El Gobierno se enreda

Juan Pablo Colmenarejo-ABC

  • Mientras el presidente descansa la mirada en el horizonte del paisaje volcánico de Lanzarote, sus ministros enredan en este agosto que deja un puñado de medallas olímpicas para España

Suele explicar el ‘brujo’ Michavila que las decisiones sobre el voto futuro se toman en presente. Por lo tanto, el truco de hacer desaparecer los dos últimos años -nada por aquí, nada por allá- no va a funcionar. Quedan en la memoria, la individual de cada uno, no la colectiva impuesta por ley, las victorias frente al virus, tan inútiles como propagandísticas; el desistimiento en manos de las comunidades autónomas, el caos jurídico de prohibiciones a 17 y una promesa continua de vacunas entregadas antes de llegar.

El Gobierno se ha agarrado a los datos del empleo y de la Seguridad Social aun a riesgo de espejismo. El final de las restricciones, que se mantienen a tiempo parcial, ha dejado entrar el aire, aunque 600.000 personas siguen en el limbo, entre los ERTE y el cese de actividad de los autónomos. Los expertos en el mercado laboral insisten, cada año, que hasta que no llegue el otoño, tras la temporada turística, la cuenta no sale clara.

Mientras el presidente descansa la mirada en el horizonte del paisaje volcánico de Lanzarote, sus ministros enredan en este agosto que deja un puñado de medallas olímpicas para España y a Messi camino de París para ser cubierto de euros, tres años antes de los próximos Juegos. La ministra de Hacienda ha tenido que corregir a su compañero de la Seguridad Social, partidario de un impuesto a la madrileña que dejaría al PSOE todavía más en los huesos dentro de un par de años en las próximas autonómicas.

Por si faltaba algo, surge la mala conciencia de haber pagado muy caro el apoyo del independentismo catalán con los indultos. No solo se pretenden ocultar los expedientes cincuenta años -como los papeles del asesinato de Kennedy- sino que la ministra de Justicia saca la bola de cristal y no ve al Supremo anulando los indultos a los sediciosos, con cuyos votos hay que seguir gobernando, a pesar de los jueces.

Ni en agosto descansan los que enredan y se enredan, y no dejan de enredar.