FLORENCIO DOMÍNGUEZ, EL CORREO – 12/08/14
· Este verano, el lehendakari ha hecho dos declaraciones relevantes que pueden explicar las razones del enfrentamiento que se ha registrado en los últimos meses entre el PNV y la izquierda abertzale acerca de ETA, los presos y el desarme y que explican también los recelos mostrados por el Gobierno vasco durante la visita que realizaron el pasado mes de julio a Bilbao Jonathan Powell y Martin McGuinness.
El pasado 19 de julio, después de la visita de Powell y McGuinness, el lehendakari manifestó que, tras la «escenificación» del sellado de armas del 21 de febrero por parte de ETA esperaba un «comunicado claro» de la banda terrorista apostando con nitidez por el desarme, comunicado que no se produjo. «No es que yo lo pensara, es que había un compromiso», reveló el lehendakari poniendo al descubierto una de las claves de la situación, provocando que desde la izquierda abertzale le acusaran de quebrar la discreción con que se supone que se actúa en estos casos. Este fin de semana pasado, Iñigo Urkullu ha vuelto a recordar el episodio del 21 de febrero llamándole «escenificación no muy afortunada con el llamado Comité Internacional de Verificación» y recordando cómo él se implicó a fondo para dar cobertura a aquella operación.
Las palabras del presidente vasco dejan ver la sensación de haber sido objeto de un doble engaño. El primero, el propio episodio del sellado de armas, que no estuvo a la altura de las expectativas que se habían generado. Es significativo que el lehendakari, a pesar de haberse involucrado al máximo y de haber respaldo a los verificadores, le llame ahora «escenificación no muy afortunada». Reconoce públicamente lo que en privado admitían dirigentes de su partido, que la actuación de ETA el 21 de febrero fue decepcionante. El segundo engaño viene del hecho de que ETA no haya emprendido de manera efectiva el camino del desarme como, al parecer, se había comprometido o como le habían hecho saber a Iñigo Urkullu.
A esa doble decepción cabe atribuir los recelos y desconfianzas de los nacionalistas con todo lo que tiene que ver con ETA, sus movimientos y sus presos. El lehendakari mostró de forma pública sus recelos con el viaje de Powell y McGuinness, a los que dio plantón, y ve con incredulidad las afirmaciones de ETA sobre el desmantelamiento de sus estructuras militares. El Gobierno vasco y el PNV han puesto en cuestión la voluntad de los etarras presos de tomar iniciativas para su reinserción y les reclaman que den pasos efectivos.
El desengaño por el incumplimiento de las expectativas de febrero han llevado al lehendakari, a su partido y al Gobierno vasco a una situación de desconfianza respecto a las intenciones de ETA y de enfrentamiento político con Sortu. Perciben, y no parece que estén equivocados, que la banda está ganando tiempo con operaciones propagandísticas, quizás a la espera de que se celebre