Miquel Giménez-Vozpópuli

¡Aparten las criaturas, llega el geo estratega a poner paz en la guerra que Hamas le ha declarado a Israel! Y es que Pedrín es mucho Pedrín y no contento con pacificar Cataluña, indultando a golpistas y amnistiando lo que queda suelto, y dejar las vascongadas como una balsa de aceite cogobernando con los del nueve milímetros Parabellum, se conoce que España se le ha hecho chica. ¿Solución? Ponerse a mediar entre judíos y palestinos dejando a Henry Kissinger como una cafetera rusa. El muchachito de Moncloa quisiera que la próxima cumbre por la Unión por el Mediterráneo, el nombre tiene guasa, se celebre en Barcelona, ciudad harto conocida en la actualidad por sus reyertas a machete en la calle, carteristas, narco pisos, impunidad de los CDR y otras lindezas. Sánchez quiere paz, fíjate, y así lo ha dicho en una declaración en la que, por supuesto, no ha admitido preguntas. Que la canallesca es muy facha y a ver si le preguntan algo que no convenga, como lo que supone tener ministros que apoyan a Putin, Irán, Hamás y a Maduro. Ay Belarra, Belarra, quien te puso Salvaora qué poco te conocía.

Permítanme, con permiso del gabinete de visados de periodismo no facha, una ligera crítica. Pedro, Pedrín, Pedrete, parafraseando a José María García, me da que esta vez te has equivocado. Pero deberías proponer como mediador a Illa. Sí, hombre, el chaval ese del que todavía estamos esperando que dé explicaciones en sede parlamentaria o judicial acerca de los contratos de compra de material sanitario durante el confinamiento. Coño, un tío delgado, alto, qui habli siempri poniendi la i al finil de lis palabris. El recomendao de Iceta, no fastidies, te tienes que acordar, que lo despachaste para Cataluña y el tío, encima, va y gana las autonómicas. Eso no sé si dice mucho en favor de Illa o en contra de mi tierra. Bueno, sí lo sé, pero avancemos.

En esa lista de mediadores podrías añadir a Puigdemont y así justificas la amnistía aunque eso de justificar, a ti, te la traiga al pairo. O a Pilar Rahola, que como la tele en la que vociferaba a diario sus soflamas pro Junts se ha ido a hacer puñetas y ya no emite

– España es malísima, obliga a ser pésimos gestores a aprendices de brujo chulillos y postineros- igual está interesada. Eso sí, pagando, ¿eh?, pagando

En fin, uno mira ese desastre en el que hemos convertido este planeta, unos más que otros, la verdad, y recuerda con irreprimible nostalgia la conferencia por la paz que tuvo lugar en Madrid en el lejano 1991. Entonces se nos respetaba como nación, Don Juan Carlos mediaba, pero de verdad, dado que, como jefe de estado, gozaba de un prestigio internacional abrumador y Felipe González y el servicio exterior ayudando a la Corona lograron sentar en una misma mesa a delegaciones de Israel, Líbano, Siria, Egipto y Jordania-Palestina. Fue la antesala de los Acuerdos de Oslo, que tanta relevancia tuvieron. Uno tiene grabada en la retina aquella fotografía en la que el Rey, Simón Peres y Yasser Arafat ponían las manos unas encima de las otras en señal de acuerdo. Los tres sonreían porque eran conscientes del paso de gigante que acababan de dar. La España de entonces tenía influencia en la política global y Don Juan Carlos podía resolver cualquier problema en el mundo árabe, pongamos con Marruecos o Jordania, simplemente descolgando el teléfono. Efectivamente, no gobernaba, pero reinaba ¡y cómo!

Aquello no puede volver dado que, por desgracia, los actores no son los mismos. Bien que lo siento, porque al paso que vamos el mundo se va a vé en un foyong que no va a sabé ni dónde se ha metido.