Si Puigdemont se hace un Joselu y se presenta en Barcelona en el cierre de la campaña electoral para ser detenido por la policía judicial e intentar así una remontada ‘in extremis’ de Junts frente al PSC, azuzada también por la OPA hostil del BBVA sobre el Banco Sabadell que rechazan el Gobierno y la Generalitat, todo esto aumentaría el desconsuelo psicológico y la ‘pájara’ que aún revolotea en la cabeza de Sánchez, amenazando la esperada victoria de Illa y su pretensión de alcanzar la Generalitat en el caso de que los nacionalistas no sumen mayoría para gobernar.
Pero si Illa logra gobernar en Cataluña con la ayuda de ERC (por causa de sus desencuentros con Junts) entonces habrá triunfado el discurso de Sánchez sobre la ‘concordia’ catalana con el que justificó los indultos y la amnistía para los golpistas, lo que en realidad no era un paso hacia la ‘concordia’ sino el pago del chantaje nacionalista para lograr su investidura y continuar en el poder.
Ahora bien, si fuera Puigdemont quien alcanza la Generalitat, disfrazado de Tarradellas, con una mayoría nacionalista que pedirá el referéndum de autodeterminación, la ‘pájara’ de Sánchez crecerá y regresaremos a las recientes jornadas de reflexión sobre la posible dimisión del líder socialista. Abriendo el portón de su relevo en la presidencia del Gobierno y el liderazgo del PSOE en favor de un Zapatero, al que Sánchez promueve como su eventual sucesor -la histriónica M. J. Montero no da la talla- y al que Sánchez convertiría, antes, en el vicepresidente primero del Gobierno para facilitar el trámite de la sucesión.
Las europeas se convertirán en un plebiscito sobre Sánchez y en una prueba de fuego sobre el liderazgo de Feijóo en el PP, donde Ayuso insistirá en su legítima y obsesiva ambición de liderar el PP y la derecha nacional
Todo ello mientras que en el PP, Feijóo sigue medio desaparecido en Cataluña (como en el País Vasco) donde la campaña electoral del PP parece dedicada a denunciar a los carteristas y okupas de Barcelona solo para competir con Vox blandiendo un discurso extremo. Y pasando de puntillas sobre la ley de amnistía, para ‘no molestar’ a las ‘élites’ catalanas, en línea con la negativa de Feijóo -‘no es mi estilo’, dice- a pronunciar el santo nombre de Begoña a la que, por ahora, el PP se niega a citar en la comisión de investigación del Senado.
Así, mientras esperamos el desenlace electoral, el galimatías de la formación del gobierno catalán y la aprobación definitiva de la ley de amnistía en el Congreso a final de mayo, vendrán las elecciones del Parlamento Europeo del 9 de junio. Las que se convertirán en un plebiscito sobre Sánchez y la amnistía y en una prueba de fuego sobre el liderazgo de Feijóo en el PP, donde Ayuso, muy presente en los comicios catalanes (mientras Feijóo le daba un plantón en la festividad del Dos de Mayo en Madrid), insistirá en su legítima y obsesiva ambición de liderar el PP y la derecha nacional.
‘Dios es madridista’ pregona en las redes sociales un periodista fanático del equipo blanco tras la agónica y heroica victoria madridista frente al Bayern en las semifinales de la Champions y camino de la final de Wembley del 1 de junio frente al Dormunt y en pos de la décima quinta Copa de Europa. Un partidazo de fútbol del Madrid en el Palacio Bernabéu que remató el modesto Joselu con un doblete en los diez últimos minutos e impactó como un misil en las elecciones catalanas (como la OPA hostil del BBVA -‘Torres más altas cayeron’- contra el Sabadell), y un mal presagio para el nacionalismo catalán que considera que el Barça ‘es más que un Club’.
El Rey y la fiesta de los toros
Lo que puede haber subido los ánimos de los votantes del constitucionalismo español en Cataluña, donde se dice que son muchos los que deciden su voto en el último minuto, como suele ocurrir en el Bernabéu. Y vamos a ver si, ya subidos en la euforia blanca del Madrid, el Rey Felipe VI se anima a visitar ahora la plaza de toros de Las Ventas, donde se inicia la taurina Feria de San Isidro, en apoyo y defensa de la Fiesta Nacional frente a la embestida del ministro Urtasun.
O si el monarca -que no ha dicho nada sobre la amnistía y probablemente sí que acudirá a Wembley– prefiere, por temor a un Sánchez desesperado y republicano, seguir, como hace Feijóo, refugiado en el bajo perfil y en aras de su pretendida neutralidad.