EL CORREO – 04/11/14
· División política. Los partidos han sido incapaces hasta ahora de cerrar un consenso que alumbrara un homenaje unitario.
· El lehendakari se sumará a la ofrenda floral silenciosa, sin discurso alguno, que acogerá el próximo lunes el Parlamento.
El Gobierno vasco no celebrará acto propio alguno el próximo lunes con motivo del Día de la Memoria. A diferencia del guión de los últimos cuatro años, el lehendakari, Iñigo Urkullu, se sumará en la que será la quinta edición de laa efeméride a la ofrenda floral que el Parlamento vasco dedicará a todas las víctimas. Un acto que se desa-rrollará de manera silenciosa, sinn mensaje alguno. El objetivo: evitarr la polémica que ha acompañado a esta cita desde su nacimiento y buscar, o al menos intentarlo, una imagen de consenso político.
Mucho ha llovido desde que en 2010 cobrara forma el Día de la Memoria. Hasta el punto de que la vocación inicial con la que se gestó este homenaje ha quedado descafeinada. En sus orígenes está el acuerdo suscrito entre el Gobierno vasco, entonces en manos del socialista Patxi López, el Parlamento, las Juntas Generales de los tres territorios históricos y la Asociación de Municipios Vascos (Eudel).
La idea era marcar en rojo un día en el calendario –el 10 de noviembre no se ha producido ningún atentado mortal de ETA– para que las instituciones recordaran a las víctimas del terrorismo recogidas en la ley vasca.
El hecho de destinar la efeméride en exclusiva a dichos damnificados motivó ya entonces que Aralar y EA se descolgaran de la misma. Aun así, fue en su primera edición en la que el Día de la Memoria reflejó una imagengen de unidad institucional que no ha vuelto a repetirse. De hecho, fue el único año en el que desde la Lehendakaritza se invitó a las víctimas del terrorismo, verdaderas protagonistas de la jornada, a asistir al acto que se celebró en los jardines de Ajuria Enea.
Pero si la efeméride arrancó de alguna forma viciada, en los años posteriores la división política ha ido ‘in crescendo’. El detonante residió en la apuesta del Ejecutivo del PSE por incluir en el homenaje a personas que sufrieron abusos policiales con una motivación política, en coherencia con el trabajo llevado a cabo por la consejería de Justicia para reconocer y reparar a este colectivo olvidado. Los partidos buscaron sin éxito cerrar un texto conjunto al que dar lectura en todos los actos que se celebraran dicho 10 de noviembre –tal y como se hizo el primer año–, lo que llevó a cada institución a realizar su propio homenaje. La unidad ha brillado desde entonces por su ausencia.
«Desvirtuado»
El Parlamento vasco, en el que están representadas todas las sensibilidades políticas, ha sido el centro del huracán. El año pasado, la ofrenda floral contó con la participación del PNV, EH Bildu y el PSE. No así del PP y UPyD. Estos últimos se autoexcluyeron por considerar que se ha «desvirtuado» la vocación con la que este homenaje nació en 2010: reconocer en exclusiva a las víctimas del terrorismo. La formación que lidera Arantza Quiroga, que ayer desconocía aún cuál será la postura que adoptará la próxima semana, se dio cita en el homenaje que organizaron de manera conjunta la Diputación de Álava, las Juntas y el Ayuntamiento de Vitoria, todos ellos gobernados por los conservadores.
Iñigo Urkullu, por su parte, celebró su primer Día de la Memoria en el campus vizcaíno de la Universidad del País Vasco. Cambió de esta forma Ajuria Enea por Leioa, donde, flanqueado por su equipo de consejeros, abogó por situar la paz y los derechos humanos «en el centro de la educación». El lehendakari hizo especial hincapié en el consenso. Se refirió, por ejemplo, al denominado suelo ético aprobado por el Parlamento vasco. En concreto, a uno de los apartados que contó con el respaldo de las cuatro grandes fuerzas políticas –el resto del contenido no lo rubricó EH Bildu–: «La paz y la convivencia requieren el reconocimiento de la injusticia de la violencia, el reconocimiento del daño causado y la dignidad de las víctimas, todas ellas merecedoras del derecho a la verdad, la justicia y la reparación».
El próximo lunes, el Día de la Memoria volverá a sufrir un cambio sustancial. Por primera vez el Gobierno vasco no organizará acto alguno con motivo de la efeméride.
10 de noviembre.
Hasta ahora se han celebrado cuatro ediciones del Día de la Memoria, tres durante el mandato de Patxi López y una, la última, con Iñigo Urkullu como lehendakari.
En su lugar, el lehendakari se desplazará hasta el Parlamento vasco para asistir –ya lo hizo también el año pasado– a la ofrenda floral que acogerá a las once de la mañana la institución legislativa. Un homenaje que, según se acordó la semana pasada en la tradicional reunión de la Mesa de la Cámara, no incluirá discurso o mensaje alguno. Durante la cita sonará el ‘Agur Jaunak’ y, a posteriori, se guardará un minuto de silencio en recuerdo de todas las víctimas.
Ni texto consensuado, ni suelo ético. Nada. El Día de la Memoria será un fiel reflejo de la actualidad política: los partidos incapaces de cerrar acuerdo alguno en materia de pacificación, una ponencia de paz desangelada –los únicos grupos que se sientan a la mesa son el PNV y EH Bildu– y un suelo ético cuya validez se encuentra, a día de hoy, en el aire. El lehendakari pretende con este gesto lograr una imagen de unidad, o al menos, hacer un nuevo llamamiento a las fuerzas políticas a acercar posturas.
Ahora bien, y a la espera de que la izquierda abertzale dé un paso al frente, las diferencias son palpables. EH Bildu está trabajando aún en la redacción y los contenidos de un texto alternativo al actual suelo ético del Parlamento vasco que pueda ser acordado con el PNV, el PSE e «incluso con el PP», según aseguró Hasier Arraiz. La incógnita será si dicho texto permitirá reflotar la ponencia de paz tras el abandono de los socialistas y, más aún, alumbrar un futuro Día de la Memoria conjunto. Por ahora, sigue siendo misión imposible.
EL CORREO – 04/11/14