Alberto Ayala-El Correo
Cada vez que se celebran elecciones los parlamentos suelen experimentar una apreciable variación de caras. Porque unos partidos incrementan su número de escaños a costa de otros que ven reducido su peso. Pero, además, porque las fuerzas políticas suelen renovar banquillo tanto por razones de edad como, sobre todo, porque diputados poco afines a la dirección de su grupo suelen ser apartados en beneficio de otros más fieles al jefe de filas.
Es lo que ha sucedido con el Congreso tras las últimas elecciones generales. El éxito de la ultraderecha, de Vox, y el descalabro de Ciudadanos han propiciado la renovación de más de un tercio de los parlamentarios. Pedro Sánchez y Pablo Casado han hecho el resto.
Euskadi celebrará elecciones autonómicas este año en fecha que el lehendakari aún no ha desvelado. Aunque serán en otoño o, como muy pronto, antes de las vacaciones estivales, los partidos han comenzado con los preparativos, lo que incluye la elaboración de las listas. En el PNV es la militancia la que tiene la última palabra, pero en la prelista por Gipuzkoa vuelve a figurar Joseba Egibar. De repetir al frente de la candidatura y ser reelegido, como parece más que probable, sería la novena legislatura como parlamentario vasco del político guipuzcoano. Egibar es, además, portavoz parlamentario jeltzale desde 1998 y presidente de la ejecutiva regional guipuzcoana (GBB) desde 1987, salvo un paréntesis de cuatro años en el que ocupó el cargo Juan Mari Juaristi ‘Zeler’, laminado por los egibaristas tras agotar cuatrienio.
Semejante currículo carece de parangón en la política vasca o en la española. Pero todavía llama más la atención si se tiene en cuenta que Egibar encabeza el sector más radical, más abiertamente independentista del PNV, y que sustenta en no pocas ocasiones posiciones abiertamente diferentes de las del presidente del EBB, Andoni Ortuzar, o de las del lehendakari, Iñigo Urkullu.
Este modelo de integración, que reserva a Egibar y los suyos el control casi absoluto del partido en Gipuzkoa y que le confiere potestad para hablar y discrepar de la línea mayoritaria, ha permitido a Ortuzar mantener públicamente apaciguado al PNV y no parece estar por arriesgarse a cambiar. Ello por más que en algún debate de política general el lehendakari se haya visto obligado a enmendar la plana al portavoz jeltzale, que en los últimos años se ha caracterizado por ejercer de gran valedor de Alfredo ‘Txitxo’ De Miguel, el exburukide alavés recientemente condenado por corrupción junto a otra docena de conocidos cargos y militantes del PNV.
Son las servidumbres que tiene querer ser más un movimiento que un partido al uso, como le sucede al PNV. Y, por tanto, pretender -y lograr- engordar en buena lid su bolsa de votos elección tras elección a costa del PP, el PSE y, con el discurso de Egibar y los suyos, también de la izquierda abertzale.