El ‘juanmismo’

IGNACIO CAMACHO-ABC

  • Hace falta mucha serenidad para salir indemne de la sobredosis de incienso que está recibiendo Juanma Moreno

Existe un amplio consenso sobre el éxito de la primera legislatura de Aznar, aquella de la «amarga victoria» cuyo Gobierno en minoría desplegó una eficaz agenda reformista. En cambio, la rotunda hegemonía del segundo mandato resultó mucho menos productiva, más problemática y envuelta en un aire bonapartista que provocó el alejamiento social y levantó en torno al PP una corriente de antipatía de consecuencias suicidas. Ése es el riesgo que acecha ahora a Juanma Moreno tras su resonante triunfo en Andalucía. Y saberlo, que lo sabe, es condición necesaria pero no suficiente para evitar la misma deriva, una tentación que forma parte de la esencia natural, inevitable, de la política.

Hace falta mucho temple para salir indemne de la sobredosis de peloteo que el presidente de la Junta recibió en su rutilante toma de posesión ante el Palacio de San Telmo. Lo que pretendía ser una convocatoria «a pie de calle» como símbolo de acercamiento a la ciudadanía se convirtió, tal vez sin pretenderlo, en una exhibición de poder con el consiguiente efecto magnético sobre la habitual pléyade de aduladores y palmeros, esa corte que en la etapa anterior, la de la coalición con Cs, nadie echó de menos. No es Moreno hombre vulnerable a los sahumerios pero durante un tiempo allá por donde vaya lo van a atufar de incienso. Y tendrá que gestionar la situación en un término medio entre la empatía y el distanciamiento. Al final se le va a juzgar sólo por el grado de acierto con que maneje su proyecto.

Ayer nombró su nuevo Gabinete. La moderada ampliación del organigrama -dos consejerías más- no le va a pasar excesiva factura pero es un primer síntoma de la comodidad de la mayoría absoluta. Sorprende el aparente desdén por la cultura, subsumida con Turismo, en una región que sobresale en riqueza patrimonial y espíritu creativo. El grupo es solvente, con fichajes relevantes de la sociedad civil y técnicos de excelente currículum, aunque queda sin rellenar el vacío de los puntales perdidos, Elías Bendodo y Juan Bravo, reclamados por Feijóo para su propio equipo. El diseño apunta a un claro esquema presidencialista y carece en principio de pretorianos acostumbrados a cargar con el peso político. Quizá esté naciendo el ‘juanmismo’.

Lo mejor del discurso inaugural del sábado, más allá de su escenografía capitolina ante la portada barroca de Leonardo de Figueroa, fue la transversalidad ideológica. Un turista de los que pasaban por delante no habría podido deducir si el orador era de izquierdas o de derechas, y ésa es la seña con que Moreno se presenta como avanzadilla de una alternativa nacional a la estrategia sanchista de polarización perpetua. Su inédita victoria es el indicio de que mucha gente está cansada de aspavientos y grescas. Y su reto, el de mantener la puerta abierta sin permitir que los vapores del liderazgo sobrevenido se le suban a la cabeza.