El Correo
La Euskadiko Ezkerra que se fusionó hace 25 años con el PSE fue uno de los referentes de la Transición en el País Vasco. No tanto por su peso electoral, siempre muy moderado, como por su valioso discurso integrador, en el que cobró especial protagonismo su condición de espejo moral frente al terrorismo en los más duros ‘años de plomo’. El partido, que tuvo un destacado protagonismo en la gestación del Pacto de Ajuria, contaba entre sus fundadores con antiguos ‘poli-milis’ que disolvieron esa rama de ETA para apostar por las vías políticas, un paso que nunca les perdonaron los que han ejercido o justificado la bomba y el tiro en la nuca hasta hace bien poco. La aportación de EE a la exigible vigilancia a los gobiernos de turno, a la producción legislativa y al debate político en el Parlamento vasco y en el Congreso fueron siempre muy superiores a su número de escaños. También su influencia. Su fracaso en el harto dificultoso ejercicio de hacer compatibles bajo un mismo techo la izquierda y el nacionalismo dinamitó el partido, cuyos dirigentes se dispersaron al final en las dos direcciones que pretendían aunar. La fusión con el PSE, que hoy se conmemora, se quedó muy lejos de dar los resultados a los que aspiraban sus promotores.