El indulto que rompe la baraja

Juan Carlos Girauta-ABC

  • A los jueces se les insulta presentando sus sentencias como venganzas de justicieros

Lo de Cataluña fue un golpe de Estado de libro. Hans Kelsen: «Una revolución, en el sentido amplio de la palabra, que abarca también el golpe de Estado, es toda modificación no legítima de la Constitución, es decir, no efectuada conforme a las disposiciones constitucionales.»

En cuanto a la modalidad, acudiremos a Curzio Malaparte y ‘La técnica del golpe de Estado’. El golpe catalán tuvo mucho de fascista, de mussoliniano, incluso al ser interpretado como ensoñación o farsa. Atención al interlocutor de Malaparte, el escritor Israel Zangwill: «La revolución de Mussolini -exclamaba Zangwill- no es una revolución: es una comedia». Puntualiza el autor: «Como muchos liberales y demócratas italianos, [Zangwill] creía [que] la insurrección no era más que un aparato escénico».

Nuestro Zangwill fue un tribunal que combatió contra el Código Penal y que negó sustancia a lo que habíamos visto con nuestros ojos. Descartaron el tipo de la rebelión, que iba como anillo al dedo, y establecieron la teoría de la ensoñación. Tanto dura ese estado que lo más revolucionado aquí es el mundo de la sedación, los somníferos, los alucinógenos y la anestesia. La ‘droja’ en general, que diría aquel.

Con todo, los delitos por los que se condenó a los golpistas conllevan una larga temporada en el trullo. Pena que Sánchez va a dar por concluida para que sus vuelos en helicóptero y sus siete mil pavos al mes en jabugo no se vean comprometidos. En su vacuidad, el presidente adopta la inmoral visión del PSC, que nos hace a todos culpables, y por tanto a nadie. Pero el indulto traerá problemas por los mensajes que envía, y que paso a resumir:

A los golpistas les invita a repetir la intentona al reducir su coste, difuminar la culpa, desautorizar a los jueces, premiar la falta de arrepentimiento e ignorar los nítidos anuncios de reincidencia. Los tipos como Junqueras o los Jordis siempre interpretarán un acto de gracia como una debilidad. Aquí tienen razón, y lo aprovecharán.

A los jueces se les insulta presentando sus sentencias como venganzas de justicieros. Se les desazona al convertir su trabajo en papel mojado. Se cercena su independencia mediante presiones políticas al acompañar de argumentos innecesarios y falaces el ejercicio de una prerrogativa del Gobierno. Por fin, se les advierte de que los políticos no son justiciables como los demás.

A Europa se le comunica que el Gobierno fue al menos tan responsable como esos personajes cuya extradición se ha venido solicitando, cuya inhabilitación como eurodiputados se ha venido pidiendo. El checo y el estonio se dirán que tenía razón Bélgica al oponerse a las demandas españolas, pues al final tanto lío se reducía a revanchas políticas internas.

Al Rey se le indica que en el futuro se calle, puesto que sus razones de octubre de 2017 y estas del Gobierno se contradicen.

También yo, golpeado, acuso recibo: baraja rota.