ABC 29/02/16
· El pistolero, expulsado de ETA y arrepentido, no ha colaborado para esclarecer atentados
Fue un símbolo etarra en los años de plomo, cuando las pistolas de ETA sembraron España de cadáveres. «Admirado» por sus colegas asesinos por su crueldad, el antiguo pistolero del «comando Madrid» José Luis Urrusolo Sistiaga asesinó a la mayoría de sus víctimas a tiros, como grabaron en una ocasión las cámaras de seguridad de un banco. La escena le definió: el pistolero dejó pasar a un joven policía en prácticas para tirotearle a bocajarro cuando se encontraba de espaldas.
Su carrera terrorista transcurrió desde 1981 hasta 1992, cuando decidió esconderse en un pequeño pueblo francés, cercano a la ciudad de Burdeos.
El mismo Urrusolo, experto en escabullirse de la Policía, pidió a ETA abandonar las armas en agosto de 1997, al firmar un manifiesto elaborado por otro histórico y sanguinario etarra, José Luis Álvarez Santacristina, alias «Txelis», también desvinculado ahora de ETA.
Habían pasado unas pocas semanas desde que los terroristas asesinaron al concejal de Ermua Miguel Ángel Blanco, tiroteado en un bosque tras ser secuestrado durante dos largos días, un crimen que despertó muchas conciencias hasta entonces dormidas.
Entre su plena dedicación a las armas y el distanciamiento del terrorismo, un evento ajeno a su voluntad cambió la vida: la Policía francesa le detuvo en 1997. Desde entonces, el terrorista –incluido desde hace años en la llamada vía Nanclares, que acoge a los presos de ETA que rechazan la violencia y reconocen el daño causado a las víctimas– ha pasado su vida en cárceles de Francia y España.
16 asesinatos y 2 secuestros
Hasta ayer, 19 años después, cuando el expistolero abandonó la prisión de Zaballa, en Álava, pasadas las diez de una mañana fría. En su trayectoria, el rechazo a las armas nació desde la prisión, después de ser arrestado por la Policía y condenado por la Justicia.
A pesar de su actual oposición al terrorismo, Urrusolo –condenado a 449 años de cárcel por 16 asesinatos y dos secuestros– no ha colaborado en ningún momento con la Justicia para ayudar a esclarecer los 300 atentados etarras que quedan por resolver. Apodado «Langile», el pistolero dirigió el «comando Ekaitz», que se dedicó a atentar con bombas en el litoral mediterráneo, tras su paso por el sanguinario «comando Madrid».
Urrusolo, de 59 años, rechazó desde la cárcel el terrorismo y reconoció el daño causado a las víctimas. Dentro de las iniciativas de la vía Nanclares, ha participado en talleres y foros. El exdirigente de ETA se reunió con una de sus víctimas, el empresario Emiliano Revilla, a quien secuestró durante 249 días en 1988. Sus críticas a la banda y su actitud arrepentida provocaron su expulsión de ETA primero y del colectivo de presos después.
Entre los atentados en los que participó están la voladura del edificio de Telefónica de la calle madrileña de Ríos Rosas, el asesinato del director del Banco Central Ricardo Tejero, el atentado en la plaza de la República Argentina de Madrid (en el que murió una persona y fueron heridos 18 guardias civiles) y dos secuestros a empresarios.
La salida de prisión de Urrusolo se adelantó después de que la Audiencia Nacional redimiera su pena por estudios y trabajos y de que el Tribunal Supremo ordenara restarle los seis años cumplidos en Francia. Su estancia en la cárcel no podía sobrepasar en cualquier caso los 30 años, el tope legal.