Irene González-vozpópuli

  • El indulto a los golpistas es la nueva unidad de medida de la “Justicia” en el sistema político actual

Un nuevo sistema de Gobierno necesita crear nuevas costumbres, nuevos valores en torno a nuevos héroes, que se recogerán con el tiempo en las nuevas leyes. El Gobierno socialista anuncia que no podrá eludir el indulto parcial al ex presidente de Andalucía, José Antonio Griñán. Dicen, y lo hacen con acierto, que sería un agravio comparativo con los condenados del procés por el mismo delito. El que les permitió llevar a cabo el golpe de Estado de 2017 y por el que fueron indultados en el 2021.

Mientras tanto, se les incorporó a la dirección del Estado sin necesidad siquiera de un cambio de objetivo. Toda esta operación de indulto al peor delito contra todo un país cambió de forma irreversible nuestro sistema político, estableciéndose el Precedente.

Éste no se llevó a cabo para que Sánchez se mantuviese en el poder unos meses. Aquel Precedente siempre tuvo por objeto la ruptura con el anterior orden legal y convertirse en la base de la nueva Justicia que diese soporte al actual sistema de Gobierno. Un nuevo orden de valores desordenados y de ética invertida que acabe con toda idea moral de justicia, al resignificarla por lo que el PSOE decida que es justo. Puede tener varios nombres, pero el de democracia se le resiste.

Robar fondos públicos para comprar los votos que te perpetúen en el poder no es una actividad perseguible en el sistema de impunidad de Gobierno socialista, sino merecedora de una medalla

Para identificar el sistema político actual es importante apreciar que el Gobierno no defiende la prerrogativa de indultar a un delincuente condenado, sino la ausencia de delito, que llega a denominar “honorable”. Robar fondos públicos para comprar los votos que te perpetúen en el poder no es una actividad perseguible en el sistema de impunidad de Gobierno socialista, sino merecedora de un reconocimiento, una insignia. El indulto que sobrevuela a Griñán no es otra cosa. Es el agradecimiento y el premio de su partido entero, desde Felipe González, por mantener el poder en Andalucía, que tanto influía para llegar a La Moncloa. Defienden el indulto porque es cierto que Griñán y Chaves no sólo se enriquecieron personalmente, sino que enriquecieron a todo el PSOE.

El indulto a los golpistas es la nueva unidad de medida de la “Justicia” en el sistema político actual. El Precedente supuso rebasar un límite en la frágil conciencia de justicia que mantenía la ficción de las Instituciones democráticas. Pero cruzar una línea roja moral que atenta contra lo que debe defender la nación no es llegar a donde otros nunca lo hicieron, sino a un lugar del que no se puede regresar fácilmente sin una ruptura absoluta con el nuevo orden implantado.

La crisis de la pandemia permitió que se acelerase una nueva forma de Gobierno que ha dinamitado todos los pilares morales, más allá de los institucionales, que podían mantener la convivencia

Para no caer en agravios comparativos entre Griñán y los de Junqueras, el Gobierno no debería incurrir en la molestia de justificar su decisión. Si se indultó a quien atacó la nación, todo delito cometido desde entonces resulta insignificante y por tanto merecedor de la gracia del Estado. En 2017 se certificó el fin de la viabilidad de un sistema y en 2020 la crisis de la pandemia permitió que se acelerase una nueva forma de Gobierno que ha volado por los aires todos los pilares morales, más allá de los institucionales, que podían mantener la convivencia.

El Estado está perdiendo su papel de garante de la Justicia y, por tanto, su poder para mantener la paz social. La sensación de injusticia y desprotección aumenta mientras crece el abuso de poder que margina y exprime al ciudadano, que sobrevive malamente entre la okupación, Hacienda, la inflación, la inseguridad en la calle, los peajes, no poder estudiar en español o restricciones energéticas por las condiciones creadas por la Administración.

Coincido con el Gobierno en establecer el Precedente del indulto a los golpistas como unidad de medida, pero de la debilidad e inexistencia del Estado, sin el cual no puede haber justicia y sin ésta no puede haber convivencia.