El europeismo español permite al Gobierno superar el trance

 

Entre los españoles movilizados ante las urnas hay un claro sentimiento europeísta, no centrado necesariamente en el texto constitucional en sí, sino en la idea de Europa, que ha sido una referencia clara de nuestro desarrollo político y económico.

Por obvio que parezca, lo primero que hay que subrayar del día de ayer es que España se ha convertido en el primer país que ha refrendado la Constitución Europea. Lo ha hecho mediante un referéndum que si bien no tiene valor jurídico sí lo tiene simbólico. Nos hace encarar el siglo XXI en clave incluyente, lo contrario de lo que caracterizó a la España aislacionista del siglo pasado.

Como estaba descontado que ganaría el sí, lo más esperado del resultado de ayer era el índice de participación, que es lo que legitima una consulta de estas características. Unos dirán que casi 6 de cada 10 españoles se quedaron en casa y que sólo 10 millones de los 34 llamados a las urnas votaron por el sí. Pero así no es como se miden en países desarrollados los resultados de los referendos. Hay que reconocer que aunque baja, una participación del 42% es mayor de lo temido y se puede considerar razonablemente aceptable. Está muy próxima a la registrada en las últimas elecciones europeas, que se situó en el 45,1% a pesar de que se plantearon como una segunda vuelta del 14-M. Se equivoca, en este sentido, el PP en enfatizar la relativamente baja participación, porque, en definitiva, el moderado éxito lo puede capitalizar el Gobierno, pero también la oposición. Y Rajoy acertó plenamente en hacer campaña a favor del sí hasta el final.

El sí ha ganado prácticamente en una proporción de cuatro a uno. Hay que concluir, pues, que entre los españoles movilizados hay un claro sentimiento europeísta, que no se centra necesariamente en el texto constitucional en sí, sino en la idea de Europa, que ha sido una referencia clara de nuestro desarrollo político y económico. Desde este punto de vista, el principal acierto de la campaña del Gobierno consistió en poner el foco en la sociedad civil, otorgando más protagonismo a los comunicadores y otros líderes sociales que a los propios políticos.

En lo que se refiere al voto en contra de la Constitución, un análisis pormenorizado arroja conclusiones muy interesantes. Los dos lugares donde el no se ha disparado son el País Vasco y Cataluña. Y en los dos, por encima de lo que el peso de las fuerzas políticas que pedían el no -Batasuna, EA y EB en el País Vasco; ERC e ICV, en Cataluña- podía hacer imaginar. Todo indica, pues, que el electorado nacionalista de una y otra comunidad se ha movilizado en contra de la Constitución Europea, pese a que el PNV y CiU pidieran el sí, corroborando que ésta supone un obstáculo añadido a sus pretensiones soberanistas.

En cambio, el voto por el no que propugnaban algunos sectores del PP bajo cuerda, no ha sido significativo. No han tenido éxito los llamamientos a aprovechar el referéndum europeo para castigar a Zapatero. Ni mediante un voto negativo ni mediante el estímulo a la abstención. La participación en comunidades gobernadas por el PP como Castilla y León o Valencia ha sido similar a la de otras gobernadas por el PSOE. Con la excepción de algunos barrios de Madrid, lo mismo ocurre con el voto negativo. Esto significa que la mayoría de los electores del PP consideran o bien que no había motivos para una enmienda a la totalidad contra Gobierno o bien que ésta no era la ocasión para hacerlo.

Editorial en EL MUNDO, 21/2/2005