04/11/2019 05:00
Ignacio Varela-El confidencial
En este momento, el único partido que tiene motivos para celebrar el 10-N es Vox. Si se confirma el escenario que muestra la encuesta, el resultado no puede ser más desalentador
Marta García-Aller sintetizó el debate del sábado entre los guardaespaldas de los candidatos con una frase certera: estas elecciones son un error que pesa dramáticamente sobre sus responsables. De hecho, en este momento el único partido que tiene motivos para celebrar el 10-N es Vox. Si se confirma el escenario que muestra la encuesta de IMOP-Insights para El Confidencial (que coincide en sus cifras básicas con casi todas las demás), el resultado político del 10-N no puede ser más desalentador.
Primero, porque se celebrará en un clima social depresivo que se traducirá en un fuerte aumento de la abstención. La participación prevista es de un 68% que, en el mejor de los casos, podría llegar al 70%. Como mínimo, dos millones de personas (posiblemente más) que votaron en abril se quedarán esta vez en sus casas, entre el hastío y el cabreo. Ha vuelto la abstención de castigo.
Segundo, porque el mapa parlamentario resultante no solo no resuelve el bloqueo político sino que lo hace aún más intrincado. Ni la izquierda suma para sostener un Gobierno ni lo hace la derecha, ni vale ya de nada la suma del PSOE con Ciudadanos. Con estos datos, Sánchez se vería abocado a entregarse a ERC (suponiendo que esta vez consiga convencer a Iglesias) o a esperar una abstención patriótica del PP. En todo caso, la estabilidad que pregona es una quimera: si llega a haber Gobierno, será tan precario como los anteriores. Esta legislatura no durará cuatro años.
Tercero, porque la conjunción astral (elecciones, Cataluña, Franco) que se suponía llamada a convocar a la imaginaria Mayoría Cautelosa producirá el efecto inverso: fortalecimiento de los extremismos, desfallecimiento de las opciones templadas y máxima fragmentación.
En España, progresará la extrema derecha de Vox; en Cataluña, lo hará la extrema izquierda de la CUP, que demuestra cada vez más capacidad de marcar la agenda independentista. En el próximo Congreso, puede haber hasta 17 partidos, 11 de ellos de base territorial (por tanto, centrífuga). Todo ello, sin que los aprendices de brujo que diseñaron el calendario a su conveniencia obtengan una ganancia sustancial. Enhorabuena.
La distribución del voto por bloques ideológicos se mantiene básicamente estable, como se ve en esta tabla:
Aparentemente, los teorizadores de la repetición electoral han logrado un doble éxito: aumentar el volumen de votos de la parte más derechista de la derecha (los dos partidos nacionales que crecen en votos son el PP y Vox) y hacer crecer a la izquierda nacionalista antisistema. Sin duda, una gran contribución a la proclamada ‘política de desinflamación’.
El equilibrio entre los dos grandes bloques ideológicos se altera poco. Lo que fue una mínima ventaja para la izquierda ahora lo sería para la derecha, cualquier otra encuesta podría invertir los términos sin desbordar el margen de error. Pero el comportamiento es muy dispar en el interior de uno y otro bloque:
En la izquierda, se mantiene la relación de fuerzas preexistente, solo alterada por la poco lucida aparición de Errejón:
El PSOE se sostiene gracias a la alta fidelidad de sus votantes, pero no se expande en ninguna dirección. Su frontera con Ciudadanos está prácticamente clausurada; y la suma de UP y Más País (14,8%) es casi idéntica al porcentaje de Unidas Podemos en abril (14,3%).
En la derecha, por el contrario, se anuncia una verdadera revolución que, de confirmarse, tendrá efectos profundos en la política española:
El PP aumentaría su peso relativo en la derecha, aunque muy por debajo de sus expectativas y de forma claramente insuficiente para entrar en la zona que le permita ser competitivo respecto al PSOE.
El naufragio naranja se intensifica en el reparto de los escaños. En abril, la derecha sumó 147 diputados (más dos de Navarra Suma), de los que el 45% pertenecía al PP, el 39% a Ciudadanos y el 16% a Vox. Ahora sumarían entre los tres alrededor de 152 escaños (154 con los navarros). El PP aumentaría su cuota hasta el 55% y Vox hasta el 31%, dejando a Ciudadanos en un misérrimo 14% del bloque político en el que decidió inscribirse para liderarlo. Quién le iba a decir a Rivera que tras soñar con ser Macron, tener en su mano la llave de todos los gobiernos y competir por la jefatura de la derecha, terminaría quinto de cinco, tercero de tres e irrelevante para casi todo. Otro al que hay que dar la enhorabuena.
Quién le iba a decir a Rivera que tras soñar con ser Macron, terminaría quinto de cinco, tercero de tres e irrelevante para casi todo
La tragedia de Ciudadanos se consuma precisamente donde se fraguó su gloria: en las provincias pequeñas del interior. En ellas, la pérdida de la tercera posición es letal. Le sucedió a Podemos en abril y ahora la víctima es Ciudadanos. El partido de Rivera solo obtendría escaños en 15 provincias, lo que significa que en 35 circunscripciones sus votos resultarían inservibles. Si en el 28-A pudo decirse con fundamento que los votos perdidos de Vox fueron un lastre para la derecha, ahora ese desairado papel le correspondería a Ciudadanos. Abascal, por el contrario, rentabiliza muy eficientemente sus votos gracias a un gran desempeño en la España vacía (vacía de habitantes, pero repleta de escaños gracias al sistema electoral).
A la vista de estos datos, también hay que dar la enhorabuena a Íñigo Errejón. El 10-N confirmará que su montaje es lo que siempre fue: un partidito madrileño construido a la sombra de Manuela Carmena y agigantado en las tertulias por los amantes del izquierdismo chic, que no soportan a Sánchez ni a Iglesias. Eso le servirá para sacar un par de escaños en Madrid, que se sumarán a otro par de Compromís en Valencia. Dijo Enrejón que solo se presentaría en 17 provincias para no perjudicar a la izquierda. Pues bien, en 15 de ellas su escaso caudal de votos hará justamente eso, dañar a la izquierda.
En todo lo expuesto no hay ningún buen presagio para España. Esperemos que no se estropee aún más. Si el día 10 a las 10 la noticia es el colapso violento de la jornada electoral en Cataluña, vayan contando medio millón de votos más para la extrema derecha y otro éxito que agradecer a los patrocinadores de esta elección maldita.