DIARIO VASCO, 17/7/12
Aleja a diez reclusos ante la negativa de la organización a permitir que los internos se sumen a los planes de reinserción
Diez traslados, diez alejamientos, ningún acercamiento. El Ministerio del Interior ha intensificado en las últimas semanas la dispersión de los presos de ETA ante la negativa de la organización terrorista de permitir a sus reclusos acogerse a los planes de reinserción impulsados por el departamento que dirige Jorge Fernández Díaz. El Gobierno, como ya hiciera la pasada primavera cuando alejó a ocho reclusos, insiste en mandar un mensaje a la organización por la vía de los hechos: sin la desaparición de ETA no habrá cambio alguno en la política penitenciaria. Y si lo hay, será para intensificar la dispersión.
El más llamativo de las últimas semanas ha sido de Irantzu Gallastegi, condenada a 50 años de cárcel por el asesinato del concejal del PP Miguel Ángel Blanco. Aunque Gallastegi ha sido llevada de Almería a Puerto III, el centro más alejado del País Vasco, en puridad no es un castigo, sino el cumplimiento de una resolución del Juzgado de Vigilancia Penitenciaria de la Audiencia Nacional que obliga a Instituciones Penitenciarias a que esta etarra comparta el mismo penal que su pareja de hecho, el exjefe de ETA y también condenado por el asesinato del edil de Ermua, Javier García Gaztelu, ‘Txapote’, quien fue alejado a Puerto en marzo.
Otro alejamiento más que simbólico es el de Daniel Pastor, ‘Txirula’, el jefe del comando Otazua, el más activo de Bizkaia de los últimos años. Este preso ha sido llevado desde Huelva a Puerto III, después de que el pasado enero insultara con gritos de «torturadores y fascistas» a los magistrados de la Audiencia Nacional que le juzgaban por el intento de asesinato del escolta Gabriel Ginés. En aquel juicio también lanzó consignas a favor de continuar la lucha armada y gritos de «gora ETA». También es muy significativo el alejamiento desde León a Aranjuez de Lierni Armendariz, quien fuera miembro del comando de ETA que asesinó en Barcelona al exministro socialista Ernest Lluch, en noviembre de 2000.
Otro claro gesto de Interior es el traslado de Cándido Sagarzazu, uno de los escasísimos presos fieles a la disciplina de la banda que cumplía condena en Euskadi. Este activista, entregado a España desde Francia en 2011 tras ocho años de condena por su pertenencia al aparato de logística de ETA, ha sido alejado desde Martutene a Murcia II para terminar de cumplir la pena como colaborador del comando Donosti.
Instituciones Penitenciarias ha convertido ese segundo penal de Murcia, una de las cárceles más alejadas del País Vasco, en una suerte de prisión donde recluir a los más fieles a las directrices de la banda. En primavera ya llevó allí a Iñaki Zugadi, Josune Onaindia y Pedro María Olano, iconos de los sectores más ortodoxos de la banda.
Hasta Andalucía, al penal de Huelva, ha sido llevado desde Cáceres Aitzol Maortua, uno de los terroristas a los que ETA encomendó sabotear el semestre español de Presidencia de la UE en 2002 con una ola de ataques contra objetivos turísticos de Valencia. También a Andalucía, en este caso a Almería, ha sido alejado desde Madrid Josu Ginea, un destacado miembro de la kale borroka.
A Badajoz procedente ha sido conducido Mikel Orbegozo, uno de los miembros del comando que ETA envió a Valencia en 2005 cuando preparaban una campaña de verano con más de 50 objetivos. Los dos últimos presos han sido alejados a la Comunidad Valenciana. Se trata de Javier Agirre, uno de los dos etarras detenidos en Bélgica poco después del anuncio de ETA y Aitor Ligüerzana, exdirigente de Segi.
DIARIO VASCO, 17/7/12