El independentismo ante el espejo

VICTORIA PREGO – EL MUNDO – 25/05/16

· Cien millones de euros para empezar, que se destinarán a cebar económicamente las dos patas que los independentistas catalanes consideran de mayor proyección pública para la propaganda de su proyecto: la recaudación de impuestos y las relaciones exteriores.

Despreciando todos los elementos que demuestran la imposibilidad material de hacer efectivas desde una supuesta secesión de España esas dos actividades, el independentismo sigue ciego su camino, que diría Arcadi Espada. Y no le importa que todo contribuyente que no declare sus ingresos y no pague a la Hacienda Pública los impuestos correspondientes quedará sujeto a las fuertes sanciones que la Agencia Tributaria suele aplicar a los defraudadores, que ésa y no otra sería la consideración a la que quedarían sometidos todos los ingenuos que en Cataluña pretendieran dar por esa vía testimonio de su fe en la independencia.

Les podría salir carísimo, pero todos los que cayeran en esa trampa servirían para engrosar el martirologio del independentismo, que es de lo que se trata aquí, de nutrirse de «víctimas» por ficticias que éstas sean.

Algo parecido puede decirse del patético sucedáneo de ministerio de asuntos exteriores, que no va a servir más que para constatar lo inútil de su intento de ser atendido por los gobiernos occidentales como si fuera de verdad tomado en serio. Ya han sufrido muchos revolcones en este sentido pero, como los fanáticos, optan por ignorar lo que la realidad les están diciendo y prosiguen su marcha completamente solos hacia un destino que no existe. Bien, pues todo eso tiene una dotación inicial de 100 millones de euros, cuyo propósito verdadero es seguir engatusando a los ciudadanos catalanes para que no pierdan la fe en lo que los políticos les han vendido como posible y que no es más que una ficción.

Mientras tanto, el Gobierno sigue decidido a ignorar políticamente lo que suponen esos presupuestos de desafío al Estado y a la legalidad, quizá con la esperanza de que no lleguen a aprobarse porque los diputados de la CUP lo juntan todo en el mismo saco y se niegan a aprobar unas cuentas que intentan contentarles a ellos con partidas sociales y con los 100 millones para la independencia. Pero resulta que no cuela, porque la CUP quiere al mismo tiempo que los okupas no sean molestados por la Policía y que los Mossos d’Esquadra se retiren de las calles y no molesten a los manteros que agreden a los miembros del Cuerpo.

Este es el panorama hoy en una Cataluña que está empezando a probar los efectos de esa política tan celebrada por esas tierras, que defiende la idea de no cumplir las leyes que no gusten a cada uno. Es la conocida doctrina Colau, la misma que se está tragando estos días la propia alcaldesa como cucharadas de ricino.

VICTORIA PREGO – EL MUNDO – 25/05/16