El lehendakari y los partidos se preparan para el nuevo tiempo

DIARIO VASCO, 22/10/11

López incluye a Bildu en una ronda ya con las fuerzas políticas y convoca a sus predecesores en el cargo. Socialistas, PNV y PP triangulan con el objetivo prioritario de asentar la convivencia normalizada

La ciudadanía y la política vascas se adentran en un terreno tan esperanzador como desconocido y cargado de desafíos e interrogantes: el del afianzamiento de una convivencia plenamente normalizada, una vez liberada del corsé de la amenaza terrorista. Euskadi está afrontando unas horas históricas de alto voltaje emotivo, en las que la satisfacción compartida de los responsables institucionales y partidarios por lo que significa el final definitivo de medio siglo de violencia etarra se entremezcla con sentidas vivencias personales, el recuerdo de lo padecido y las apelaciones a una gestión responsable y calmada de lo que está por venir. La izquierda abertzale compareció para solemnizar la decisión tomada por ETA y recordar que, bajo su prisma, el cese absoluto del terrorismo no supone el final del «conflicto» cuya resolución pasaría por el reconocimiento del derecho a decidir. Pero sin subir el diapasón más allá de lo previsible, con lo que el primer día en la Euskadi sin violencia etarra transcurrió como un remanso de paz, felicidad contenida y profundas emociones colectivas.

LAS CLAVES
DISCURSO INSTITUCIONAL
«Nos toca aprender a ser todos libres», dice López, quien plantea como guía su decálogo por la paz
MENSAJE COMPARTIDO
Los líderes vascos apelan a la responsabilidad y la calma para gestionar la complejidad del momento
MOVIMIENTOS
Con la legalización de Sortu pendiente, se descartan gestos de peso hasta que se conforme el nuevo gobierno español

Es este escenario, galvanizado además por la inminencia de las elecciones del 20-N, el que han empezado a gestionar los gobiernos central y vasco, los partidos con presencia parlamentaria y la nueva izquierda soberanista aglutinada en Bildu-Amaiur, en tanto la antigua Batasuna no recupere sigla propia con la legalización de Sortu. La envergadura del anuncio de ETA ha multiplicado las llamadas y contactos entre el presidente Rodríguez Zapatero, los dos candidatos a sucederle -Alfredo Pérez Rubalcaba, y Mariano Rajoy-, el lehendakari López, Iñigo Urkullu y Antonio Basagoiti. La triangulación, a la que no es ajena la izquierda abertzale aunque aún esté situada en otro plano distante de la oficialidad, ha dejado traslucir en estas primeras horas algunas evidencias. Por una parte, todos los líderes consultados por este periódico coinciden en valorar cómo en el instante decisivo han ofrecido un discurso más compactado de lo que preludiaban las diferencias previas sobre la gestión del final de ETA; discurso que, subrayan, ha permitido sobreponer a la voz de los encapuchados el recuerdo de las víctimas y de lo construido en común en Euskadi -el marco de autogobierno- por encima de la destrucción violenta.

Junto a ello, y una vez que el propio Zapatero constató que será al gobierno que salga de las urnas al que competerá «conducir esta nueva etapa» con el telón de fondo de un «compromiso unitario», existe la convicción generalizada de que no se desencadenarán grandes decisiones hasta que pasen las elecciones y se asiente el futuro ejecutivo. La izquierda abertzale había interiorizado hace tiempo que muy probablemente tendrá que lidiar con una Moncloa en manos del PP; una previsión ante la que se han resituado los populares de Antonio Basagoiti y el lehendakari López, quien en la comparecencia de ayer en Vitoria acompañado de todo su Gabinete subrayó que colaborará con el Gobierno de España «para gestionar y encauzar las cuestiones que dejen atrás el final de la violencia». Un Gobierno que se atisba de color distinto al suyo y que tendrá sobre la mesa la cuestión de la política penitenciaria y la legalización, pendiente en el Constitucional, de Sortu.

Institucional

Recién llegado de un viaje por Estados Unidos cuya continuidad ante la hipótesis de la bajada de persiana de ETA le ha granjeado críticas, y sabedor de que este nuevo tiempo también pondrá a prueba su liderazgo institucional, López formalizó su posición junto a los consejeros y asesores con los que ha compartido los desasosiegos provocados por la violencia. Lo hizo con una insignia de la planta ‘siempreviva’ en homenaje a las víctimas y anunciando dos movimientos. Por una parte, la convocatoria a los tres presidentes que le han precedido en el poder -Carlos Garaikoetxea, José Antonio Ardanza y Juan José Ibarretxe-, los tres nacionalistas y a los que quiso reconocer, en un día tan esencial para el país como el de ayer, su entereza a la hora de preservar «la dignidad» de todos frente al embate de la violencia. Y por otra, la celebración de una ronda de partidos con representación institucional, una formulación amplia que le permite sumar a la izquierda abertzale que no está en el Parlamento Vasco pero sí en la Bildu sentada desde mayo en diputaciones y ayuntamientos.

Esa doble iniciativa pretende institucionalizar este primer período confuso que se abre paso con la búsqueda de una imagen conjunta de los jefes de Ejecutivo vasco que han ido contruyendo la convivencia y el autogobierno en democracia bajo las bombas de ETA. Y, al tiempo, el lehendakari abre la mano a la izquierda abertzale de la manera que cree por ahora más asimilable para sus socios del PP y los directamente afectados por la violencia. A la espera de cuadrar agendas, y con la celebración del Día del Estatuto de por medio -este martes-, Lehendakaritza tiene previsto dar inicio a la ronda la próxima semana dejando el cierre para la cita con los expresidentes vascos y contemplando una posible reunión del Consejo de Víctimas.

López mencionó el decálogo que presentó en el Parlamento hace tres semanas, el cual prevé la clausura del ciclo de las ilegalizaciones y el acercamiento progresivo de los presos previa renuncia de ETA, como eventual «guía de la nueva etapa» y «sin dogmatismo alguno». El lehendakari enfatizó que la pelota está ahora en el «tejado de todo el mundo» y abogó por buscar la «máxima unidad» con «valentía» pero también con «tranquilidad y prudencia» para no dar pasos en falso; una premisa esta última que comparten Urkullu y Basagoiti. «Nos toca aprender a ser todos libres», resumió López, tras incidir en que la democracia ha ganado «el combate de la libertad contra el totalitarismo» y es lo que hará posible «un futuro compartido».

DIARIO VASCO, 22/10/11