Francesc de Carreras-El Confidencial
- La espectacular victoria obtenida el martes por Isabel Díaz Ayuso empezó a fraguarse en junio de 2017, cuando Pedro Sánchez ganó las primarias a secretario general del PSOE
La espectacular victoria obtenida el martes por Isabel Ayuso y por el PP empezó a fraguarse en junio de 2017 cuando Pedro Sánchez ganó unas elecciones primarias a secretario general del PSOE que le abrieron el camino para pactar con el populismo de Podemos y con los independentistas catalanes (y vascos) con el fin de derrotar a Rajoy. A partir de ahí tuvo el campo libre, todo valía para este objetivo.
Un año después, a fines de mayo de 2018, el líder socialista lo consiguió mediante una moción de censura que le invistió presidente del Gobierno apoyado en estas fuerza políticas tan ajenas a la antigua trayectoria de su partido. Pero la estrategia de Sánchez de ganar a toda costa para obtener y conservar el poder, como aconsejó Maquiavelo en tiempos de príncipes absolutos, tiene sus costes en las democracias parlamentarias.
Sánchez se equivocó de época: hoy se debe pactar, si hay necesidad, con fuerzas más o menos afines, pero no con las que se sitúan en las antípodas de las posiciones propias, especialmente si se trata de partidos populistas, siempre dispuestos a ser desleales si ello les ayuda a conseguir sus intereses particulares. Es lo que le ha sucedido al PSOE con Podemos, Junts, ERC, el PNV o Bildu. Como dijo el torero, «lo que no puede ser no puede ser y además es imposible». Sánchez ignoró este sabio consejo, prefirió aferrarse al poder pensando que su habilidad, y con buenos asesores en comunicación, podría sortear, regateando, todas las dificultades.
Así pues, también Sánchez equivocó su estrategia, condujo el PSOE por una deriva que le está llevando a un abismo del que le costará salir. Su calvario personal ya empezó al ser nombrado presidente del Gobierno el 1 de junio de 2018: no encontró socios ni para aprobar Presupuestos y tuvo que disolver las cámaras, convocar por dos veces elecciones y, finalmente, acabar pactando un Gobierno de coalición con el partido de Iglesias, aunque un par de meses antes hubiera dicho que tal situación le impediría dormir por las noches. Perdió toda credibilidad, pero se aferró al cargo.-Ayuso vence con claridad en las elecciones de la Comunidad de Madrid
El antisanchismo, este extraño fenómeno, uno de los factores más influyentes en los resultados de anteayer, no es solo un sentimiento del mundo conservador, sino también —por eso es extraño— un sentimiento, aún más profundo, de quienes habitualmente han dado su voto al PSOE sin dudarlo, incluso de muchos antiguos y conocidos dirigentes de ese partido. Me gustaría saber la papeleta que han depositado en las urnas Felipe y Guerra, incluso admitiría apuestas. Sánchez suscita rechazo en sus propias filas por su desmedida ambición personal, su doblez y su falta de principios.
Las elecciones de anteayer marcan su claro declive como político. Es un fracaso en toda regla, no del candidato Gabilondo, una víctima más de las tácticas de Sánchez, sino del PSOE como partido: incluso ha sido sobrepasado por Más Madrid, al que se le auguran buenas perspectivas si emprende un camino de partido verde a la alemana y abandona el populismo peronista que en tiempos defendía Errejón. El PSOE es mucho PSOE, dudo que el resultado de Más Madrid se extienda al resto de España, pero todo puede ser. El Partido Socialista ha desaparecido en Francia, está en riesgo en Alemania y hace 30 años se hundió el mítico PCI de Togliatti y Berlinguer. Nada es imposible.
El arrollador triunfo del PP con Isabel Díaz Ayuso al frente no ha sido inesperado, ni mucho menos, para los madrileños que prestan oído al rumor de la calle. Se presentía y es un triunfo merecido. La presidenta se pasa con su llamada a la libertad, más todavía con la contraposición de ‘Comunismo o libertad’, del mismo modo que también es exagerado el eslogan contrario de ‘Fascismo o democracia’. Aquí no hay peligro de que gobiernen ni los fascistas ni los comunistas.
Pero Ayuso ha ganado, entre otras razones, por tener un estilo contrapuesto al de Sánchez o Iglesias: dice lo que piensa, no tiene doblez ni falta de principios, al contrario, es sincera y auténtica. Además, y sobre todo, su gestión de la pandemia ha sido excelente, arriesgada, pero excelente. En una aglomeración urbana tan densa como Madrid y su entorno metropolitano, ha sabido hacer compatible la sanidad con la economía.
Por eso su aplastante triunfo no se da solo en los barrios de Salamanca, Chamberí o Chamartín, sino también en Lavapiés o La Latina, en Vallecas, Villaverde, Usera y todo el sur de la ciudad de Madrid, zonas que parecían propiedad del PSOE. También en Getafe, Parla, Alcorcón, Fuenlabrada, Leganés, Carabanchel, los polos industriales del antiguo cinturón rojo. Los ciudadanos saben distinguir y no se dejan engañar. Ha ganado en toda la comunidad, excepto dos pequeños y casi desconocidos municipios, porque se le ha reconocido su buena gestión y por el rechazo a la política general de Sánchez, por ambas cosas.
Un Gobierno de España alejado de la realidad, que no se enteraba de lo que se vivía en las calles, con alertas antifascistas imaginarias
Un Gobierno de España alejado de la realidad, que no se enteraba de lo que se vivía en las calles, solo cargado de las modas ideológicas más inconsistentes, que proclamaba alertas antifascistas imaginarias, y con un feminismo queer que no convence ni a las feministas de más rancio abolengo. Mientras, la gente, el ciudadano común, vivía apurada por el miedo al virus y asustada por su porvenir económico. Han dejado de votar al PSOE y a Podemos. Los que no se han atrevido a votar al PP lo han hecho a Más Madrid.
En el PSOE, debe producirse un revulsivo interno, la gran derrotada es la estrategia de Sánchez al pactar con populistas de todo tipo hasta contagiar al mismo PSOE. ¿Hay críticos en el Partido Socialista? En todo caso, no se les oye. ¿Prefieren conservar el cargo?