Tonia Etxarri-El Correo
- Nada cambiará en la predisposición de Sánchez a seguir cediendo ante los secesionistas pero hay mar de fondo del descontento de tantos ciudadanos como los que se manifestaron en Barcelona
La ley de impunidad para que un ramillete de conspiradores contra la Constitución y corruptos vinculados a infracciones cometidas durante el ‘procés’ se vean rehabilitados a cambio de su apoyo a Pedro Sánchez cuenta con una fuerte oposición. Un rechazo que no hará cambiar de actitud a Pedro Sánchez pero que no se debería obviar. En las encuestas. En la calle, como se vio en la manifestación del pasado domingo en Barcelona y en el Parlamento donde el partido más votado en las urnas ya ha anunciado que piensa recurrir el «alivio penal» cuando llegue a aprobarse. Por lo tanto, resulta difícil asimilar esta medida de gracia a cambio de la concordia y la reconciliación. A no ser que sólo se piense en la mitad de la sociedad catalana. De ello hablan los interlocutores políticos y sociales que instan al presidente en funciones, ahora que ya se ha atrevido a pronunciar la palabra «amnistía», a que concrete de una vez los detalles de la subasta con Junts.
Horas antes de que se reuniese con el actual líder de UGT, Pepe Álvarez, su antecesor Cándido Méndez había manifestado, en Cope, su rechazo a la amnistía. El exlíder sindical, explícitamente crítico con el precio de la compraventa de los apoyos de Junts, pone el dedo la llaga de las contradicciones del argumentario de la Moncloa. «Si con los indultos hubo tanto éxito, ¿por qué ahora, con la amnistía, hay que restablecer la concordia? ¿No se había recuperado ya?
Nada cambiará en la predisposición de Sánchez a seguir cediendo ante las exigencias de los secesionistas. Pero hay mar de fondo del descontento de tantos ciudadanos como los que se manifestaron en Barcelona. Si la sociedad está dividida no es debido a que los manifestantes vayan buscando la confrontación, como llegó a decir el ministro Bolaños, sino que es la futura amnistía la que está abriendo otra brecha más en nuestro país. Con medidas de borrado de delitos que los mismos socialistas rechazaban en la pasada campaña electoral.
Pedir a Sánchez el arrojo que tuvo Felipe González cuando sometió su cambio de opinión sobre nuestra entrada en la OTAN, a referéndum es sobrevalorar su capacidad de persuasión, diálogo y encaje. Nada que ver. Pero es cierto, y venimos insistiendo en ello en las últimas semanas, que estos cambios tan radicales deberían ser sometidos al escrutinio de las urnas. Si quieren imponer la amnistía y el derecho de autodeterminación para Cataluña (también para Euskadi, según Otegi) debería explicarlo a sus votantes. Entonces, sí. Con la información que no se facilitó en la pasada campaña, elecciones de nuevo. Y que cada cual disfrute lo votado.
Pero no ocurrirá. A no ser que Puigdemont vuelva a salir huyendo si los cálculos electorales para la próxima cita en las urnas en Cataluña le conducen a dejar colgado a Sánchez. La amnistía se da por hecha (¿dónde hay que firmar?). Pero el prófugo exige más. El ‘procés’, lejos de diluirse, se está extendiendo. Perdón y olvido para todos los delitos de implicación política. No parece que haya alguien capaz de frenar este deterioro.