El Gran Reunificador

EL CORREO 18/12/13
TEODORO LEÓN GROSS

A Mas por lo pronto ya hay que agradecerle algo meritorio: su órdago ha provocado una aproximación coherente de los discursos de PP y PSOE con gestos moderados que inspiran confianza en que habrá unidad en esto. Es algo que no había logrado ni la crisis volcánica con seis millones de parados ni un atentado terrorista con casi doscientos cadáveres de cuerpo presente ni la amenaza de una oscura intervención europea ni Gibraltar. El progresivo alineamiento de Génova y Ferraz ante el eclipse catalán es, de momento, la buena noticia en esta espiral delirante. Hasta ahora el PP había abusado de las declaraciones altisonantes, del dogmatismo cuartelero mientras Rajoy ejercía de don Tancredo de perfil; y el PSOE, con su marca catalana, pecó de entreguismo desnortado con el ‘derecho a decidir’ pero también ha rectificado saliéndose del Pacto, reclamando el desmontaje del consejo de Transición Nacional y exigiendo que todo se acuerde con Madrid. Ver a los grandes partidos actuar sensatamente con cierto sentido de Estado es un inesperado golpe de confianza. Hurra por Mas.

El president ha creado un escenario endemoniado, con un referéndum muerto y ahora, según declara, aguarda una ‘oferta’ de Moncloa. Tal vez aún cree posible, al modo de Corleone, una oferta que no haya modo de rechazar. Parece difícil. Sus sentimientos independentistas radicalizados –una repentina inspiración tardía como lo de Saulo camino de Damasco– transmiten la ceguera de los conversos. Y ha traspasado algunas líneas rojas de difícil retorno. Así que gestionar ese órdago va a requerir inteligencia además de coraje político. Exhibir como Aznar el lenguaje testicular de Espartero, aquel espadón persuadido de que la solución al problema era bombardear Barcelona cada 50 años, solo elevará el número de independentistas; pero también el buenismo de Zapatero a golpe de buen rollito. Rajoy va a tener, como Lorenzo con sus manetas de ‘martillo’ o ‘mantequilla’ a la medida de cada carrera, que conjugar puño de hierro y guante de seda para impedir el referéndum sin avivar las llamas. La prohibición es seguro que traerá elecciones anticipadas donde el nacionalismo podrá absorber todo el descontento con potencia para reformar el Estatut, no como ahora, propiciando una legislatura infernal.

Algo ha cambiado, sin embargo, con la aproximación de PP y PSOE. Tal vez sea nada más esa especialidad española de unirse solo contra otro, pero ya tiene mérito, y es de Mas. Por primera vez no es impensable una ‘grosse koalition’ a la alemana, quizá inevitable si se cumplen los sondeos de minorías, pero también por la demanda de la sociedad ante ese desafío que exigirá unidad nacional. Y ya no es inverosímil ante los gestos de PP y PSOE. Mas el Separatista se ha convertido en Mas el Gran Reunificador obrando ese milagro. Otro éxito para su curriculum.