EL CORREO 06/03/13
‘Josu Ternera’, David Pla e Iratxe Sorzabal salen del país tras constatar que el Ejecutivo de Rajoy no «se sentaría» con ellos sin un compromiso previo de disolución
Noruega ha puesto fin a la estancia en su territorio de la dirección de ETA, reunida desde hacía meses en Oslo, ante la evidente falta de avances en el desarme de la banda un año y medio después de que anunciara el cese «definitivo» de la violencia. El Ejecutivo noruego ha decidido no renovar el permiso de permanencia que había otorgado a los interlocutores de la organización terrorista José Antonio Urrutikoetxea, ‘Josu Ternera’, David Pla e Iratxe Sorzabal, obligados a abandonar el país nórdico el pasado día 12 para regresar a la clandestinidad, presumiblemente, en Francia.
· El regreso del grupo que lidera ‘Josu Ternera’ a la clandestinidad complica la tarea de los verificadores para mantener el contacto
La expulsión de la cúpula etarra se ha producido al fracasar la vía de diálogo que pretendía abrir con el Gobierno de Mariano Rajoy, que se ha mantenido inflexible en su negativa a «sentarse con los terroristas» mientras éstos no entreguen las armas y certifiquen su voluntad de disolución «incondicional y definitiva». La salida de Oslo del aparato político que encabeza ‘Josu Ternera’ supone la desaparición de un marco controlado para el eventual diálogo con la banda, ya consolidado en 2006 en el proceso de paz iniciado por el Ejecutivo de Zapatero. En ese mismo escenario, Jesús Eguiguren se reunió con ‘Thierry’ al frente de una delegación negociadora que acabó sumida en la frustración tras el atentado contra la T-4.
Ni entrega de armas ni zulos
Con la pérdida de Oslo, la Comisión Internacional de Verificación que lidera Ram Manikkalingam queda en una posición muy comprometida para entablar a partir de ahora nuevos contactos con ETA, cuyos interlocutores han vuelto al anonimato. Los verificadores ya intuyeron de alguna manera el riesgo de un parón en su última visita a Euskadi, celebrada entre los pasados días 18 y 20 de febrero. En sus encuentros con los partidos, dieron cuenta de las conversaciones mantenidas un mes antes con la banda en la capital noruega, en las que certificaron el rechazo de los terroristas a avanzar en su desarme, ni siquiera con una entrega simbólica de armas o la clausura de algún zulo.Por ese motivo, dieron un ultimátum a ETA. Sin nuevos pasos, Manikkalingam dejó entrever que su labor de supervisión perdería todo el sentido, habida cuenta de la negativa del Gobierno español a emprender cualquier movimiento en política penitenciaria que permita flexibilizar la situación de los presos de la banda y acompasarla al nuevo tiempo sin violencia.
Los verificadores asumieron la dificultad del Ejecutivo de Mariano Rajoy para realizar gestos; y no sólo por las presiones de los sectores más conservadores del Partido Popular que rechazan «cesiones» a los terroristas. Lastrado por la crisis, los casos de corrupción y su mala imagen, admitieron que el margen de maniobra de Rajoy es muy limitado en un campo en el que, además, el presidente del Gobierno siempre se ha movido en la prudencia circunscribiéndose a exigir la desaparición definitiva de la organización terrorista.
Durante la estancia de los verificadores en el País Vasco, el único gesto procedente de ETA provino de los jefes militares que están siendo juzgados en Francia. Ante el tribunal, Garikoitz Aspiazu, ‘Txeroki’, dio lectura a un texto en el que la organización armada sólo lamentaba el daño causado a los ciudadanos «ajenos al conflicto», pero sin hacerlo extensivo a los asesinados en atentados deliberados. Todos los partidos, salvo la izquierda abertzale, despreciaron el comunicado.
Mensajes al presidente
Al parecer, la cúpula etarra llevaba un tiempo considerable establecida en Oslo –algunas fuentes apuntan la cifra de ocho meses– a la espera de algún movimiento por parte del Gobierno del PP, que ha insistido en exigir el desarme y la disolución. Según ha podido saber este periódico, el gabinete de Rajoy ha recibido con insistencia invitaciones procedentes «de ETA y su entorno» para que aceptara una interlocución en la capital escandinava con el fin de abordar lo que los firmantes de la Declaración de Aiete denominan «las consecuencias del conflicto», en alusión a la entrega «ordenada» de las armas y la situación de presos, huidos y víctimas.
En este tiempo, Rajoy se ha resistido a abrir una vía de diálogo mientras la banda se ha negado a profundizar en su disolución. Tampoco Francia se ha sentido comprometida en esas conversaciones. Ante la ausencia de avances, Noruega ha dado por finalizada la cobertura prestada a los tres dirigentes de ETA, tras haberla prorrogado el pasado 10 de enero. El Gobierno noruego les dio de plazo entre el 10 y el 15 de febrero para salir del país, posiblemente entre las presiones diplomáticas del Gobierno español.