Carlos Herrera-ABC
- El Rajoy que escribe libros es el Rajoy de la lógica de las cosas, de la moderación resolutiva y de la alergia declarada a la política de aspavientos
En función de la opinión que le merezca a usted Mariano Rajoy, su persona y su obra política, mostrará usted o no interés por acercarse al libro que acaba de publicar, titulado ‘Política para adultos’. Unos piensan que Rajoy ha sido un político retraído y abúlico, incapaz de abordar por derecho los problemas de España, y otros celebran que al frente de la nave, en años diabólicamente difíciles, aplicara criterios serenos y prudentes para evitar un rescate y sacar adelante las cuentas del país. Natural. El Rajoy que escribe libros -pendientes de conocer sus memorias, de haberlas- es el Rajoy de la lógica de las cosas, de la moderación resolutiva y de la alergia declarada a la política de aspavientos.
El libro es un relato de los años que han transformado nuestra política en un concurso de infantilismos y en una carrera de objetivos populistas, en un permanente ‘tour de force’ entre políticos adolescentes para comprobar quién maneja más y mejor la demagogia. El relato cobra interés de la mano de un observador de primera fila, que, a la vez, ha sido víctima de una degradada colección de políticos que han instaurado alguno de los males de nuestro tiempo, reunidos todos ellos en torno, fundamentalmente, al sectarismo y a la falta de escrúpulos para manejar la mentira.
Dedicar un libro a teorizar sobre la política de adultos es, en primer lugar, una denuncia del altísimo nivel al que ha conseguido llegar la adolescencia oficial: nada menos que al Gobierno de la nación, mediante una coyunda formada por un aventurero sin vergüenza y un revolucionario gandul de verbo encendido y de permanentes llamadas a guillotinar a la ‘casta’. La verbalización de las proclamas populistas, afirma Rajoy, no ha aportado ningún progreso más allá de la satisfacción de sus partidarios de escuchar lo que les gusta que les digan. La realidad, evidentemente, es otra cosa, y querer huir de ella -citando a Ortega- garantiza encontrarse con los problemas que queremos evitar y hacerlo de forma mucho más grave. A pesar de ser un hombre tranquilo que mira las cosas desde su vida profesional, Rajoy se pregunta cuánto tardará el Gobierno actual en hacerse mayor de golpe y programar los duros ajustes a los que nos lleva la economía. Ese día será tan traumático como aquel en que su antecesor fue apercibido de que con el déficit al 11% no podía seguir ignorando ni un día más la realidad, y comenzará en España una desafección por la adolescencia que hará descubrir el crudo invierno a quien aún no lo haya querido descubrir. Le tocará a otro arreglarlo, como le tocó a él heredar aquel 11% y ponerse noche y día a evitar el rescate soberano de España. De la lectura del libro puede destilarse la sensación amarga de que nadie se lo haya agradecido, cosa que no ha sido así del todo, pero también la de que, afortunadamente, queda sentido común en la política.
Ah; y Casado y Ayuso se hablaron con algún recelo, sí, pero afectuoso. Yo lo vi.