- Si no creyera realmente en las causas de la extrema izquierda le bastaría con no meterse en jardines innecesarios e ir cumpliendo con sus socios. Pero, en esta metamorfosis, Sánchez, amén de golpista, es un activista radical
Al ser verdaderas sus vertiginosas transformaciones, es el primero en creer sus mentiras. Invierte sus posturas a conveniencia en períodos tan cortos que deja a los suyos sin resuello ético. Todavía resuena el eco de una firme aseveración –la amnistía es inconstitucional, gobernar con Podemos me impediría dormir, nunca pactaré con Bildu– cuando ya está defendiendo lo contrario. Pero defendiéndolo sinceramente, con plena convicción. Su última mutación es fruto de la necesidad de contentar a todos los partidos contrarios a la unidad de España y a la Constitución. Pues bien, Sánchez ha devenido realmente un radical de extrema izquierda. No olviden que la nueva izquierda woke abraza los nacionalismos de secesión; de ahí que la presencia en su bloque de la extrema derecha supremacista catalana y vasca no impida a los medios del régimen presentar tranquilamente tan heteróclito conjunto como «progresista».
La prueba de que sus alteraciones son reales, de que no son impostadas, está en la de otro modo inexplicable serie de actos y declaraciones contrarios a sus intereses realizados en el brevísimo tiempo que le separa de la investidura. Incorporar a notorios antisemitas a su Gobierno en el actual contexto, encabezar el apoyo a Hamás (hecho reconocido por la propia organización terrorista) rompiendo a conciencia la coordinación de la UE al adelantar su reconocimiento unilateral del Estado Palestino, o enemistarse gratuitamente con Italia y Holanda son decisiones perniciosas para España, pero también le dañan a él, que encara la legislatura convertido en un paria internacional con nuevos enemigos por él mismo creados. Si no creyera realmente en las causas de la extrema izquierda le bastaría con no meterse en jardines innecesarios e ir cumpliendo con sus socios. Pero, en esta metamorfosis, Sánchez, amén de golpista, es un activista radical.