Eduardo Uriarte-Editores
Aunque no accedió al poder a los sones exagerados del himno de Freedonia, sí que exhibió muy pronto la volubilidad en los principios que se atribuyen a Groucho Marx. Hizo todo lo contrario de lo que dijo, y, efectivamente, su Gobierno a estas alturas es tan caótico como el de aquella inolvidable película, “Sopa de Ganso”.
Esperemos que su presidencia no acabe como en ella, en una guerra donde quemar más madera. Porque aquí, ya tuvimos el precedente de Asturias. Rebelión encabezada por su partido ante la victoria electoral de la derecha en la República. Digamos para tranquilizarnos eso de que las cosas han cambiado, que estamos en Europa, aunque tras estos años de memoria histórica y democrática parezca que Sánchez y sus aliados quisieran, en esta estrategia de retroprogresismo, llevarnos a lo más cruel de nuestro pasado. Que no vuelva lo del treinta y cuatro cuando gane la derecha.
Pero todavía casi queda un año para las elecciones generales, año de caos. El Gobierno no se rompe, aunque una parte del Gobierno enmiende a la otras del Gobierno (como la parte contratante de la primera parte….), debido a que el odio laclausiano a la derecha (odian más al derecha que los compinches de Brian a los romanos) les cohesiona apasionadamente, y porque si salen del Gobierno, además de quedar a la intemperie, todos los procesos, el bolivariano de toma del Estado, el nacionalista catalán y vasco, se quiebran. No habrá adelanto electoral, el esperpento de la permanencia en el poder para que no llegue la derecha continuará, los violadores seguirán saliendo y los trenes no cabrán por el túnel. Es lo que tiene la enajenación ideológica, ni te enteras del aberrante error que portaba la ley del “sólo si es si” a pesar de los avisos, ni te permite ver si mides bien el túnel. Que la realidad no te impida un buen discurso.
¿Cuándo empezó esto? (volvemos a Zabalita). El PSOE, factor fundamental del actual caos, que supo aparentar durante la Transición y los gobiernos de González un talante social-liberal muy adecuado para el momento político, siguió, sin embargo, profundamente vacío de fundamento ideológico, lo que le ha impelido a girar radicalmente respecto a su anterior proceder político al socaire de las modas emergentes. Ya comentó esa orfandad ideológica mi desaparecido amigo Onaindia en una conferencia en Valladolod titulada Cultura de la Transición, en la que testificó que la única aportación teórica del socialismo español había sido la movida madrileña. El socialismo español en ese desamparo de ideas se ha dejado seducir por las tendencias más pueriles y demagógicas como es el izquierdismo populista que llegara desde Latinoamérica.
Todo se empezó a joder, Zabalita, en el 2001, cuando nada menos que, por las palabras de mi, hasta entonces, admirado Felipe González -“no te equivoques Nicolás …”-, puso en entredicho en aquel mitin de Baracaldo la alianza constitucionalista del socialismo vasco con el PP frente al soberanismo nacionalista del Plan Ibarretxe. Fue precisamente en esa comarca vizcaína donde se produjo el socavón electoral socialista que arrastró la derrota de la alianza constitucional.
Allí se rompió la línea roja, la que marca la Constitución, pues tras la derrota de la alianza con el PP se publicó un memorable artículo crítico con esa alianza –“El Discurso del Método”- por parte del Juan Luis Cebrián, que hoy está escandalizado por la política de Sánchez, y que dejó el camino expedito, y justificado, para que se iniciara el proceso de negación al sistema democrático por parte del más descarado e irresponsable oportunismo político socialista.
La quiebra de la línea roja fue profundizada posteriormente durante todo el proceso negociador con ETA durante el gobierno de Zapatero, esbozando allí, desde entonces, la actual alianza Frankenstein, promotora de todo tipo de atentado al orden constitucional mediante mutaciones, legislaciones irresponsables, control de todos los contrapoderes del Estado y legitimadora de los aliados secesionistas.
En 2001 se depreció por parte de lo más florido del pensamiento socialista la defensa constitucional y desde entonces todo desmán y disparate ha sido propiciado. Se ha ido echando posteriormente más madera, esperemos que no acabe como en Asturias.