LIBERTAD DIGITAL – 08/02/16 – MAITE PAGAZAORTUNDUA
· Podemos, EH Bildu y PNV son sensibles a los derechos de los presos de ETA por delitos de terrorismo. Lo son por distintos motivos o intereses. Pero el hecho que todavía pasa desapercibido en el panorama político nacional es que han anunciado que consideran que los derechos de los asesinos de ETA deben abordarse en las negociaciones para formar Gobierno. Y esto todavía pasa desapercibido.
Jonan Fernández, el secretario general de Paz y Convivencia del Gobierno vasco, denunció hace pocos días que el desarme de ETA se demora por el retraso en conformar el nuevo Ejecutivo.
Jonan Fernández inició su carrera pública como concejal de HB en Tolosa. Cuando ETA planteó un pulso a las instituciones vascas sobre el trazado de la autovía del Leizarán, el grupo supuestamente ecologista que él comandaba dobló el pulso a las instituciones. En realidad fue ETA quien lo hizo, asesinando a ingenieros y trabajadores, realizando cientos de sabotajes y causando daños por valor de millones de euros. La campaña combinada del entramado de ETA supuso además el entrenamiento de la entonces nueva generación de asesinos de ETA. Jonan Fernández evolucionó después hacia el etnopacifismo de palabras suaves que siempre han favorecido la equidistancia entre asesinos y víctimas.
Los nacionalistas del PNV que siempre miraron sus intereses a largo plazo dieron de comer a Jonan Fernández hasta su designación institucional. El Colectivo de Víctimas del Terrorismo del País Vasco (Covite) ha pedido más de una vez que sea sustituido por alguien que apoye a las víctimas del terrorismo. Hay un punto de retórica indecente en las políticas que impulsa el nacionalismo vasco con respecto al pasado del terror, pero es la misma retórica que utilizaban cuando nos perseguía ETA y miraban, mayormente, hacia otro lado, más preocupados por sus intereses que por defender de forma prioritaria nuestra vida y nuestro derecho a la libertad ideológica plena. Entonces y ahora se trata de no incomodar la vida cotidiana de la mayoría de la sociedad con apelaciones a la conciencia y, sobre todo, de pensar en el retorno a sus entornos de los asesinos y sus cómplices, para una integración cariñosa.
«Es difícil reconstruir la noción del bien y del mal que la rutina del crimen extinguió», como escribió el gran Fernando García Cortázar. En el fondo subyace esto, pero pasa bastante desapercibido en este momento de decadencia política general.
No tengamos en cuenta la antisentencia que legalizó a un partido heredero de ETA que no ha condenado la historia del terror. No recordemos la salida de casi cien asesinos etarras y algunos pederastas gracias a una instantánea e innecesaria aplicación de la sentencia del caso Inés del Río. El número de presos de ETA ya se ha reducido a la mitad, pero el lobby quiere sacar al resto.
Tengamos sólo en cuenta que como los grandes partidos políticos españoles no consideraron importante la cuestión de la condena del terror, la legalización va emponzoñada y los presos quieren también apaño para lo suyo. En este estado de cosas, pactar con quienes están en la operación de impunidad enmascarada en bonitas palabras afecta al tuétano de nuestro maltratado sistema democrático.
Un pacto del Partido Socialista, del Partido Popular y de Ciudadanos podría evitar la operación apuntada por Podemos, EH Bildu y PNV. No merecen menos los que fueron acosados, los que abandonaron el País Vasco y Navarra, los extorsionados, los mutilados, los niños que callaron el nombre de sus padres para no morir, los niños que murieron, los hombres y mujeres –como mi hermano– que sabían que se jugaban la vida por las libertades y la perdieron. No merecen menos los cientos de asesinatos cuyos autores materiales no afrontaron juicio ni condena.
Un gran pacto que evite más dolor y mentiras a las víctimas limpiaría, en buena parte, el pasado enfangado y daría a nuestros políticos una fuerza desconocida para sacar este país adelante.
Nota de la autora: el 8 de febrero de 2003 fue asesinado por ETA Joxeba Pagazaurtundua. Es un ejemplo de los españoles que se enfrentaron con mayor lucidez y valentía a ETA y su entorno.