La principal misión del Rey, sobre todo ahora en circunstancias tan dramáticas, es ejercer un liderazgo moral sobre el pueblo español. Empatizar con el dolor y penalidades de la gente que ha perdido tanto durante la pandemia, pero también impulsar la esperanza de superación. Convertirse en el abanderado de los derechos y libertades que nos otorga una Constitución amenazada. Y trazar una línea roja infranqueable tras la que no caben conductas impropias y reprobables, incluso si afectasen a familiares directos del Monarca, léase su propio padre, Don Juan Carlos. Liderazgo moral. Para eso sirve un Rey, para ser el primero en la defensa de un sistema de convivencia, justo, próspero y democrático, cuestionado por aventureros, neototalitarios y separadores, que precisamente ven en la Corona el principal escollo a sus objetivos. Después del discurso de esta Nochebuena lo tendrán más claro que nunca, pero los demás, también. Feliz Navidad.