ABC 02/11/16
ANTONIO BURGOS
· Sánchez necesita urgentemente un Sancho a su lado
AL buen callar llaman Sancho y al mal perder debemos llamarlo Sánchez de ahora en adelante. No es que España haya estado diez meses bloqueada, que también. Es que durante diez meses ha habido un señor con muy mal perder, emperrado en no querer reconocer su derrota en las urnas y de haber sacado en las ya conocidas como «primeras elecciones» los peores resultados del PSOE en su cuesta abajo en la rodada. Que empezó en el momento justo en que terminó no sólo el felipismo, sino el felipismo sociológico (algo parecido al «franquismo sociológico» que acuñó Amando de Miguel) y que ya sólo queda en Andalucía. Donde el partido se ha enrocado en la patria de los que aparecen en la Foto de la Tortilla en forma de Régimen con ansias de perpetuación y más ahora, en que la Baronesa que lo dirige ha sido, parece, fundamental para echar al loquito del secretario general que se resistía a reconocer su derrota.
Si Sánchez hubiera aceptado su derrota, como Almunia se la tragó, se la metió para el chaleco y se fue a su casa, España se hubiera evitado estos quebrantos. Y nosotros, el riesgo de caer en manos de lo que mi dilecto Ignacio Camacho ha llamado con todo acierto «un gobierno de rufianes» (póngale la mayúscula a esta última palabra quien tenga aun peor concepto que yo sobre los charnegos conversos al separatismo, que son los peores, más peligrosos y emberrechinados).
Ya dudé en su momento de la salud mental de Sánchez, y recordé las Cortes Generales del Reino reunidas en Sevilla que declararon loco a Fernando VII. Los hay enloquecidos por su ego, y este debe de ser uno. Quiso pasar a la Historia de España y puede acabe siendo inscrito en el libro de oro de las enfermedades mentales. Porque negar la realidad y no reconocer la derrota no una, sino hasta cuatro veces, en dos elecciones y en dos intentos de investidura, es algo propio de quien no está bien de la cabeza. ¿No hacen un examen médico para sacar el carné de conducir u obtener el permiso de armas? ¿Por qué no algo por el estilo para pilotar la tópica «nave del Estado», que ha estado a pique de estrellarse contra las rocas de los separatistas y los filoetarras por culpa de este majarón? ¿No hay un Servicio Médico en el Congreso de los Diputados, según me han dicho? Pues cuando se presenta un personaje repitiendo estos desvaríos, como los de Don Quijote con los libros de caballerías, los médicos del Congreso ¿por qué no recomiendan su examen psiquiátrico urgente, para su inmediato ingreso cuanto menos en una Unidad de Día, hasta que se le pase el ataque de ego que le lleva a la negación de la realidad?
Pero es que sigue. No contento con no aceptar su derrota y fastidiarnos a todos durante diez meses, diez, ahora que medio se ha enderezado la gobernación del Reino y que al PSOE ha vuelto la cordura y han reconocido que «lo urgente es esperar» en materia de congresos y consultas a la famosa «militancia», y que con la Gestora tienen un pasar y un ir tirando bastante aceptables, en manos de una persona a la que todos hemos descubierto como una joya, cual el astur Fernández, este tío majara sigue erre que erre en querer ganar, y ha anunciado que se echa a los caminos de España. O sea, como un colega del loquito de Don Quijote, que también se metió en carretera. Sánchez necesita urgentemente un Sancho a su lado, que lo haga bajar de las nubes entre las que los macandés andar volando suelen. Su Rocinante es un coche, que veremos a ver quién paga la gasolina. Y en plan «Avon llama», que diría Fray Josepho, quiere ir de puerta en puerta, como quien vende la Enciclopedia Planeta Agostini (con cuyos beneficios La Sexta pudo ser entregada a Podemos), para convencer a todos que su menda lerenda es el mejor de los nacidos y que no sabemos los españoles y los militantes del PSOE lo que nos hemos perdido con él. Sí lo sabemos: nos estamos perdiendo afortunadamente el caos al que quería llevarnos.