El descubrimiento de la izquierda I

EDUARDO TEO URIARTE – 15/06/15

Eduardo Uriarte Romero
Eduardo Uriarte Romero

· Resulta bastante obvio que una mayoría absoluta mal gestionada por el PP ha propiciado el multipartidismo actual, pero éste no se hubiera producido de no haber sido impulsado por un PSOE volcado hacia el radicalismo ideológico y desacierto político iniciado con Zapatero. El abandono socialista de la práctica que hizo posible el espacio de la convivencia política tras la dictadura puede tener consecuencias muy serias para la estabilidad social en un futuro próximo porque se empieza a vislumbrar que el sistema no lo aguanta todo. A los esfuerzos nacionalistas por romper con él, a los que los socialistas no han dado muestras solventes de rechazo, inconscientes de este riesgo, se suma ahora su alianza con todos los grupos antisistemas propiciando una caótica horda, bajo la coartada del descubrimiento de la izquierda, cuyo fin único es “desalojar” al PP. Descubrimiento nada nuevo, pues los frentes populares vinieron a ser lo mismo. Aquellos frentes de los que tan destrozados, tras ser engullidos, salieron los partidos socialistas. Este tipo de comportamiento acabó con la estabilidad política en Europa previamente a la Segunda Guerra Mundial.

Debiera hacerse evidente que el advenimiento del multipartidismo ha supuesto no sólo el debilitamiento del partido que disfrutaba de mayoría absoluta sino también el debilitamiento del otro partido en el que se sustentaba el sistema bipartidista.  No se reproduce, como en el pasado, que el descenso electoral de uno suponga el crecimiento del otro. Uno desciende mucho y el otro no acaba de remontar el descenso. Ambos se consuelan en la derrota, uno baja y el otro también, aunque el aparentemente menos perjudicado en esta última ocasión vaya a buscar en una alianza impensable hace pocos años,  gracias a este redescubrimiento de “la izquierda”, un poder que camufla su situación de crisis y que puede ser acrecentada hasta su desaparición mediante tales alianzas. Experiencia reciente pudiera encontrarse en el PSC y su tripartito catalán.

Dichos partidos dejaron de darse cuenta, pero especialmente el PSOE, de que su futuro iba unido al del otro  dentro de la pervivencia del sistema surgido en la Transición. En este sentido, el socialismo prosigue un comportamiento muy arriesgado, inconsciente de la dimensión del alcance de su proceder. Pues desde tiempo atrás Zapatero inició esa obsesiva estrategia de ataque a la derecha -desenterraba la memoria histórica con vil fin-  a la vez que propiciaba el acercamiento a grupos izquierdistas o secesionistas, y sus resultados  los vemos hoy. Resultados que si a alguien va a perjudicar a corto plazo va a ser precisamente al PSOE. Pues este partido no levantará cabeza hasta que no deje de contemplar al PP como el enemigo ante el cual se puede justificar cualquier despropósito político con tal de “desalojarlo” del poder, porque con dicha obsesión nunca será consciente que con ello está entronizando a sus auténticos verdugos, a los populistas antisistema, sean bolivarianos o nacionalistas.

El proceso de radicalización izquierdista asumido por este partido, de enfrentamiento maniqueo con el PP, ha supuesto, además, que irreflexivamente se fueran dando los pasos para desertar del marco de la Transición. Sin conciencia en el seno del partido ante lo ilimitado del proceso, pues la fobia contra la derecha escondía el fin, quizás no deseado, de volar el espacio político que se plasmó en la Constitución del 78. Algunos hitos preocupantes, que predecían este marco inestable que inauguramos hoy con los pactos municipales y autonómicos, fueron las actitudes del socialismo ante el nuevo estatuto inconstitucional de Cataluña, el descontrolado proceso de negociación con ETA que acabó con la legalización por el Constitucional de HB, las reticencias socialistas a posibilitar la sucesión en la Corona, y la ruptura unilateral de votar al candidato, Juncker, pactado entre socialdemócratas y derechas europeos. Espiral socialista que deja al PP como la única esperanza  de estabilidad política hasta que Ciudadanos no supere sus límites electorales del presente.

El desencanto finalmente expresado por personajes del socialismo de la Transición ante las alianzas con populistas podía haber sido expresado en aquellos prolegómenos antisistema que ZP promovió mucho antes de que  Podemos existiera. Porque de aquellos despropósitos surgen estas decisiones que hoy les escandalizan, y que actualmente son asumidas nos sólo por socialistas sino en amplios sectores de la sociedad, alcanzando la aberración democrática de convertir al PP en el chivo expiatorio de todos los problemas. De lo que no son conscientes los socialistas es que esta deriva les va a convertir a ellos mismos en los siguientes chivos expiatorios, en los enemigos del pueblo, sujetos de la espiral de enfrentamiento que ZP inauguró cual en una parodia revolucionaria. Por ello, Podemos tuvo que existir, porque el socialismo no podía alcanzar las metas de radicalismo demagógico que él mismo iniciaba, y que éste, tras el magisterio del chavismo, ha alcanzado. En gran medida gran parte del bagaje cultural de Podemos existía desde tiempo atrás en el propio socialismo español, y posiblemente éste no se hubiera extendido con tal rapidez  sin la aportación ideológica fundamental del partido de Largo Caballero..

En la deriva del PSOE no sólo se entendió y compartió en su seno la indignación de las personas afectadas por la crisis y la simpatía hacia sus emergentes caudillos, antes ya se comprendía incluso, acercándose a la justificación, las razones de la existencia de ETA y el por qué de sus acciones violentas, a la vez que se simpatizaba con movimientos populistas latinoamericanos, encubridores de dictaduras nacionalistas, y se tomaba nota de los motivos de la insurrección yihadista. Occidente, el capitalismo, los mercados, la globalización, y sobre todo el PP, eran los auténticos culpables. Evidentemente: nada que ver con el PSOE de la Transición algunos de cuyos miembros si habían leído el ensayo de Mao “Sobre la Contradicción”. Una especie de “Barrio Sésamo” para marxistas de manual donde se distingue al “auténtico amigo” del “auténtico enemigo”.

Dicho claramente, es en el comportamiento y nuevos planteamientos ideológicos del PSOE donde reside el origen ideológico y político de la crisis que padecemos. La crisis del sistema procede desde dentro de él, concretamente desde el momento que el PSOE buscó garantizarse el poder con el deseo peregrino y poco democrático de liquidar al PP. Tarea difícil, que de conseguirse pasaría por encima de su propio cadáver, pues no es el PSOE un partido que pudiera sobrevivir fuera del sistema que lo resucitó en 1976 sin  una derecha conservadora y democrática enfrente. Posiblemente, del obsesivo deseo de eliminar a la derecha se deslizara la consecuencia de cargarse la Transición. Operación de demolición al final inalcanzable para el PSOE, pues el miedo ante el abismo le podría paralizar, pero que tiene en Podemos y sus múltiples círculos y aliados antisistema el auténtico y coherente ejecutor, porque una vez superadas, abandonadas, las barreras del sistema, la vorágine revolucionaria se traga a todos sus protagonistas. Podemos es la herencia, e instrumento necesario, del discurso izquierdista del PSOE, a la vez que su ejecutor.

Esa estrategia exclusivamente basada en ir contra la derecha ha conseguido en la sociedad española, acrática y religiosa donde las haya –no carece de significación, y de lección a los españoles, que sea la cuna del republicanismo moderno la que aplauda al rey de España en su Asamblea Nacional-, la conversión del PP en chivo expiatorio, como antes lo fueron los frailes y curas –hoy frailes, curas, y hasta monjas se apuntan al populismo ganador contra el PP-. En los medios de comunicación, entre la mayoría de los periodistas, en los círculos de las tabernas, ha triunfado el discurso dominante contra el PP, incluyendo como normal el rechazo a la posibilidad de que gobierne a pesar de seguir siendo la fuerza mayoritaria, simplemente por ser de derechas. Así se está destruyendo uno de los elementos sustanciales de la democracia: su carácter inclusivo. El mismo error que el frente popular aplicó, destruyendo así la II República. Y así se esta pergeñando la decisión de arrebatarle el Gobierno tras las próximas elecciones generales al PP a pesar de que fuera la fuerza mayoritaria.

 

Eduardo Uriarte Romero

(Amenazo con una segunda y tercera parte, queda caña para el PP y el comentario sobre el enroque venezolano de Felipe González)