EL MUNDO 22/05/15
· La radio del Estado Islámico anunció ayer con su boato habitual la conquista de Palmira. «Los soldados del califato han logrado el éxito, con la anuencia de Alá». Horas después de la ocupación, IS ejecutó a 17 leales a Bashar Asad.
También se jactaba de haber tomado «la base aérea del ejército y la notoria cárcel de Tadmur ubicada cerca de la ciudad después de derrotar a las fuerzas nusairis [alauíes] y obligarlas a huir, dejando detrás de si muchos soldados muertos», informó un boletín de la emisora Al Bayan cuyas ondas recorren las amplias zonas de Siria e Irak que gobiernan los yihadistas.
Horas depués de conquistar los últimos reductos que persistían en la ciudad, los yihadistas lanzaron la caza de fieles al régimen de Damasco. Ayer mismo, el IS ejecutó al menos a 17 personas, entre civiles y militares leales a Bashar Asad. Cuatro de ellos fueron decapitados, según una información del Observatorio Sirio de derechos Humanos difundida por France Presse.
La conquista de las ruinas de la antigua ciudad romana, un estratégico cruce de caminos que hacia el oeste conduce a Damasco y Homs y hacia el este lleva a Irak, alimentó ayer la propaganda del IS y su ambición de consolidar sus dominios y ampliarlos aprovechando las flaquezas a uno y otro lado de la frontera de los ejércitos sirio e iraquí y las fallas de la estrategia de la coalición internacional que lidera EEUU.
El avance en Siria permite presumir a los seguidores de Abu Bakr al Bagdadi de controlar más de la mitad del país árabe tras cuatro años de cruenta guerra civil. «Desde la declaración del califato el 28 de junio de 2014 hasta la fecha, el grupo se ha apoderado de más de 95.000 kilómetros cuadrados y tiene presencia en las provincias de Homs, Raqqa, Deir Ezzor, Al Hasaka, Hama, Alepo, Damasco, Rif Dimashq, Deraa y Al Suwaydaa», detalló ayer el Observatorio, que levanta acta de la desintegración de Siria desde las primeras protestas contra el régimen de Asad.
Desde que los muyahidin lanzaran la arremetida que ha terminado expandiendo sus tentáculos hasta Palmira, al menos 462 personas han perdido la vida en mitad del fuego cruzado, los bombardeos o las represalias del IS. En su ruta hacia la ciudad los extremistas ejecutaron a varias decenas de civiles bajo la acusación de «tratar y cooperar con el régimen infiel». En las escaramuzas murieron 241 soldados gubernamentales y las milicias afines y unos 150 combatientes del IS.
Aunque el régimen aseguró a través de sus medios de comunicación que «los grupos de defensa populares» habían evacuado a la mayoría de las familias antes de replegarse, los activistas difundieron ayer imágenes de cadáveres esparcidos por las céntricas calles de Palmira y los vecinos relataron como los soldados emprendieron una caótica estampida dejando a los civiles a su suerte.
El asalto a Palmira –que en la última semana ha provocado alarma internacional y que ayer llevó a la Unesco a pedir un alto el fuego y el compromiso de preservar las antigüedades– se fraguó hace semanas. Desde principios de mayo el IS ha lanzado dos ofensivas en suelo sirio con el objetivo de «reafirmar la narrativa de la victoria tras los reveses cosechados en el norte de Siria e Irak y que han frenado el funcionamiento del grupo», señala el Instituto para el Estudio de la Guerra –centro de análisis radicado en EEUU– en uno de sus últimos informes acerca de la situación sobre el terreno.
El califato ha aprovechado las debilidades de su enemigo: en los últimos meses Asad ha tenido que reorganizar sus tropas para hacer frente al empuje del frente Al Nusra y otras facciones rebeldes en la ciudad de Idlib y Jisr al Shughour, en el norte del país. El triunfo de la rama siria de Al Qaeda también ha puesto al IS y sus gerifaltes en la tesitura de firmar a cualquier precio nuevos avances.
«Las últimas operaciones del IS demuestran que no ha perdido su capacidad ofensiva en Siria a pesar de las significativas pérdidas sufridas contra las fuerzas kurdas apoyadas por los ataques aéreos de la alianza internacional», subraya el informe del citado instituto. Tras redirigir sus ataques y capturar Palmira, el IS está eliminando los últimos obstáculos para avanzar por el pasillo central de Siria y aumentar la presión sobre el ejército de Asad, con problemas para nutrir de nuevos reclutas sus filas. «Asad probablemente tendrá que elegir entre dedicar recursos para afrontar la amenaza emergente del IS en el centro de Siria o impedir el avance de Al Nusra en el oeste de Siria. En cualquiera de los escenarios, los grupos salafistas y yihadistas ganarán terreno», pronostica el analista Christopher Kozak.
La táctica de explotar la debilidad gubernamental resulta aún mas extrema en Irak, donde el IS ha logrado arrebatar a las fuerzas de seguridad Ramadi, la capital de Al Anbar, la mayor provincia del país y un bastión yihadista de aciago recuerdo para EEUU. El primer ministro, Haidar al Abadi, ha fiado su reconquista a las milicias chiíes con el peligro de inflamar las tensiones sectarias que han desangrado el país. La enésima derrota del ejército iraquí ha aplazado sine die la ansiada campaña para recuperar Mosul. «La ofensiva no sucederá en 2015. El calendario más probable será primavera o verano de 2016», aventura a EL MUNDO el analista iraquí Sajad Jiyad.