Javier Jorrín-El Confidencial
- La presión de los autónomos y pequeños empresarios que secundan el paro genera ya problemas graves de suministro. Las empresas afectadas critican que el Gobierno no pare los piquetes
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, anunció el pasado lunes que el 29 de marzo aprobará un gran paquete de estímulos fiscales para ayudar a las familias y las empresas más golpeadas por la subida de los costes de la energía. Pero eso significa dejar las empresas a su suerte durante dos semanas, mientras que otros gobiernos europeos están aprobando medidas extraordinarias para compensar las pérdidas provocadas por el encarecimiento de los combustibles. El resultado ha sido que cada vez más transportistas se han unido a los paros convocados por asociaciones minoritarias, hasta el punto de que ya hay un riesgo real de desabastecimiento en España.
El país difícilmente podrá aguantar dos semanas de espera hasta que el Gobierno decida aprobar las ayudas. Las grandes patronales del sector de los transportes han intentado frenar los paros por la vía de la negociación con el Ministerio de Transportes, pero sus intentos de conseguir una ‘vía de escape’ han sido infructuosos. Desde Moncloa, la consigna ha sido inamovible: se anunciará todo el plan de ayudas el 29 de marzo a bombo y platillo. Pero el retraso en la adopción de las medidas, e incluso en su concreción, está alimentando el paro de transportistas, que ya genera graves problemas de suministro. Hay algunos sectores, como el de la leche, la pesca o la aceituna de mesa, que ya han anunciado parones de producción y otros están a punto de hacerlo, con las implicaciones que ello tiene para el abastecimiento de bienes en los mercados.
Las asociaciones patronales que forman parte del Comité Nacional del Transporte por Carretera presionaron el miércoles a la ministra Raquel Sánchez durante una reunión de ocho horas para que adelantara alguna de las medidas que tiene previstas. El objetivo era tener algún avance concreto que anunciar a los transportistas para contener la huelga, pero la ministra no dio ninguna concesión. En una nota de prensa posterior a la reunión, la ministra explicaba que, “ante una situación excepcional, hay que actuar lo antes posible”, pero no será hasta final de mes cuando anuncie las medidas.
Ante esta situación, los paros y los piquetes han seguido marcando el ritmo en las carreteras de España. Y eso a pesar de que el Gobierno ha movilizado a 23.500 policías para garantizar el tránsito de camiones. Entre los transportistas que hacen huelga voluntariamente y los que temen a los piquetes, el porcentaje del paro supera ya el 50%, según estiman desde las patronales, e incluso hay quien eleva la cifra hasta el 70%. Una situación insostenible que está obligando a los sectores de la alimentación a parar su producción, ya que sus bienes son perecederos y sin el transporte se estropean.
«El único que puede desconvocar el paro es el Gobierno de España tomando las medidas que han adoptado ya otros países europeos»
Las federaciones representadas en el Comité Nacional del Transporte por Carretera no han secundado la huelga, pero empiezan a reconocer que algunos de sus afiliados ya están parando. Es el caso, por ejemplo, de Fenadismer, que aglutina a autónomos transportistas y publicó el jueves un comunicado en el que afirma que el paro lo están secundando “miles de transportistas, afiliados y no afiliados a la federación”. Aunque Fenadismer no ha convocado oficialmente los paros, son los propios autónomos quienes están parando.
El cabreo ha ido creciendo a lo largo de la semana entre los transportistas y el foco de las iras se centra en el Gobierno. Todas las patronales que no han secundado la huelga hasta el momento reclaman al Ejecutivo que garantice la seguridad en las carreteras para que los transportistas que quieran puedan trabajar con normalidad. Por su parte, los autónomos y pequeños empresarios que sí están parando reclaman una bajada inmediata del impuesto a los hidrocarburos para que así baje el precio de los carburantes.
“El Gobierno no es consciente de la situación que se está produciendo en las calles”, explican desde una federación, “no se está dando cuenta de que la cadena de suministro ya está fallando, lo que conlleva un riesgo evidente de desabastecimiento”. Lorenzo Amor, presidente de la Asociación de Trabajadores Autónomos (ATA), asegura que “el único que puede desconvocar el paro es el Gobierno de España tomando las medidas que han adoptado ya otros países europeos”.
En su opinión, solo una acción contundente del Ejecutivo para abaratar la factura de los carburantes puede frenar esta escalada de tensión en las carreteras españolas. De lo contrario, la huelga seguirá obligando a realizar parones en muchos sectores como los que ya están ocurriendo.
Las disfunciones se notan en todos los ámbitos de la economía y atraviesan todo el territorio
El más simbólico, por el producto del que se trata y la alarma social que ha generado, es el del lácteo. La patronal Fenil advirtió este miércoles de que el sector se ve abocado a parar, al tratarse de un artículo fresco que, si no se recoge, acaba estropeándose. De momento, El Confidencial ha consultado a las principales industrias y la situación les está afectando de forma dispar: mientras Pascual, Mondelez y Danone afirman operar con normalidad, Nestlé reconoce dificultades para recibir las mercancías y expedir el producto final, al igual que Lactalis.
Las disfunciones se notan en todos los ámbitos de la economía y atraviesan el conjunto del territorio. En Galicia, la cooperativa avícola Coren encadena tres días consecutivos con sus mataderos cerrados, mientras que la lonja de A Coruña, la mayor de pescado fresco en España, ha reducido su actividad en un 80%. Es solo un ejemplo del gran impacto en el sector pesquero, que ve cómo numerosos puertos permanecen bloqueados por los transportistas. El amarre de algunas flotas agrava todavía más la situación, aunque de momento las patronales niegan que haya desabastecimiento. Los pescadores estudian un paro generalizado a partir del lunes si el Gobierno no atiende sus reclamaciones para paliar los efectos de la subida del combustible. En la industria, la patronal siderúrgica ha reconocido que el impacto está siendo mayor del esperado y Arcelor ya ha tenido que parar parte de su producción en Asturias.
Esta tormenta perfecta, de la que no se libran la acuicultura o la ganadería, ha generado problemas puntuales de distribución en los supermercados, donde los consumidores se han lanzado a acaparar algunos artículos. Entre los más solicitados se encuentran los lácteos, la harina y el aceite, pero en ningún caso se puede hablar de escasez generalizada. Las principales plataformas continúan recibiendo el género: en Mercamadrid, por ejemplo, este jueves las descargas ‘solo’ descendieron un 38% respecto a la semana pasada y la actividad incluso aumentó desde el día anterior. Los problemas que se han producido en algunos puntos de venta se deben más al comportamiento irracional de los consumidores que al mal funcionamiento de las cadenas de entrega. De momento.
«Acciones violentas»
La preocupación ante lo que pueda pasar los próximos días resulta unánime. Todos quieren evitar que la huelga se prolongue durante demasiado tiempo, lo que generalizaría las carencias puntuales que han tenido lugar durante las cuatro primeras jornadas del paro. El enfado que se nota en las calles, en las casas y en los mercados se convierte en miedo en los despachos. Las patronales de los diferentes sectores, desde el plástico hasta el hortofrutícola, alertan de fallos de suministro en los próximos días y coinciden en señalar a los piquetes. Como solución, piden mano dura para que cesen lo que califican de “acciones violentas”.
La presión ya ha llegado al Gobierno, que ha reconocido algunos problemas en la cadena alimentaria. Sin embargo, el Ejecutivo se niega a atender las reclamaciones de los huelguistas. Y surge una pregunta inevitable: ¿hasta cuándo se podrá sostener esta situación?