Cristian Campos-El Español
 

El viernes, Alberto Núñez Feijóo comió en el restaurante España de Lugo con 16 periodistas de medios como la SER, El PaísEl ConfidencialOkdiario y otros.

Estas comidas con políticos son habituales entre los periodistas.

A veces, esas comidas son improvisadas. El candidato, por ejemplo, puede querer comer con los periodistas que le acompañan durante la campaña electoral como gesto de complicidad.

Otras veces, se trata de grupos estables de periodistas con afinidad ideológica. En Madrid hay varios de esos grupos, tanto a la derecha como a la izquierda como en el centro. El Grupo Crónica ha sido el más conocido, no el único, de esos grupos.

Se trata de reuniones off the record, donde los periodistas preguntan a bocajarro y el político responde libremente, con el compromiso de que nada de lo dicho saldrá nunca publicado salvo que el invitado dé su permiso.

Pagan los periodistas, por cierto. Por si alguien se lo pregunta.

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El viernes, Alberto Núñez Feijóo dijo durante esa comida en Lugo tres cosas relevantes.

La primera es que el PP habló con Junts el pasado verano, que Junts exigió la amnistía y que los populares, tras pensárselo durante 24 horas, dijeron «no».

Esta información no es nueva y lo único relevante es que el PP ya reconoce abiertamente lo que minimizaba el verano pasado, es decir la reunión con Junts.

Un quisquilloso podría preguntar por qué el partido tardó 24 horas en rechazar lo que es evidentemente inconstitucional, inmoral e injusto. Pero eso no deja de ser un debate secundario. «Lo rechazamos en 24 horas» es sólo una expresión coloquial que equivale a «de inmediato y sin pensárnoslo».

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Lo segundo que dijo es que las acusaciones de terrorismo contra Tsunami y Carles Puigdemont van a ser difíciles de probar. Lo cual es una obviedad.

Pero aquí entramos ya en terreno opinativo. ¿Contradice la afirmación de Feijóo el criterio de once de quince fiscales de la junta de lo penal del Tribunal Supremo que consideran que hay indicios suficientes para investigar a Puigdemont por terrorismo?

¿Contradice lo que ha dicho el mismo Feijóo en público varias veces durante las últimas semanas: «el terrorismo ni se tapa ni se perdona, se investiga hasta el final»?

Literalmente, no. Pero Feijóo no es nuevo en esto de la política. Sorprende la bisoñez.

Sorprende, también, que Feijóo se aventure a especular sobre una hipotética acusación de terrorismo después de afearle a Sánchez lo mismo. ¿Acaso él sí es juez? 

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Lo tercero que dijo Feijóo es que daría el indulto «con condiciones» a Puigdemont.

Y esto sí podría ser demoledor para el PP, y por eso Feijóo se ha apresurado a aclarar su posición y la de su partido respecto a un hipotético indulto de Puigdemont.

Y puede ser demoledor porque, desde el punto de vista de la comunicación política, da igual cuáles sean esas condiciones. Da igual que Feijóo le exija a Puigdemont su entrega a las autoridades. Da igual que le exija pedir perdón, solicitar públicamente el indulto, renunciar a la vía unilateral e incluso jurar lealtad a la Constitución, al rey y a España.

Da igual, porque lo que los españoles leerán es que Feijóo está abriéndole la puerta del indulto a Puigdemont a cambio de la Moncloa. Como ha hecho Sánchez.

Eso es lo que van a leer los españoles. Vuelta la burra al trigo de la España plurinacional, federal, confederada y de identidades múltiples, donde «identidad» equivale a «impunidad».

En este punto, coincido con Fernando Garea. Especular sobre un posible indulto supone entrar en el marco de las medidas de gracia y la «reconciliación con Cataluña» del PSOE.

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El PP cree que Junts sigue siendo, en el fondo, la misma vieja Convergencia de siempre y que la España de 2024 sigue siendo la de 1996.

Como catalán, permitan que me desespere.

Es agotador tener que repetir una y otra vez frente a políticos madrileños, gallegos, andaluces y de otras partes de España, del PP y del PSOE, que la Cataluña nacionalista no es lo que ellos creen que es. Que Convergencia está muerta y Junts es un partido diferente, pero que Pujol nunca fue lo que ellos creen que fue. Y que no hay reconciliación posible con quien no comparte unos valores democráticos comunes.

Castillos en el aire. El nacionalismo superó hace mucho ese punto de no retorno. Y el PP es el único partido de España que no se ha dado cuenta de ello.

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Sea cual sea la explicación del error, lo que no se puede negar es que este ha llegado en el momento de mayor debilidad de Pedro Sánchez y a las puertas de unas elecciones que ahora se interpretarán como un referéndum sobre Feijóo, aunque no lo sean.

¿Se ha equivocado Feijóo o ha dicho lo que pensaba?

La respuesta es que da igual. Estamos en 2024 y la verdad no importa en política, importan las percepciones. Por eso el presidente es Sánchez y no Feijóo.

¿Mi apuesta? Feijóo ha divagado en el peor momento posible para hacerlo, frente a periodistas y a una semana de unas elecciones clave. Un error no forzado que justifica a Pedro Sánchez y le da argumentos a Vox.

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El PP tiene una desventaja frente al PSOE. Siendo un partido mucho más claro y firme en la defensa de sus principios que los socialistas, es percibido como mucho más vacilante que ellos. ¿Por qué? Por cosas como esta. Porque el PP está intentando complacer a tres electorados incompatibles: el suyo, el del PSOE y el de los nacionalistas que ellos creen «moderados».

Miren. Si al PSOE le funciona decir una cosa y su contraria no es porque el truco sea imbatible, sino porque al otro lado está «la ultraderecha». El votante del PSOE aceptó los indultos y las reformas del Código Penal porque la alternativa era un gobierno del PP.

Pero el votante del PP no piensa que el indulto de Puigdemont sea una alternativa preferible a un gobierno de Sánchez. Las dos opciones son intolerables para él.

Si el próximo domingo el PP pierde la Xunta, todas las miradas en Champignac se girarán hacia el castillo del conde.