IGNACIO MARCO-GARDOQUI-EL CORREO
La cuestión tenía su morbo. Me refiero al dato del PIB del cuarto trimestre. Ya sabíamos que iba a ser el colofón de un año nefasto, pero el Gobierno previó un aumento de casi el 3% y una cifra similar, pero en sentido exactamente contrario, fue el cálculo adelantado por el Banco de España. ¿Quién ha tenido razón? Podríamos decir que ninguno, pues la cifra se ha quedado en un débil 0,4% de signo positivo. En realidad, no se trataba de saber quién dispone de la vista más aguda, si no de averiguar si podemos apoyar las esperanzas de recuperación sobre la evolución final del año pasado o si, por el contrario, vamos a empezar mal este.
Creo que, lamentablemente, no hay duda. Si al dato de ayer le sumamos la severidad de las restricciones aplicadas a la movilidad durante el mes de enero, una vez pasadas las ‘demasiado’ alegres navidades, la cuestión queda sentenciada. El primer trimestre de 2021 va a ser horrible, máxime cuando lo vamos a comparar con el primero del año pasado que, en su mayor parte, fue normal. El hecho de que el crecimiento haya sido positivo, en ese débil 0,4%, nos permite esquivar el calificativo de recesión, pero eso es una convención absolutamente inútil en estos tiempos. Lo cierto es que el tamaño de nuestra economía ha perdido un 11% de su volumen anterior. Una cifra nunca vista desde que contamos la historia del dato. Aunque los métodos de recogida de datos no son del todo homogéneos, en 85 años no se había registrado nada igual.
Los perfiles del roto causado por la pandemia se ven mejor en cifras absolutas. Nada menos que 130.000 millones de euros volatilizados por culpa del virus. Una cantidad tan enorme que, nadie duda ya, necesitará al menos tres años para recuperarse. Y espere, que queda este semestre. Un semestre que emplearemos en vacunar a la población, si el desbarajuste actual no lo impide, y en utilizar los dineros de Bruselas si les convencemos de que nos los manden y somos capaces de aplicarlos con eficacia. Es decir, el agujero crecerá, se hará mayor, bastante mayor, mientras que aquí seguimos discutiendo quién, cuándo, cómo y a quienes dispensamos la vacuna que necesitamos para volver a la normalidad. Y mientras que el Gobierno se pone acuerdo con Vox para desplegar las ayudas con un sistema que repugna a sus ‘familiares y allegados’ y que la oposición rechaza. Todo muy edificante.
En la batalla sanitaria el fracaso es absoluto, pero si este desastre económico no les pone las pilas a nuestros gobernantes y alcanzan un acuerdo inmediato para iniciar ya mismo las tareas de desescombro y recuperación, es que carecen de la mínima sensibilidad social y no se merecen nuestro apoyo. Ya vale.