Hablemos de Jonan Fernández

SANTIAGO GONZÁLEZ, 01/02/13

Jonan
EL CORREO

Después de aquel portentoso momento en que José Luis Rodríguez Zapatero creó el Ministerio de Igualdad era inevitable que otros dirigentes siguiera su camino y crearan organismos administrativos con el nombre de una aspiración. O de dos. Iñigo Urkullu ha creado una Secretaría General de Paz y Convivencia que ha encomendado a Jonan Fernández.

A mí me parece un hallazgo: por el cargo y por el titular. No es improbable que otro coloso de la política contemporánea, Artur Mas, siga su camino y cree consellerias del Estat Propi en la Unió Europea, del Dret a Decidir, de Sobirania o del Pacte Fiscal, esta última transitoria y amortizable. O quizá no: alguien tendrá que seguir pagando después de la Independència, nombre idóneo para la Conselleria en Cap.

Jonan Fernández es, como se sabe, un antiguo concejal de Herri Batasuna en Tolosa. A finales de los años 80 creó una coordinadora llamada Lurraldea, como una terminal del MLNV en el campo del ecologismo para luchar contra el trazado de la autovía Irurzun-Andoain. Algunos todavía recordamos aún aquel sábado en que el diputado general de Guipúzcoa, Imanol Murua, nos convocó a una manifestación en San Sebastián para defender el trazado de la autovía elegido por las instituciones. Fuimos y nos manifestamos. En agosto de 1991 el PNV convenció al PSE y ambos pactaron el trazado que a Jonan le salió del lapicero. Fue así, queridos y queridas, como la autovía de Leizarán se hizo en 1995 con la pendiente más peligrosa de Europa. Los dirigentes de Herri Batasuna posaron brindando con cava en la portada de Egin.

En vista del éxito obtenido sin conocimientos específicos de Obres Públicas, ¿por qué no aplicar el mismo asunto a la paz? Y Jonan creó la organización Elkarri, con la que la izquierda abertzale empezó a enredar en el mundo de la las organizaciones pacifistas , consiguiendo llevarse al huerto a la mayoría (Maroño 1994) gracias a una neolengua que les permitía acuñar frases tan vistosas como: “sustituir las expresiones de violencia por mecanismos de diálogo” o “el objetivo se centra en dar un impulso determinante al momento actual”. A partir de la Conferencia del Carlton, también se llevaría a los partidos políticos.

Yo recuerdo haber manifestado por escrito mi extrañeza por esas dos frases. Era mucho más propio relacionar el diálogo con la expresión y la violencia con la cosa mecánica, el coche bomba, un suponer. La otra frase tenía la ventaja de la versatilidad. También se podía escribir: “el centro impulsa momentáneamente el actual objetivo de potencia determinada”, sin pérdida de significado.

Elkarri era la mediatriz entre la causa de las víctimas y la de sus asesinos. A partir del Carlton fue concretándose la llamada vía Ollora, que acabo siendo el embrión, primero del pacto de Lizarra y luego del Plan Ibarretxe. Brilló también en aquellos años por iniciativas novedosas. Ibarretxe le concedió una lotería ‘raspe y gane’ para hacer sostenible el ‘txiringito’, en detrimento de una organización de minusválidos. Él hizo valorar el folio mucho más caro que Amy Martin. Al comienzo de este siglo hizo una campaña para dar con un folio que contuviera los consensos mínimos para la paz, para lo que propuso seis meses de reflexión colectiva. Era fácil resolverlo con tres palabras: “No se mata”, pero esto no se contemplaba.

Anunció que si no se alcanzaba la paz en un plazo determinado, (en la década de los 90) abandonaría. No lo hizo. Elkarri no condenaba el terrorismo. Su vocabulario no contenía esa palabra:

P. ¿Cree que ETA es una organización terrorista?

R. No, no la definimos como terrorista. El lenguaje tiene cierta importancia, y ciertos calificativos no tienen mucha utilidad con vistas a una solución.

P. ¿Qué terminología emplearía usted para referirse al atentado contra El Corte Inglés de Valencia?

R. Las palabras son lo que significan en el diccionario y la carga que les acompaña. Al margen de que me parezca rechazable y deneznable el atentado contra El Corte Inglés, hay que utilizar un lenguaje y unas palabras para desbloquear el conflicto y no para encorsetarlo más.

Después de nombrar a Fernández secretario general de Paz y Convivencia (oxímoron) el lehendakari Urkullu se mosqueo´cuando un periodista le preguntó si no era un error haber elegido para el cargo a Jonan Fernández:

“¿Acaso preferimos que todos sigan siendo de Herri Batasuna? Hay algunos que fueron algo más que de HB”.

Hombre, lehendakari, planteadas las cosas como lo hace usted en la primera parte de la frase, habría que pensar en qué cargo público piensa ofrecer a Josu Ternera y a su hijo, a Pakito, a Mikel Antza, a Txapote y a Txeroki. ¿No les preferiríamos como burócratas en vez de como terroristas y asesinos? Yo tengo entre mis amigos algunos que fueron “algo más que de HB”, pero su rectificación se produjo de manera evidente y pública y no han practicado jamás la equidistancia.

¿Quiere esto decir que JF sigue manteniendo la misma posición sobre ETA que en los años 80? No. De hecho, Elkarri empezó a parecerle mal a la banda, pero esto solo habla del sectarismo terrorista, no de las cualidades de Elkarri. El cambio experimentado por ésta es significativo, aunque no radical. Ya no sostiene la equidistancia entre víctimas y verdugos; sólo es la bisectriz entre el PNV y Bildu.

JF no podrá tener la confianza de las víctimas. No por su pasado, sino por su presente. El lehendakari tenía candidatos mucho más adecuados. Se me ocurren los nombres de dos nacionalistas con curriculum relevante en el partido del lehendakari. Y con más talla intelectual. Podía haber pensado en Joseba Arregi. O en Emilio Guevara.

SANTIAGO GONZÁLEZ, 01/02/13