EL CORREO, 26/1/12
Los presidentes de los gobiernos central y vasco evidenciarán mañana sus diferencias en política penitenciaria y economía
Cuatro años después de su primer encuentro, Mariano Rajoy y Patxi López volverán a verse mañana. A las 18.00 horas en La Moncloa. El contexto será muy diferente. Aquel cara a cara del 7 de marzo de 2008 estuvo rodeado de circunstancias dramáticas. Fue en Mondragón, en la capilla ardiente de Isaías Carrasco, al que ETA había asesinado horas antes. También era viernes. El domingo se celebraban elecciones generales. Rajoy intentaba por segunda ocasión derrotar a José Luis Rodríguez Zapatero.
El discurso del PP contra el Gobierno era muy beligerante. Durante los meses previos, destacados dirigentes populares -el propio Rajoy, Eduardo Zaplana, Ángel Acebes, María San Gil…- habían lanzado todo tipo de soflamas contra los socialistas: «Zapatero ha cedido al chantaje», «ha traicionado a las víctimas», «humillado a la sociedad española».
Rajoy se presentó en Mondragón entrada la noche. En un ambiente de gran tensión, López explotó. Recriminó al presidente del PP su actitud, le exigió que no volviese a decir que los socialistas habían traicionado a las víctimas y le trasladó el deseo de la familia del militante asesinado de que abandonase el velatorio, instalado en el Ayuntamiento. El dirigente popular así lo hizo.
Cuatro años después, la cita se producirá en un contexto más sosegado. Rajoy está en La Moncloa y López, en Ajuria Enea, ETA ha anunciado el cese de su actividad armada y el PP es el socio preferente que permite al líder del PSE ser lehendakari.
Aun así, las discrepancias siguen siendo notables, y algunas se han evidenciado durante los últimos días, sobre todo en lo que se refiere a los pasos a dar en materia penitenciaria tras el anuncio de la banda. El discurso del PP a día de hoy sigue siendo de firmeza total: no se realizarán gestos con la izquierda abertzale mientras ETA no anuncie de forma inequívoca su disolución. Incluso, durante los últimos días el Gobierno central ha insinuado que la organización terrorista puede volver a atentar.
Postura común
El análisis del Ejecutivo autónomo es diferente. No hay vuelta atrás en la decisión de la banda y ha llegado el momento de flexibilizar la política penitenciaria. A su juicio, la ley ofrece el suficiente margen para acercar algunos presos a Euskadi, excarcelar a los que estén enfermos y otorgar beneficios penitenciarios a los que reúnan las condiciones necesarias. Un planteamiento que López trasladará a Rajoy.
Las posibilidades de alcanzar un acuerdo son escasas. Desde ambas partes se recalca que el principal objetivo del encuentro es lograr un «pacto de principios básico» o un «liderazgo compartido» para abordar el nuevo tiempo creado tras la decisión de la banda de dejar las armas.
En todo caso, también hay puntos en común, como la necesidad de reforzar la presión sobre la organización terrorista para que anuncie su disolución y mantener la memoria de las víctimas, puntos incluidos en el decálogo que llevó López al Parlamento vasco el pasado mes de septiembre.
Desde Lehendakaritza se subrayó ayer que también se abordará la crisis económica, el empleo y el equilibrio presupuestario, temas en los que las coincidencias son escasas, por no decir nulas.
Durante los últimos meses, López ha ahondado en su perfil más izquierdista con el objetivo de marcar distancias con el PP. Para ello ha cargado con fuerza contra la mayoría de las decisiones económicas del Gobierno, algunas de las cuales ha anunciado que recurrirá ante el Tribunal Constitucional.
En realidad, lo que de verdad busca la cita de mañana es crear un «clima de cordialidad». Evidenciar que, desde 2008, las cosas han cambiado.
EL CORREO, 26/1/12