández Toxo cuando dijo en su informe al consejo confederal de su sindicato que «nosotros no somos una isla impoluta en medio de un mar de corrupción y descrédito». Evidentemente no lo son. Al contrario, junto con UGT, son los responsables de haber hundido la reputación de unos sindicatos que, en otro tiempo, fueron un referente de honestidad y de auténtica lucha en defensa de los derechos de los trabajadores.
El daño que estos comportamientos corruptos han hecho a la ya muy mermada reputación sindical, es extraordinario y se suma fatalmente a su pérdida de autoridad por el hecho de haber defendido en los últimos tiempos únicamente los intereses de los trabajadores fijos y haber dejado en el olvido a los parados.
Pero sin unas organizaciones sindicales fuertes y prestigiadas, una democracia se resiente muy gravemente. Lo mismo que a tantas otras instituciones españolas, es necesario reformar los sindicatos, metidos hoy en una maraña de complicidades y subvenciones sin cuento que han desembocado hoy en el desastre de corrupción que contemplamos.
Para empezar hay que revisar la financiación sindical, cuyas cuentas siguen siendo un secreto para los ciudadanos. Hay que acabar con la vía de las subvenciones a discreción y hay que regular el coste de los trabajos que desempeñan en los ERE y en los conflictos laborales. Hay que introducir luz y control para que puedan regularse su papel y los servicios que prestan y que nadie puede pretender que sean gratis.
Mientras esas reformas no se acometan, seguiremos teniendo noticias constantes de los abusos cometidos y los sindicatos irán no sólo perdiendo afiliados a chorros sino perdiendo también, y definitivamente, el respeto de una población que ya les tiene muy poco.