Miquel Giménez-Vozpópuli
  • Patricia Plaza, portavoz del gobierno de la generalidad, aparece en TV3 con un generoso escote. Tras una breve pausa, ¡oh là là!, ya no se ve nada

Muchas veces se ha dicho que estos del procés están acostumbrados a viure de la mamella, es decir, a vivir de la teta. No en vano la alusión al tema mamario de género femenino es habitual en la cosa lazi. Recuerdo una conversación entre dos próceres de Esquerra en la que discutían qué mujer iban a poner en no sé qué cargo – muy feminista todo, ya ven – y uno de los dos, con risa grosera y plebeya, espetó “Pon a la que tenga las tetas más gordas”.

Así las cosas, aparecía este miércoles en TV3 la portavoz de lo que llamamos piadosamente gobierno de la Generalidad, a saber, una agencia de colocación para amigos o, a lo sumo, un lobby que beneficia siempre a los mismos. Patricia Plaza, la misma que llamó racista y machista a mi compañero Xavier Rius en la sala de prensa sin cortarse un pelo, era la que en esta entrevista aseguraba que jamás insultaría a un periodista. Lo suyo, vamos. Lucía una chaqueta blanca con un top gris que mostraba unos centímetros, solo eso, de su canalillo pectoral. Pero, cosas que pasan, en una pausa de veinticinco segundo, el canalillo había desaparecido. El top estaba ajustado más arriba y nada se veía, no porque no hubiese nada que ver, sino porque una mano hábil se había encargado de ascender el escote igual que hay santos que ascienden al cielo en vida y presencia.

En TV3 se han apresurado a decir que habían sido ellos quienes habían ajustado el escotómetro, habida cuenta que la interesada intentaba subírselo con escaso o nulo éxito. “Se notaba que estaba incómoda porque ella misma se lo quería ajustar”. La periodista Mayka Navarro, presente en la tertulia, señaló rápidamente que el pechamen de la portavoz había sido “Incomprensiblemente censurado”, añadiendo “A mí no me dan ningún miedo las tetas de Patricia Plaja” en alusión a la canción Ay, mamá de Rigoberta Bandini. Ha sido un no parar a partir de entonces. Las redes han estallado y si el programa Els Matins de TV3 hubiera estado dirigido por el gran Pedrerol seguro que hubiera pedido el hashtag pechos sí, pechos no.

Se conoce que en esa pausa le colocaron unos alfileres al top para que el canalillo desapareciera y, o bien ella se sintiera más cómoda o quien se sintiese más cómodo fuera la persona que dijo que aquello no podía ser. Lo grotesco es que se preocupen por si se censuran las tetas de alguien en una televisión en la que lo que está censurado es decir España – se la llama estado español -, Valencia – se llama País Valencià – o todo lo que tenga que ver con el español, la Constitución, los partidos constitucionalistas, las entidades de ese mismo corte y con una lista negra que daría la vuelta a Cataluña y aun sobraría.

A mí me da igual el escote que lleve o no quien sea en una televisión, sea pública o privada. Como si de ahora en adelante los señores que presentan los informativos de TV3 quieren enseñar la fuchinga y las señores el porompompero. A los de mi quinta no nos dan miedo ni las tetas ni nada que tenga que ver con el cuerpo humano que es, al fin y al cabo, lo único que poseemos de verdad y ni eso, que la muerte acaba por arrebatárnoslo. Lo que me preocupa es que los que salen en TV3 enseñen sus vergüenzas de manera indecente. Las intelectuales y políticas, quiero decir. Y ahí sí que nadie protesta.