Ignacio Marco-Gardoqui-El Correo
Es una verdadera pena, porque la EPA es uno de los mejores indicadores económicos que tenemos. Pero, la verdad, la correspondiente al primer trimestre del año nos la podíamos haber ahorrado. No es culpa de nadie. La encuesta se realiza a lo largo del trimestre considerado, pero este que acabamos de dejar atrás ha sido tan especial, que los datos obtenidos en enero, en febrero y en la primera quincena de marzo no sirven para nada y no tienen nada que ver con lo sucedido después, a partir del 15 de marzo, cuando se decretó el estado de alarma que alteró todo el panorama del empleo.
Así que tan falsos son los datos recogidos hoy, por no contemplar el impacto total del maldito bicho y desconocer la realidad de que una parte de los actuales ERTEs perderán la ‘T’ de temporal y se convertirán en EREs definitivos según pase el tiempo; como no serán ciertas las cifras catastróficas que se adelantan de niveles de paro del 34%, o hasta del 40%, como dice Adecco, dado que una buena parte de los ERTEs actuales volverán al trabajo con mayor o menor normalidad en cuanto se termine el confinamiento. Esperemos.
Lo que sí resulta impactante, entre otras cosas porque ese dato sí es cierto, es que si suma usted a los empleados públicos, a los pensionistas, a los parados de verdad y a los incluidos en los ERTE, que no son parados a efectos estadísticos pero sí cobran del Estado, llegará fácilmente a una cifra desorbitada que ronda los 20 millones de personas, el 43% de la ¡población total! del país. Más que el total de trabajadores y muchísimo más que el número de trabajadores empleados en la parte privada de la economía. ¿Puede ser esto sostenible? Indudablemente no, ni mucho menos. Y aún menos en un país que tiene un volumen de deuda pública que supera el tamaño del PIB y que va a crecer de manera exponencial por culpa de la pandemia.
Por eso, por la sencilla razón de que el Estado no puede garantizar los ingresos de un porcentaje tan enorme de la sociedad, necesitamos imperiosamente evitar la pérdida de más empleos y la creación de muchos nuevos. De muchos, de muchísimos. Esta simple evidencia debe iluminar tanto los planes de desconfinamiento como los de reconstrucción. Porque la recuperación de un volumen importante de empleos es la única garantía de recuperación de un Estado del Bienestar sostenible y duradero. Íbamos mal cuando nos topamos con la pandemia, con una constante caída mensual del empleo. A ver cómo salimos de ésta terrible pesadilla que nos envuelve.