EL MUNDO – 20/03/15
· El Estado Islámico reivindica el atentado de Túnez, en el que murieron 20 turistas, entre ellos dos españoles: «Esto sólo es el principio» El primer ministro reconoce «fallos de seguridad».
Después de tener al país en vilo 24 horas, el grupo yihadista autodenominado Estado Islámico reivindicó ayer el atentado contra el Museo del Bardo de Túnez, que costó la vida a 20 turistas extranjeros y a tres tunecinos. Los radicales difundieron un mensaje de audio en el que amenazaron con perpetrar más ataques en el país norteafricano, afirmando que éste era «sólo el principio».
El autoproclamado Estado Islámico (IS, en sus siglas en inglés) calificó el atentado contra el museo como un ataque «contra uno de los focos de infieles en la Túnez musulmana». En el audio, una voz sin identificar señalaba que la operación había sido llevada a cabo por «dos caballeros del califato, Abu Zakaria al Tunsi y Abu Anas al Tunsi», ambos –según indican sus alias, de origen tunecino–.
«Pertrechados de armas automáticas y bombas», señala la voz en off, los dos terroristas «asediaron a un grupo de turistas de los países cruzados, sembrando el terror en el corazón de los infieles». Y añade tajante: «Lo que han visto no es más que el principio. No disfrutaréis ni de seguridad ni de paz».
La amenaza elevada por Daesh (acrónimo en árabe para Estado Islámico) es un duro mazazo para la cuna de las revoluciones árabes. Túnez es el único país que, tras desembarazarse de su dictador, puede atisbar un futuro esperanzador gracias a su opción por el diálogo, el consenso y la moderación. Aunque el país mediterráneo no está lejos de los tentáculos de la organización yihadista, ya que sus porosas fronteras con Argelia y Libia facilitan el contagio de la deriva violenta que vive este último país. Milicias radicales como Ansar al Sharia o Okba bin Nafa campan a sus anchas en la zona montañosa de Chaambi, donde el ejército tunecino no termina de ponerles cerco.
Otro dato preocupante es que los tunecinos son el grupo de combatientes extranjeros más numeroso entre las filas del IS. Más de 3.000 tunecinos se han marchado a luchar a Irak y Siria. Además, se tiene constancia de que 500 veteranos han vuelto a Túnez tras combatir en esos países y en la propia Libia. Las fuerzas tunecinas consideran a estos regresados como la principal amenaza a su seguridad.
Ayer, el Gobierno hizo público un nuevo balance oficial de víctimas, al que se añadieron nuevas nacionalidades tras la confirmación ayer por la tarde de las muertes de un británico y un belga. Entre los fallecidos, un tercer tunecino. Se añaden a los 20 turistas y dos tunecinos que ya se dieron por muertos el miércoles. Entre ellos se encuentran dos españoles.
El Gobierno tunecino identificó a los dos atacantes abatidos por las fuerzas de seguridad. Se trata de Yasin Abidi y Hatem Khachnaui, dos nombres que concuerdan con apellidos tunecinos. «Están identificados; son terroristas», afirmó el primer ministro, Habib Essid, admitiendo que eran ya conocidos de los servicios de seguridad. El posterior comunicado del IS reivindicando la acción despejó todas las dudas que expresaban las autoridades sobre quién era el autor de los hechos. Fuentes de la Presidencia de Túnez anunciaron posteriormente la detención de nueve sospechosos.
Los titubeos del Gobierno y la confusión que reina entre las autoridades desde el miércoles pone en evidencia que el país no tiene definida una estrategia contra la evidente amenaza yihadista. Pese a que una de las prioridades de esta legislatura, inaugurada apenas a principios de año, es la de mejorar la seguridad precisamente amenazada por el poder de contagio del caos y la violencia en Libia, el ataque muestra que el Gobierno ha sido tomado por sorpresa.
El propio gabinete ha reconocido «fallos de seguridad», obvios si tenemos en cuenta que el Museo del Bardo era la mayor atracción turística del país y se encuentra además muy próximo al Parlamento. Para mayor ironía, el ataque del miércoles se produjo cuando la asamblea debatía la reforma de la Ley Antiterrorista.
«Se han producido fallos en todo el sistema de seguridad, en todas las fases, es decir, en la protección de la Asamblea y del museo y en la protección de los turistas», reconoció el primer ministro prometiendo una investigación en profundidad sobre lo ocurrido.
El error en el que ha caído el Gobierno tunecino es mayor si se tiene en cuenta que en 2002 se produjo un grave atentado contra intereses turísticos en Yerba. Aquella vez el terror tenía otro nombre (Al Qaeda), pero su rostro era el mismo: murieron 14 turistas alemanes, otros dos franceses y cinco tunecinos.
Tras la caída de Ben Ali, el país también sufrió reveses terroristas, como el ataque de milicianos salafistas a la embajada de EEUU, en septiembre de 2012, y los asesinatos de los opositores políticos Chokri Belaid y Mohamed Brahmi, en 2013, un ataque contra un resort turístico en Sousse. La seguridad y la lucha contra el terrorismo se convirtió en uno de los leit motiv de la campaña de Nidaa Tunis, el partido que lidera el presidente, Beji Caid Essebsi, y con el que ganó las elecciones parlamentarias de octubre y presidenciales de diciembre, frente a los islamistas moderados de En Nahda.
Como medida urgente, el Ejecutivo ha anunciado que el ejército participará en las labores de vigilancia de las grandes ciudades del país y que llevarán a cabo patrullas cotidianamente. La medida ha sido seguida del anuncio de una reunión de carácter excepcional entre los jefes del Estado y del Gobierno y los responsables del estamento militar.
Desde Francia, antigua potencia colonial, se anunció una reunión entre el ministro del Interior francés, Bernard Cazeneuve, y su homólogo tunecino. El primer ministro galo, Manuel Valls, anunció el encuentro, que tiene como misión «examinar el dispositivo de cooperación antiterrorista francotunecino».
EL MUNDO – 20/03/15