- Sánchez renuncia a Madrid, sacrifica al socialismo en el bastión más importante y entrega a Ayuso un salvoconducto hacia la victoria
El domingo llamaban ‘asesina’ a la presidenta madrileña. El lunes, era Moncloa quien acuchillaba al PSOE de Madrid. Vaya lo uno por lo otro. Isabel Díaz Ayuso hace tiempo que se convirtió en la principal pesadilla del presidente del Gobierno, un tipo que duerme muy tranquilo desde que aposentó su colchón en la Moncloa, ya va para cinco años. Ha intentado tumbarla dos veces, con relativo éxito. Ahora parece decidido a encaramarla en el podio de los invencibles, tres victorias seguidas, una enormidad tan solo al alcance de los héroes de Marvel.
El desfile de 200.000 procesionales por las calles de Madrid ha sido el arranque de la campaña electoral de la lideresa. Una coproducción al estilo de Cecil B. DeMille, con un desmesurado despliegue de militantes del progreso, sindicalistas de tumbona, batas blancas no ofenden, pero tiznan, algún médico ofuscado y un cineasta crepuscular embutido en una reivindicativa camiseta tres tallas menor. «A por los 68», parecían corear los unánimes cofrades, ansiosos por alcanzar para su maltratada musa la cifra mágica de la mayoría absoluta.
Una decisión que no es más que el sincero reconocimiento por parte de Sánchez de que renuncia definitivamente a dar la batalla en la simbólica región
Al día siguiente de tan colosal performance, el fiel Bolaños desvelaba el secreto peor guardado de los últimos decenios. Reyes Maroto, ministra en tres pistas (Industria, Comercio y Turismo) y desconocida en todas ellas, el ángel farisaico de la navaja trucha, quedaba confirmada como candidata a la silla eléctrica del Ayuntamiento de Madrid. Una decisión que no es más que el sincero reconocimiento por parte de Sánchez de que renuncia definitivamente a dar la batalla en la simbólica región y plantarle cara a la figura de más relieve del tablero nacional, con permiso de Núñez Feijóo y de él mismo, naturalmente.
Ya estaba el menú servido. El PSOE, con Maroto y Lobato como cabezas de cartel, entrega a la derecha el más deseado bastión, el más codiciado trofeo. El PSOE, en esta circunscripción, ha muerto. Ya se escuchan los réquiem en Ferraz, las plañideras en la casa del Pueblo, los quejidos en la FSM. Más Madrid, con Médica y Madre (atiende por Mónica García) por un lado y Rita Maestre (atiende por ‘capillitas’) por otro, se harán con el control de la izquierda en Comunidad y Ayuntamiento y el socialismo quedará sepultado hasta nueva orden. Es decir, hasta que el sanchismo desaparezca, no apurarse, ya falta menos.
Algo parecido ocurrió en 2019, cuando Ayuso acogió más de 80.000 papeletas desde las filas socialistas y, así, pasó de 30 escaños a los 65 actuales
La jugada es de una diabólica sencillez. El PSOE perderá votos a borbotones por la izquierda rumbo a MyM y por la derecha camino del propio PP. Algo parecido ocurrió en 2019, cuando Ayuso acogió más de 80.000 papeletas desde las filas socialistas y, así, pasó de 30 escaños a los 65 actuales. El PSOE, de 37 a 24 y bajando. Una torpe estrategia de los 803 asesores de La Moncloa, incapaces de concretar el sueño húmedo de su jefe: que le sirvan en bandeja de plata la cabeza de Isabel de Castilla.
No verá tal cosa, al menos de momento. Su otro anhelo, el de continuar en el machito ‘muchísimos años’, tampoco está muy claro. Ayuso lo bautizó como ‘el Le Pen europeo’ porque pretende eternizarse «en un proyecto totalitario». Las cacatúas del oficialismo se enervaron al escuchar tal expresión. Tampoco les gustó lo de que «trata a la oposición como lo hacen en Nicaragua» o que pretende imponer en España «una república federal laica». Esto último movió más al desconcierto que el enojo. «¿A qué viene esto?, comentaban los tertulianos orgánicos por los platós. No hay razón alguna para el asombro, al cabo, tanto lo de ‘república’, como lo de ‘federal’ aparece consagrado en los estatutos de su partido, en sus principios fundacionales.
Quizás también lo de ‘laica’ pero ya no resulta fácil encontrar el vademécum primigenio en los que se asientan los postulados del PSOE, un partido en demolición del que apenas quedará un muro en pie tras la cita electoral de mayo. Al menos en Madrid donde la hostigada Ayuso lo fulminará como un rayo sin luz.