EL CORREO 01/02/13
· Esgrime el «precedente» del apoyo a Irlanda del Norte para pedir un compromiso político y económico similar.
BRUSELAS. El Gobierno vasco reclamó ayer la implicación de la UE para consolidar la paz y abrir paso a la convivencia en Euskadi. En el marco de una serie de conferencias sobre la contribución europea a la reconciliación en Irlanda del Norte, el Ejecutivo de Iñigo Urkullu pidió a Bruselas un «compromiso político» similar con la sociedad vasca. Marta Marín, delegada del gabinete autonómico para las instituciones comunitarias, lanzó el mensaje como paso previo a la apertura de un diálogo que permita explorar la concesión de ayudas económicas. Desde el inicio de las subvenciones en 1995, la Unión ha invertido 1.300 millones en Ulster, gran parte de ellos en programas sociales para cicatrizar las heridas de la violencia.
La delegada vasca en la capital comunitaria insistió en que el respaldo otorgado a Irlanda del Norte ha sentado un «precedente» que no puede quedarse en un gesto exclusivo. Aunque reconoció que sería «ingenuo» pensar que el modelo norirlandés puede transplantarse sin más, subrayó que el compromiso de la UE resultaría «muy importante» para Euskadi. Este apoyo buscaría en una primera fase que «se abran las puertas» de las instituciones comunitarias para alentar el «proceso de convivencia y normalización». Según Marín, la Unión debe abandonar la «neutralidad un poco ciega» de la que ha hecho gala en los últimos años y volcarse con las secuelas del terrorismo en la sociedad vasca.
La responsable del gabinete de Urkullu recordó que la UE, galardonada con el Premio Nobel de la Paz el año pasado, debe asumir que el anuncio de ETA de abandonar definitivamente la violencia marcó «un antes y un después». La petición de la delegada coincidió una solicitud similar de Urko Aiartza, senador de Amaiur. El representante de la izquierda abertzale, que también asistió a la jornada de conferencias en Bruselas, insistió en que los Veintisiete deben sumarse a la «oportunidad única» de consolidar la paz. Marín agregó que el reto posterior a la apertura de canales de diálogo consistiría en «examinar» conjuntamente posibles ayudas como las otorgadas a Irlanda del Norte.
La Comisión Europea, liderada entonces por Jacques Delors, puso en marcha en 1994 un programa especial de subvenciones tras el alto el fuego decretado por el IRA y otros grupos paramilitares. El plan, que fue bautizado como ‘Peace’, se ha desarrollado de forma ininterrumpida y ayer se anunció una nueva prórroga de 150 millones para el periodo 2014-2020. El comisario de Política Regional, Johannes Hahn, admitió que este dinero podría contribuir a rebajar las últimas tensiones vividas en Belfast por la retirada de la bandera británica del ayuntamiento. Aunque los fondos todavía tienen que aprobarse, servirían para mejorar la formación de muchos jóvenes en paro envueltos en los disturbios.
El comisario de Política Regional eludió entrar en consideraciones políticas, pero recordó que Euskadi tiene a su disposición una importante «fuente de recursos» a través de los fondos estructurales. El responsable austriaco explicó que este dinero también se utiliza para financiar proyectos concretos que ayuden a la «reconciliación». Pat Colgan, jefe del organismo comunitario de Programas Especiales, remarcó que el País Vasco e Irlanda del Norte afrontan «dos situaciones muy diferentes, aunque pueden aprender uno del otro». Al tratarse de un club de países, la opinión del Gobierno de Mariano Rajoy resulta fundamental para que los Veintisiete muevan ficha y se impliquen en la convivencia vasca.
Robinson y McGuinness
La Comisión organizó la jornada de conferencias para subrayar su papel en la pacificación de Ulster y estudiar qué lecciones pueden extraer otras «comunidades divididas». Las charlas arrancaron con la intervención de Peter Robinson, ministro principal de Irlanda del Norte, y el ‘número dos’ del Ejecutivo, Martin McGuinness. Ambos mandatarios, el primero unionista y el segundo antiguo jefe del IRA, son el ejemplo de un proceso de paz que se considera modélico en todo el mundo. Robinson apuntó que los últimos enfrentamientos en Belfast, que se han saldado con 200 detenidos y decenas de policías heridos, representan un «toque de atención». «Todavía nos queda mucho por hacer», apostilló en referencia a la senda hacia la normalización definitiva.
McGuinnes tampoco eludió el rebrote de las tensiones e insistió en que «la inmensa mayoría» de los norirlandeses quieren la paz. Convencido de que no existe una «fórmula mágica» que acabe con una larga etapa de violencia, confió en que el difícil camino de Ulster sirva para «inspirar» a otros países.
El ejemplo del puente de Derry y el ‘teatro de los testigos’
Tras casi dos décadas de vigencia del programa ‘Peace’, la UE ha financiado alrededor de 22.000 proyectos de distinta envergadura en Irlanda del Norte. A finales de los noventa, el plan estaba enfocado hacia el desarrollo de infraestructuras, pero en los últimos años se ha centrado más en intentar cicatrizar las heridas de la región. Ayer, los responsables de varias iniciativas explicaron sus experiencias e intentaron desvelar los ingredientes que conducen a la reconciliación. Muchos de ellos remarcaron que no existen «soluciones rápidas» y recomendaron «tiempo y paciencia» para dejar atrás las huellas de la violencia.
El propio Martin McGuinness, viceministro principal de Ulster, contó los pormenores de uno de los proyectos. Construido en su ciudad natal de Derry, donde se produjo la matanza del Domingo Sangriento en 1972, el ‘puente de la paz’ se inauguró hace dos años entre críticas. El líder del Sinn Féin recordó cómo muchos vecinos decían que no iba «a ninguna parte» porque se ideó para salvar el río de la localidad y unir a protestantes con católicos. Pasado el tiempo, la pasarela se ha convertido en un éxito con más de un millón de usuarios. «Ha cambiado nuestra vida para siempre», celebró McGuinness.
En un plano más próximo a las víctimas, también se analizó el impacto del ‘teatro de los testigos’. Este proyecto permite a todos los afectados por la violencia expresar sus sentimientos sobre el escenario con obras orales, musicales o con apoyo de imágenes. En las últimas ediciones, han empezado a coincidir en la misma representación terroristas y supervivientes de atentados.
EL CORREO 01/02/13