Tonia Etxarri-El Correo

La decisión, inesperada, del presidente de la Generalitat, Pere Aragonès, de presentarse en el Senado para defender la amnistía y, de paso, la autodeterminación, había generado la máxima expectación ante una sesión en la que van a estar ausentes los tres presidentes autonómicos socialistas y el lehendakari Urkullu. La sesión de hoy se presumía algo deslucida para el PP de Feijóo, que buscaba un pronunciamiento claro ante la Comisión General de las Comunidades Autónomas en la Cámara alta y temía quedarse solo frente al espejo porque los socialistas estaban desactivándola. Sus presidentes autonómicos no van. Solo son tres. El Gobierno también hará mutis por el foro. Por eso, el anuncio de la asistencia de Aragonès parecía que iba a dar la vuelta a la cita en el Senado. Pero no.

El presidente catalán no piensa afrontar un cara a cara con el PP. Tan solo busca reivindicarse para ganar foco en su pugna con Junts por el liderazgo secesionista. Llegará, soltará su soflama en catalán y se irá por donde vino. Sin escuchar a los demás. A los representantes de las doce comunidades donde gobierna el PP. Sin contrastar. En una manifiesta actitud despectiva hacia sus señorías en particular, hacia el Senado en general. Un desprecio que ha mantenido en tantas ocasiones, cuando se ha desplazado el Rey Felipe VI a Cataluña por ejemplo, y que piensa sostener hoy con los senadores españoles.

Serán sus diez minutos de oro. Y, después, uno de los adalides del discurso del diálogo mientras chantajea el Estado, dejará plantados a los presidentes populares de las comunidades autónomas. Muy democrático todo. La ingenuidad de los barones del PP había provocado un aplauso generalizado hacia Aragonès cuando creyeron que el presidente de la Generalitat iba a poner en un aprieto a Sánchez al contar, esta vez en sede parlamentaria, sus exigencias para apoyar la investidura del presidente en funciones y más allá.

La amnistía, que tanto le ha costado a Sánchez llamarla por su nombre, y el referéndum para cuando empiece la legislatura. Lo hará pero sin escuchar a los demás. Serán 10 minutos a favor de la amnistía y más de dos horas en contra. Pero sin contraste de pareceres. Aragonès hablará y después… ‘ahí se quedan ustedes’. En un momento en el que las negociaciones entre Moncloa y Waterloo parecen atascadas, la irrupción de Aragonès en el Senado es reivindicativa.

No sólo de la amnistía, que ya veremos si la concreta, y la autodeterminación sino de un mayor protagonismo frente a Junts en relación al candidato a repetir en la presidencia. Hoy Aragonès protagonizará una secuencia de autobombo de ERC. Junqueras frente a Puigdemont. Han pasado ya quince días desde que el Rey encargó a Sánchez que intentara su investidura. Quedan otros 40 días de plazo. La pugna entre Puigdemont y Junqueras le están llenando el camino de trampas para osos.

Hoy, Aragonès persigue captar foco para poder recoger lo sembrado. Si la investidura de Sánchez llega a prosperar.