José Alejandro Vara-Vozpópuli

El Gobierno busca una vía directa para los fondos de Defensa sin recurrir al PP ni molestar a su ultraizquierda

Cassius Clay tenía cien frases para humillar a un rival antes de un combate. Una de las más afamadas se la dedicó a Foreman: “Le he visto boxear contra su sombra y ganó la sombra”. Una velada histórica. Fue en Kinsasa (Zaire), en 1974. Ganó Alí en el octavo asalto. Recuperó entonces su corona mundial de los pesados.

Pedro Sánchez también dispensa a Alberto Núñez Feijóo toda suerte de insultos antes de reunirse este jueves en Moncloa, después de quince meses sin dedicarle un minuto en privado. “En esta oposición no hay nadie al volante. Sin ideas, sin dirección, sin escrúpulos, sin rumbo, dando tumbos. Feijóo no sólo no es presidente del Gobierno porque no quiere, sino que no es jefe de la oposición porque no sabe”, le ametrallaba este domingo desde Galicia, donde el PSOE pinta tanto como Marlaska en el club de los caballeros dignos.

La diferencia entre Alí y Sánchez, al margen del físico, es que el primero quería tumbar a su contrincante mientras que el segundo quizás necesite su ayuda. El presidente del Gobierno no entiende más diálogo con el PP que el de las trompadas, la agresión, el acoso, el desprecio. Su idea de la política consiste en arrojar del tablero a la oposición para quedarse solito con sus liliputienses Frankenstein al frente del garito. Sueña con esa ‘dictadura perfecta’ al estilo del mexicano, en definición de Vargas Llosa. Apariencia democrática, con elecciones, parlamento, poder judicial, pero sin rastro de disidencia, voces críticas, medios independientes, ni posibilidad de alternancia. Para eso levantó su muro tras los comicios del 23. Eternamente Pedro.

Su gobierno es el que menos invierte en defensa y su permanencia en el poder depende de los votos de una extrema izquierda que simpatiza con la tiranía de Putin y  de los separatistas de Puigdemont que pactaron con Moscú para su golpe de 2017, desbaratado por el Rey

Se cumple ahora un año sin que haya aparecido por el Senado. Le da pereza personarse  en una instancia que no controla. Este miércoles tampoco acude a la sesión de control del Congreso. Se va a Finlandia, a hacer la paz. Y luego a Luxexmbrgo, a organizar el frente contra Rusia. “España tiene la capacidad suficiente para mejorar la seguridad de Europa”, predicaba el domingo. «España va a ser parte importante de la solución», insistía. España, España. A su letrista se le fue la mano con el albariño.

El nombre del juego consiste ahora en erigirse como abanderado de Occidente contra Trump y Putin, esa extraña pareja. Un desafío imposible. Su gobierno es el que menos invierte en defensa y su permanencia en el poder depende de los votos de una extrema izquierda que simpatiza con la tiranía rusa y  de los separatistas de Puigdemont que pactaron con Moscú para su golpe de 2017, desbaratado por el Rey.

Su empeño en transmutarse en el Carlomagno del progreso es la vía para escapar de los agobios de intramuros. En las últimas horas han sobrevenido nuevas noticias adversas en el fangal de la corrupción que le rodea. Su fiel Félix Bolaños, triministro ‘bulócrata’, como le dice Cayetana Álvarez de Toledo, ha sido citado a declarar como testigo en el ‘caso Begoña’. Se sospecha que fue él quien le encargó a la fiel Cristina Álvarez, funcionaria en Moncloa, que se ocupara de los asuntos privados de la esposa imputada. Las revelaciones de Aldama alcanzan ya a cinco ministerios, las andanzas sexuales de Ábalos salpican a ministros Puente y a Planas, el cupo vasco de las mordidas del PSOE señalan a Santos Cerdán, al jefe de Gabinete de MJ Montero le fallan las coartadas, el ministro Ángel Víctor Torres ha sido abandonado a su suerte de mascarillas y ‘señoritas’… Y, ojo, que también hoy comparece ante el juez Pilar Sánchez Acera, la del soplo fallido a Juan Lobato por la filtración del novio de Ayuso, quien puede poner en serios quebrantos a Óscar López, otro ministro en el disparadero, otra pieza oxidada de la Moncloa.

“Feijóo sabe de Koldo, pero de política internacional no sabe nada”. Ni siquiera habla inglés. Sánchez se piensa reconocido entre los dirigentes europeos porque le dan palmaditas y él sonríe. Su problema es que en Bruselas late ya un espíritu bélico que le deja fuera de juego

Si la agenda política gira hacia el flanco internacional ‘es bueno para Sánchez’, decía este domingo el cronista primigenio de la prensa de movimiento. “Feijóo sabe de Koldo, pero de política internacional no sabe nada”. Ni siquiera habla inglés. Sánchez se piensa reconocido entre los dirigentes europeos, porque le dan palmaditas y él sonríe. Su problema es que en Bruselas late ya un espíritu bélico, un ardor guerrero que le pone contra la pared. Macron habla de armas nucleares y de enviar tropas a Ucrania. Alemania se embravece. Los países nórdicos refuerzan su flanco defensivo y Polonia exhibe ya un cuchillo entre los dientes.

Sánchez se ha comprometido en Bruselas a reunirse con la oposición (este jueves, el rigodón pinturero e igualitario, casi el mismo tiempo y atención al partido de los ocho millones de votos que al grupúsculo vasco y filoterrorista de los 300.000; Vox, no, por supuesto) y a final de mes, una rutinaria declaración en el Parlamento, otro ‘aló presidente’ lleno de tópicos y trolas.. Macera, mientras tanto, las fórmulas para subir el gasto en defensa  que le reclaman sus pares de la UE sin que se note, sin que pueda parecer un miembro de la cofradía de la derechona. Yolanda Díaz acaba de humillarse sonriente a esta estrategia, no tiene otra, fuera del Gobierno es una hormiga gallega, pero los pequeñines de la ultraizquierda, incluído ese atorrante que milita en el Podemos catalán, le retacean su ayuda. Nada de enviar fuerzas al frente, nada de remitir material, nada de recolectar presupuesto para los uniformados. ¿Recurrirá a Feijóo para sacar adelante sus promesas pese el riesgo de recibir un sonoro guantazo?

El líder del PP ya ha anunciado que no dará el ‘sí’ a cambio de nada. Será ese el momento de reclamar que le haga un corte de mangas a todos los chantajes del secesionismo xenófobo, que abandone la entrega del concierto económico, la fiscalidad y las fronteras a la Generalitat. Toca hacerse valer. Incluso llegar al razonable ‘no’, aunque le alineen luego con Vox y hasta le tilden de patriota de banderita y hojalata.

Es como la República en 1936 pidiendo ayuda. ¿Va a apoyar la izquierda que hay que dejarles solos?, decía un ministro. Ya salió Franco, ya estaba tardando

Sánchez ha encargado a Cuerpo que redondee el gasto en Defensa sin pasar por el desfiladero del Parlamento, sin mendigar el voto, sin suplicarle a Feijóo para no exponerse a la gran bofetada. Tirando del fondo de contingencias como otras veces, que luego pagará Nadia Calviño con dineritos de su Banco Europeo de Inversiones. Para eso la colocó allí el galansote, con quien se verá mañana. A escondidas, haciendo trampas, por la puerta trasera, al puro estilo del sanchismo. En el Ala Oeste difunden ya un argumentario trucho para camuflar el rearme, que tendrá que hacerse, sí o sí. Dice Úrsula von der Layen que ?movilizando’ los presupuestos nacionales. Nada de muttualizar la deuda. Otra dificultad añadida para Moncloa. He aquí algunas de las pavadas para estultos que se expiden desde el laboratorio de Diego Rubio, el rey de la prospectiva.

-No es dinero para armas, es dinero para la paz

-No se tocará un euro de políticas sociales, no haremos como la derechona y su motosierra.

-No se trata de cañones y tanques sino de inversión en democracia, en ‘bienes públicos europeos’.

-Hay que reforzar las herramientas defensivas contra los ataques de los hackers cibernéticos, las acciones de los yihadistas del Sahel (sic) y hasta del peligro climático que nos acecha.

En su delirio, algún ministro argumentaba en El País la teoría más sicalíptica: “Esto no es la guerra de Irak, EE.UU. invadiendo un país. Esto es un país invadido por otro imperio, Rusia, que se defiende y tenemos que ayudarlo. ¿Va a apoyar la izquierda que hay que dejarles solos?, decía un ministro. Ya salió Franco. Ya estaba tardando.