Iñaki Ezkerra-El Correo
Será como el día antes. Colectivamente no cambiaremos
Es una frase que se repite como el ajo y que quien la suelta pone cara de que fuera él quien la hubiera inventado: «Después del coronavirus nada volverá a ser igual». La ironía está en que te la dice gente -políticos, locutores, analistas…- que, por sumisión a un partido, a una línea editorial o a unas inercias ideológicas, trabaja con ahínco precisamente para que todo vuelva a ser igual: para que siga habiendo los mismos enfrentamientos y sectarismos, las mismas chuminadas populistas y polémicas estratosféricas, las mismas prevaricaciones y enchufismos, la mismas corruptelas e impunidades, la misma inoperancia de la clase política, la burocracia y la propia Justicia. Se equivoca el que cree que va a haber un antes y un después por arte de magia o de un virus; que menguarán el despilfarro público y las tabarras secesionistas; que prosperarán las montañas de denuncias contra la inacción y la mala fe del Gobierno. El archivo de la causa del 8-M es un ejemplo. El mismo auto que exime a José Manuel Franco porque ninguna autoridad sanitaria le dio indicaciones para prohibir la fatídica manifa del contagio señala al responsable: la autoridad sanitaria que debía haberle dado esas indicaciones y no se las dio. No hay peligro, sin embargo, de que dicha autoridad, al parecer fantasmal, sea imputada por ello. Nadie tendrá que responder ni por la catástrofe epidemiológica que aún no ha concluido ni por la económica que aún no ha dado más que los primeros pasos.
Cuando llegó la crisis de 2008 se habló mucho de acabar con el fraude fiscal y la economía sumergida, de adelgazar la Administración, de reducir los vehículos oficiales, de eliminar las embajadas autonómicas, de suprimir las duplicidades… No sólo no se hizo nada, sino que desde entonces esas lacras han ido en aumento. Con la actual crisis pasará igual. No vendrá ningún cambio de régimen sino Montoro reencarnado. Tanto si se mantiene la izquierda en el poder como si la reemplaza la derecha (cosa improbable dada su división), volverán a pagar los platos rotos las clases medias, los desgraciaos con nómina, los controlados por el sistema, los que llevan toda su vida cotizando. Como el hombre del casino provinciano de Machado, la España que bosteza augura que vendrán los liberales. Volverán, pero para hacer socialdemocracia de la peor, para asarnos a impuestos.
Sí, pese a los muertos, pese al desastre, pese a las sordas tragedias familiares (la pobreza, como la propiedad, siempre es un asunto privado), el día después será como el día antes. Colectivamente no cambiaremos. Seguiremos jugando a la izquierdita y a la derechita mientras el PNV se ríe de todos y se lo sigue llevando crudo.