- A sólo seis semanas de las elecciones generales, Pedro Sánchez corre el riesgo de encontrarse un informe nefasto de Bruselas sobre el Estado de derecho en España.
Hace unos días, hablando con un dirigente de Podemos, me planteaba lo dura que va a ser la próxima legislatura. No sólo porque la ola de derechas vaya a dar con muchos de ellos fuera de las instituciones, sino porque, una vez en las calles, «a ver cómo protestamos si todo sigue igual porque Pedro Sánchez no ha querido derogar la Ley Mordaza».
Estos días se habla mucho de derogar, es el verbo más utilizado, porque Feijóo por fin ha dado detalles de a qué se refiere con su eslogan de «derogar el sanchismo»: la ley trans, fuera; la ley de memoria democrática, fuera; la del sí es sí, fuera… el Ministerio de Consumo y el de Igualdad, fuera, fuera, fuera.
Veremos, porque todos los presidentes que en España han sido nos han demostrado cuán poco hay que creer en esas promesas. El PP recurrió la ley del aborto de ZP, pero Rajoy la mantuvo con la excusa de esperar al Constitucional; defendió que las uniones homosexuales tuviesen derecho a todo menos a llamarse matrimonio, y luego no cambió una coma; e incluso abjuró de la ley de Memoria Histórica, aunque después la aplicó con diligencia.
Respecto a Sánchez, ya se ha hablado mucho aquí de sus incumplimientos y bandazos. No merece la pena abundar más… salvo en una trampa en la que él solito se ha metido con su adelanto electoral.
La semana del lunes 3 al viernes 7 de julio, en que comienza la campaña, está previsto que la Comisión Europea publique su informe anual sobre el Estado de derecho. Este es un instrumento más de las numerosas herramientas de las que se ha ido dotando la Unión en los últimos años para proteger sus principios y valores democráticos, porque la UE sí que había detectado una verdadera «ola reaccionaria» en su seno.
Hasta el momento, se han publicado tres: en 2020, 2021 y 2022. Y el balance de España es de tres suspensos cada vez con peor nota y advertencias más graves por parte del comisario Reynders. Y este año, según las fuentes consultadas aquí en Bruselas, se prevé mucho más duro. Precisamente por los incumplimientos y reformas contradictorias del Gobierno Sánchez, contradictorias con los principios establecidos en el artículo 2 del Tratado, se entiende.
Bruselas nos critica por «la falta de independencia de la oficina del fiscal general». Y llegamos al 23-J con una operación de su sucesor (y ex mano derecha) para colocar a la exministra y exfiscal al frente de la Fiscalía especial para la Memoria Democrática.
Bruselas lamenta los pocos avances en la lucha contra la corrupción, y nos aproximamos a las urnas (y al informe) con el delito de sedición derogado y el de malversación abaratado, precisamente en el momento en que la UE nos manda decenas de miles de millones como nunca.
Bruselas nos amenaza por la politización de las instituciones, y llegamos a las generales con un Constitucional elegido con nuevas normas, para forzar mayorías ideológicas que, efectivamente, está aprobando todas las leyes recurridas por la oposición.
Bruselas nunca dijo nada de que en España se vulneraran directamente derechos individuales. Pero abrió una investigación sobre la tragedia de Melilla en la que las devoluciones en caliente también prometidas pero tampoco derogadas por el Gobierno de coalición vinieron con una treintena de ataúdes incluida.
Y respecto a nacionales, a los más vulnerables, a los menores… hace pocos meses Reynders ya le advirtió a Pere Aragonès y a Pedro Sánchez de que las sentencias del 25% de educación en castellano «hay que respetarlas, cumplirlas y hacerlas cumplir» como todas las des los tribunales. Y finalmente Bruselas, sobre todo, nos reprocha la mala defensa de la libertad de expresión y el bloqueo del CGPJ.
Mientras, la llamada ley mordaza, que castiga con más severidad un verso subversivo que robar dinero público para dar un golpe de Estado, sigue vigente. Y Moncloa se enroca en que «jamás cambiará» el método de elegir el órgano de gobierno de los jueces, ése que busca reproducir las mayorías del Legislativo en el Judicial, reventando la división de Poderes.
El otro día, ese mismo dirigente de Podemos me decía que «no importa sobre qué hable Pedro Sánchez, pues siempre podrás encontrar un vídeo en Twitter en el que dijera exactamente lo contrario».